Hace tiempo, Gabriel García Márquez escribió un ensayo magistral que debiera ser texto de consulta para los entrevistadores. Se titula: ¿Una entrevista más? ¡No, por favor! Dice allí que la entrevista no debe ser ni agresiva, ni complaciente. Ayer, los periodistas de Radioprogramas del Perú (RPP) Raúl Vargas y Güido Lombardi realizaron una entrevista al Presidente Ollanta Humala que se desploma en la categoría de complaciente.
Ninguno de los problemas de fondo fueron observados por los dos consagrados periodistas. El problema de Conga fue apenas rozado, las demandas y la huelga de los maestros, también. El asesinato en serie de dirigentes de construcción civil no estuvo en el repertorio de los entrevistadores, el alcance de la reforma de la seguridad social, tampoco.
Suena a sarcasmo que el Presidente, sin que le preguntaran sobre tan cruel historia, aludiera al caso de la niña de ocho años victimada por la fuerza pública y cuyo cadáver se intentó ocultar. Como se sabe, el oficialismo habló de una liberación de niños secuestrados por terroristas. LA PRIMERA Dama ganó primeras páginas en su actitud de rescatista de los bebés supuestamente liberados.
“En el último caso que ha sido la operación en Ranrapata, no se ha entendido el real problema que hay”, declaró el Presidente. “Lo que hemos encontrado nosotros es, primero, que durante muchos años atrás el Estado tenía una política del avestruz, no ha querido ver el problema allá y en la práctica ha sido una política de status quo en la cual del río para un lado se mantienen las huestes terroristas, y del río para el otro lado, el Estado de derecho, y mientras ninguno cruce el río, no pasa nada, no hay ningún problema y de esa manera nos evitamos problemas y nos olvidamos que hay un territorio de miles de kilómetros cuadrados que se llama VRAEM.”
Humala se parapeta así en una generalidad histórica, a pesar de que inicialmente declaró en la entrevista: “Normalmente yo no miro, trato de no mirar para atrás”. Los distinguidos periodistas no adujeron nada frente a ese gran escape, respecto a una tragedia que se quiso ocultar mediante una farsa.
En cierto momento, el jefe del Estado habló de “ciertos retrasos en compras” de equipos para la Policía. Como es sabido, días atrás fui víctima de una maniobra por la cual se me apresaba por no concurrir a una instructiva para la cual no había sido citado. En el vehículo de la Policía Judicial, uno de los oficiales que me custodiaba me dijo: “La pistola que porto la he tenido que comprar con mi dinero. Las municiones también. El papel en que hemos impreso el oficio para su captura, lo hemos comprado nosotros”.
He ahí una demostración de que en el Perú casi no existe el Estado.
(Entre paréntesis: una amiga me dice que en la página web de un diario, alguien escribió que fui conducido ante la Justicia en mi auto particular. Canallesco. No soy dueño ni de un triciclo.)
(la primera)