Por: César Lévano
“Esto no es un indulto, es un perdón médico”, ha declarado el presidente Pedro Pablo Kuczynski en Radio Programas del Perú, en referencia al perdón que prepara para Alberto Fujimori. En verdad, ese no es un perdón médico, es un crimen político.
“Esto está exclusivamente determinado por la opinión de médicos de primer nivel que verán cuál es el estado de salud del expresidente”, ha sostenido PPK.
Ni en la Constitución ni en el Código Penal existe la figura del perdón médico. El mismo Alejandro Aguinaga, médico de cabecera de Fujimori y su cómplice en la esterilización forzada de mujeres campesinas, el mismo fujimorista fanático, ha recordado que los médicos no indultan. “El indulto lo da el presidente. No se necesita ni siquiera el informe de la junta médica”, señala Aguinaga.
Por su parte, el abogado constitucionalista Alberto Borea ha precisado que si PPK otorga el indulto por razones médicas tendría que dárselo también a todas las personas mayores enfermas presas en todas las cárceles del Perú.
No hay manera de disfrazar el indulto. Otorgarlo es un atributo exclusivo del presidente de la República y no de una junta de médicos. Esta puede recomendarlo, pero solo en casos de extrema gravedad. El indulto es una gracia presidencial, si se aplicara a Fujimori ahora sería una desgracia presidencial, que desataría reacciones justas, rápidas y furiosas.
El presidente parece no haber sopesado la gravedad de los crímenes y delitos cometidos por el personaje que ordenó masacres, se enriqueció en el poder, enredó el gobierno –con la colaboración de Vladimiro Montesinos– con el narcotráfico y fugó del país para refugiarse en la nacionalidad japonesa y renunciar por fax al más alto cargo de la República. Indultarlo implicaría una complicidad histórica.
La masiva marcha del viernes contra el indulto es un preludio de lo que puede acarrear la gracia a Fujimori. El jefe del Estado debería recordar el antiguo adagio: “El que siembra vientos cosecha tempestades”.
No hay sinónimo para el indulto presidencial. No cabe el refugio verbal de encargarlo a una junta médica. Los teólogos de la Edad Media acuñaron este aforismo: “El nombre hace a la cosa cuando la cosa hace al nombre”. No puede llamarse indulto presidencial a un certificado de salud.(diario uno)