domingo, 12 de abril de 2020

Reflexiones en tiempos de coronavirus

EL MUNDO VIENE SIENDO ASOLADO POR UNA PLAGA APOCALÍPTICA QUE VIENE DEJANDO SU NEGRO MANTO DE INCERTIDUMBRE, MUERTE Y DESOLACIÓN SENTIDA CON MAYOR FUERZA EN ESTOS DÍAS DEDICADOS AL RECOGIMIENTO POR SEMANA SANTA.

¡¡¡ Quien ayuda al projimo me ayuda a mi!!!

Por: Dionicio Mantilla León

Por todos los rincones del planeta se oyen los ayes de angustia y dolor. El filo de la fatídica guadaña de la muerte cae sobre los países pobres y los países poderosos, contra pobres y ricos, blancos y negros, pues la plaga no distingue sexo, color, raza, economía, ni religión. Caen ancianos, jóvenes y niños; hombres y mujeres todos los días como una terrible maldición, como un castigo incomprensible. Pasa el tiempo y el ser humano no encuentra la cura para combatir este mal: el Covid 19. La plaga minuto a minuto se va extendiendo cada vez más por doquier y la Humanidad sumida en llanto clama al cielo: ¿Hasta cuándo soportaremos esta negra pesadilla?¿Hasta cuándo Dios mío?

Nuestros gobernantes lideran la lucha contra el CORONAVIRUS

Y nuestro querido país no se libra de esta mal. Si bien nuestros gobernantes responsablemente han reaccionado de manera oportuna no por ello los peruanos hemos escapado de esta ola maldita. Una reacción que ha traído consigo la adopción de medidas drásticas que ha conmovido nuestro devenir diario, nuestra economía, nuestros proyectos y sueños para el futuro. Medidas gubernamentales jamás implementadas, inéditas, provocadoras de incertidumbre que han detenido el normal devenir de nuestra sociedad que ha traído consigo angustia, dolor y muerte así como cuantiosas pérdidas económicas; sin embargo, este escenario ha permitido, también, desnudar nuestras flaquezas, poner al descubierto nuestras virtudes y valores.

Un escenario que nos induce a reconocer que los humanos somos seres frágiles; que nos permite abrir las ventanas a un mundo que no nos atrevíamos a mirar y al que habíamos abandonado y dañado. Una oportunidad que nos permite volver la mirada al hogar que habíamos ninguneado prefiriendo sumirnos en los efímeros escenarios de los placeres egoístas abandonando nuestras responsabilidades y, con ello, debilitando a la familia como estructura básica de la sociedad y gestora de valores humanos.

Y no es casualidad que en nuestro país el pico de la curva de avance de esta pandemia haya coincidido con los días de la Semana Santa dedicada a recordar la vida pasión, muerte y resurrección del Hijo de Dios, Jesús, el Cristo. Días que nos dan la oportunidad de reflexionar sobre el martirologio de Cristo en una vía crucis que miles de años atrás soportó recorriendo con estoicismo el tortuoso camino del Gólgota. Un escenario que se ha trasladado a estos días. El ser humano, como imagen y semejanza de Dios, como Jesús, viene recorriendo, también como ÉL, por los tortuosos caminos del yugo, huyendo, no de las huestes romanas, pero si de una enfermedad que nos hace sufrir, nos hiere, nos mata y nos sume en la angustiosa visión de un futuro incierto.

Una incertidumbre que desaparecerá en la medida que, como el ladrón bueno en el calvario, cifremos nuestra esperanza en la promesa de Cristo de encontrarnos con EL en un mundo mejor. Sí, porque esta pesadilla terminará. Bajo el liderazgo de nuestros gobernantes, cuya sabiduría es alimentada por nuestro Divino Hacedor, estamos seguros que se habrán de adoptar las decisiones más correctas, orientadas a acabar con esta pandemia que comenzara un 6 de marzo, cuya medida de contención se decretara el 16 de marzo y culminará el 26 de abril. Una tarea en la que todos los peruanos tenemos la obligación de involucrarnos.

Personal de salud, los nuevos Cirineos en esta Vía Crucis  

Decisiones y tareas en la que, aparte de nuestros gobernantes, desempeñan un rol esencial y heroico, un grupo de peruanos_ personal de salud, miembros de las FF.AA., trabajadores de limpieza, abastecedores de alimentos, periodistas, personal de los bancos_ que dejando la calidez de sus familias vienen entregando, cual modernos samaritanos, con amor y sacrificio su valiosísimo aporte buscando superar esta pesadilla exponiendo con estoicismo su salud y su vida para arrancar de las garras de la muerte a 32 millones de peruanos.

Los policías dejan la calidez de su hogar para cumplir con su deber.

Nuestro reconocimiento a nuestros gobernantes y a este grupo de héroes así como a los cientos de peruanos que generosamente vienen brindando su concurso a la labor que realizan las autoridades así como a aquellos que teniendo mucho o poco viene compartiendo solidariamente sus bienes y hasta su sangre con los que lo necesitan. Nuestro reconocimiento, también, a las autoridades municipales que vienen cobijando en albergues a nuestros hermanos indigentes abandonados en las calles y expuesto a la pandemia. Asimismo, a los empresarios que vienen compartiendo sus fortunas para aliviar este momento de dolor. También, a nuestros gobernantes por los bonos de socorro, canastas de víveres, subsidios y devolución de aportes económicos a quienes menos tienen, apoyo que como el maná del cielo permitirá transitar por esta vía crucis que hoy recorremos.

¡Los peruanos, asumiendo en este momento de crisis nuestras responsabilidades, saldremos adelante! ¡En esta Semana Santa el recuerdo del martirologio de Cristo nos impele a izar la bandera de la fe y la esperanza! ¡Recordemos que Cristo sufrió mucho más que nosotros, pero siguió adelante! ¡No nos amilanemos!! ¡Unidos superaremos este mal apocalíptico!! ¡Llegaremos a la cúspide de la curva de la pandemia para luego iniciar el descenso y, con ello, lograr su derrota!! ¡Así, nuevamente, volveremos al estrechar de manos!! ¡Nuevamente nos fundiremos en el abrazo acerado y generoso de siempre con nuestras familias, con nuestros amigos, con la familia peruana entera para emprender, de nuevo y unidos, la hermosa tarea de la reconstrucción y el desarrollo nacional! ¡¡¡Que Dios bendiga a los peruanos!!!!

Le ganaremos la batalla al CORONAVIRUS