Establecimientos que tienen licencia de restaurante y, como tal, están ahora funcionando. Pero lo de restaurante es un maquillaje, una finta o en todo caso la parte más ínfima del giro
Escrito por: Omar Aliaga Loje
Hay que decirlo una vez más, repetirlo una vez más. Lo necesitamos todos, incluso uno mismo, para no olvidarnos de que el coronavirus sigue ahí, no se ha ido, y que la mayoría de la ciudadanía aún no se ha contagiado. La segunda ola no es una fantasía, es una alta probabilidad. Y de nosotros depende de que esto no vuelva a salirse de control. Confiarse porque las cifras son más alentadoras podría ser fatal. Y exceso de confianza es lo que estamos viendo en estos días en que las restricciones empezaron a flexibilizarse.
Es natural, era esperable: el confinamiento y las medidas duras acatadas por buena parte de la ciudadanía nos tenían en un estado de tensión y la consecuencia lógica es ver a la gente ahora relajándose, saliendo a locales a comer o beber algo, paseando en los parques o en las playas. Pero cuidado. También se ha empezado a infringir la ley en esta creciente distensión general y a poner en riesgo a aquellos que se cuidaron para no contagiarse todos estos meses.
En Trujillo, un ejemplo concreto de esto son los bares, incluso en las zonas céntricas. Se trata de establecimientos que tienen licencia de restaurante y, como tal, están ahora funcionando. Pero lo de restaurante es un maquillaje, una finta o en todo caso la parte más ínfima del giro. Aquí lo que está ocurriendo es que están llegando decenas de personas en grupos de cinco, seis, ocho o hasta diez a beber como siempre lo hacíamos antes de la pandemia. No hay control, se juntan en torno a una mesa sin mascarilla y sin distancia alguna hasta la embriaguez, incluso hasta después de las once de la noche. Está ocurriendo y las autoridades municipales están silbando con la mirada en el cielo. ¿Qué tipo de vista gorda hay aquí? Ocurre en el centro y en otros lugares como el balneario de Huanchaco, a vista de todos y hasta con roles protagónicos en las historias de Instagram.
Hace poco cerraron un local en la urbanización California, y otros bares conocidos están acatando las restricciones aunque a regañadientes. Pero muchos otros no. Y los primeros están quejándose con razón por esta desigual situación. ¿En qué momento se activaron los bares y chupódromos sin control alguno? ¿Tiene algo que decir el alcalde de Trujillo y los funcionarios del sector?
Los especialistas lo están advirtiendo: en octubre podría verse un rebrote del coronavirus. Cumplamos las medidas con las libertades que ya nos están permitiendo. Cumplamos la ley, y que las autoridades las hagan cumplir o volveremos a lamentar un retroceso doloroso en la pandemia, tal como ya está ocurriendo en Europa. (DIARIO CORREO)