Entrevista a Verónika Mendoza. Ex candidata presidencial y ex congresista
Escribe: Enrique Patriau
Verónika Mendoza se dedicará, en los siguientes seis meses por lo menos, a impulsar a Nuevo Perú, el movimiento político que espera inscribir de manera oficial en los meses que vienen.
Este fin de semana ha viajado a Arequipa. Antes de partir, recibió a La República para conversar sobre varios temas de actualidad: el escándalo Lava Jato que involucra –hasta el momento– a los últimos tres gobiernos, el Frente Amplio y sus evidentes desencuentros entre sus principales dirigentes y la gestión de Pedro Pablo Kuczynski, que ya lleva seis meses en el poder.
¿Considera que el fujimorismo debe ser incluido en las investigaciones sobre el caso Lava Jato?
En líneas generales, cualquier proyecto que haya sido otorgado por el gobierno nacional, regional o local, y en el que existan indicios de corrupción, debe ser investigado a fondo. Teniendo en cuenta que en el fujimorismo hubo varios proyectos con empresas brasileñas, tiene que ser investigado junto con los demás.
Aunque el fujimorismo parece no tener mayor interés en que la década de los noventa sea revisada en la comisión investigadora.
Mire, para mí el fujimorismo no tiene autoridad moral para presidir una investigación de esta naturaleza, ni tampoco ofrece garantías de un trabajo efectivo e imparcial.
¿Cree que el fujimorismo podría usar esta comisión para tomar alguna revancha política?
Como siempre lo han hecho. Porque lo que pretenden es enlodar a todo el mundo y lavarse la cara ellos mismos. A todos nos queda claro que, en materia de corrupción, ellos son los campeones.
¿La corrupción de los noventa es más grave que Lava Jato?
Sin lugar a dudas es más grave, porque en el fujimorismo la corrupción se institucionalizó y normalizó y se capturó al Estado para favorecer al gobierno de turno. A pesar de las dimensiones que está adquiriendo el caso Lava Jato en el Perú, no veo aún que sea comparable a la corrupción en los noventa.
¿Aunque abarque a tres gobiernos democráticos y se especule sobre presidentes y altos funcionarios involucrados?
Es un caso grave, sin duda, que pone en jaque a nuestra clase política.
Por eso, ¿decir que los noventa fueron peores no es disminuir la gravedad de lo de ahora?
Todavía no tenemos la información completa. Presumo, en todo caso, que cuando sepamos los detalles vamos a presenciar un aunténtico terremoto en el que se pondrá en juego la situación de varios ex presidentes, ex ministros. Hay dos opciones acá: o dejamos que todo se termine de podrir, o hacemos de la crisis una oportunidad. El caso Lava Jato nos ofrece la oportunidad histórica de librarnos de los corruptos, extirpar la podredumbre y caminar hacia un nuevo pacto. De esa envergadura es lo que viene.
¿Lava Jato pondrá en juego la legitimidad del sistema político?
No solo sobre políticos es esto. Hay algo que nadie dice: lo que acá está en entredicho es un modelo de desarrollo que siempre ha puesto, por delante, los intereses de las grandes empresas, diseñado para favorecer los negociazos antes que los derechos y la dignidad de la gente. Por eso, desde el movimiento Nuevo Perú decimos que esta es la chance de definir prioridades nacionales a partir de lo que los ciudadanos necesitan, para que el Estado recupere su rol planificador, las inversiones respeten el medio ambiente y los derechos laborales y la coima deje de ser un mecanismo de destrabe de proyectos.
Es muy duro que el caso Lava Jato involucre a tres gobiernos democráticos.
Está claro que la corrupción no tiene camiseta partidaria ni color político. Las investigaciones deben llegar hasta el final, caiga quien caiga, sea de izquierda, derecha, tecnócrata, militante, lo que fuera. Lo contrario es dejar que las cosas se sigan pudriendo.
¿Cree que el presidente Kuczynski podría resultar salpicado por el escándalo?
Creo que el presidente tiene mucho por explicar. Por ejemplo, sobre su participación para allanarle el camino a la carretera Interoceánica. Pero también es pertinente que le diga al país por qué en una ONG fundada por él el señor Barata, el repartidor de las coimas de Odebrecht, figuraba como director.
¿Pero avizora una posible responsabilidad penal en Kuczynski?
No lo sé. Eso es tarea del Ministerio Público determinarlo. Es una posibilidad que no debe descartarse.
Se denunció hace unos días, desde Brasil, que Ollanta Humala recibió tres millones de dólares para la campaña de parte de Odebrecht. Supongo que leyó la noticia.
La leí. Lo que se ve hoy es que la clase política peruana se está pudriendo.
Ese pago habría ocurrido cuando usted militaba en el nacionalismo. ¿Conocía el tema, escuchó alguna vez hablar de eso?
Jamás. Quiero decir, se sabía que había un vínculo político con Brasil, pero no que se estuviera financiando la campaña desde allá, como ahora se presume. El fujimorismo se empecina en que yo cargue con la responsabilidad del humalismo, pero quiero recordarle a usted que yo fui la primera en renunciar al Partido Nacionalista y en denunciar cómo el gobierno estaba arrodillado ante los intereses empresariales.
Era militante y cercana a Nadine Heredia. ¿Nunca escuchó nada?
Yo fui candidata al Congreso por el Cusco y no tenía conocimiento de cómo se manejaba el dinero de la campaña.
¿La participación brasileña en la campaña nacionalista se comentaba en medios, no?
Es cierto. Hubo, creo, alguna denuncia periodística y se abrieron investigaciones,las cuales, por cierto, avanzan con lentitud hasta ahora.
¿Y esas denuncias primeras no le preocuparon por entonces?
Claro que sí, pero en pleno proceso electoral es difícil dilucidar qué tiene asidero o qué corresponde a ataques sin fundamento. Ahora estamos en otra etapa, donde hay indicios claros. Recalco: no tuve ninguna responsabilidad en el manejo de las cuentas del partido. Si mi nombre figura en algún lado...
¿En las agendas de Nadine, por ejemplo?
Yo fui militante del Partido Nacionalista y candidata al Congreso. Por eso es posible que mi nombre figure en documentos, cuadernos. Sin embargo, eso no me hace responsable de absolutamente nada. Y a la señora Fujimori le digo: no voy a callarme, a pesar de las difamaciones constantes. Es más, no me retracto sino que me reafirmo: el fujimorismo no tiene autoridad moral para luchar contra la corrupción.
Lourdes Alcorta le dijo que usted no tenía derecho a existir,
La leí. Esa es la vena autoritaria del fujimorismo, que no entiende a la política como un debate de ideas sino como aniquilamiento del otro.
En una respuesta anterior mencionó a su nuevo movimiento, Nuevo Perú. Están buscando las firmas para inscribirlo. ¿Ya no menciona al Frente Amplio?
Es que, en estos momentos, yo y otras personas estamos impulsando a Nuevo Perú. Eso no significa que vamos a renunciar a seguir tendiendo puentes y dialogando con otras fuerzas sociales en un frente de ciudadanos conformado por quienes desean el cambio.
¿En qué situación queda el Frente Amplio con la aparición de Nuevo Perú?
El frente, como su nombre lo dice, incluye a diversas organizaciones sociales y políticas y hay que seguir en ese camino de cambio.
¿Se van a retirar del Frente Amplio?
No hay razón para ello.
¿Cómo va su complicada relación con Marco Arana?
Mire, lo importante es que compartimos el programa que nos unió en el pasado proceso electoral y que la bancada del Frente Amplio está tratando de implementar desde el Congreso. Y, seguramente, me voy a seguir encontrando con él.
Imagino que no se ven mucho, ¿cierto?
Lo que pasa es que él es vocero de bancada y está concentrado en ese trabajo, y yo estoy abocada a la convocatoria de Nuevo Perú, que pretende ser un movimiento que escuche a la gente, que sea abierto, diverso, dinámico y que trascienda la lógica de la política de iluminados que conversan entre cuatro paredes.
¿Cree que Arana aceptará la participación de Nuevo Perú en el Frente Amplio?
Debería, porque el frente siempre se concibió como un espacio plural. Debería, pero habrá que ver qué es lo que se decide.
Hablemos del gobierno. ¿Qué opinión tiene de estos primeros seis meses?
Es una oportunidad perdida, lamentablemente. Estos seis meses eran el momento para que el gobierno trazara sus grandes líneas, impulsara reformas profundas, pero no lo ha hecho. En parte, por falta de claridad política y, en parte, por el chantaje al que ha estado sometido y al que, la verdad sea dicha, se ha prestado. Lo que veo es una dinámica permanente de chantaje-negociación entre el gobierno y el fujimorismo. Se demuestra en los decretos legislativos emitidos de manera reciente. Si bien hay cosas positivas, como las normas contra la violencia hacia la mujer o los crímenes de odio, pero en otras áreas se han mal aprovechado. Mire a la Autoridad Autónoma de Transparencia, una entidad sin dientes. No hay claridad. El presidente dijo que la salud sería una prioridad y es todo lo contrario. Para empezar, en la ley de presupuesto el sector se ha quedado estancado, cuando debería seguir creciendo. No veo un rumbo.
¿El gobierno es rehén del fujimorismo?
Ha querido ser rehén. Si hubiera tenido una visión clara y se hubiera respaldado en la ciudadanía que se opuso al fujimorismo, podría caminar con mayor certeza.
(la república)