Cura empresario. Detrás de los púlpitos y de los mensajes espirituales de los sacerdotes sodalicios se mueven muchos millones de dólares. El más favorecido con el don terrenal para manejar esos negocios e inversiones tiene un nombre: Jaime Manuel Baertl Gómez. Conozca su especial habilidad para los tratos comerciales y para el manejo tributario de las instituciones religiosas que representa.
Pedro Salinas y Paola Ugaz
Si uno se cruza con Jaime Baertl por la calle, se encontraría frente a un hombre barbado y con lentes, entrando a los 60 años, con alzacuello, siempre de negro, uniformado de clérigo, de formas suaves al hablar y sonrisa fácil y bromista. Pero cuando uno entra a formar parte de su círculo de amigos y de colaboradores laborales, la percepción puede cambiar súbitamente.
Baertl tiene un gran apetito por hacer dinero y procura ser un tigre en los negocios. En el camino, de la sonrisa inicial puede saltar al insulto verbal más feroz. Y claro. Quienes luego lo ven cada domingo ofreciendo misas y bendiciones y homilías que predican la importancia de la primacía de lo espiritual sobre lo material no tienen la menor idea de lo que ese sacerdote es capaz en el ámbito de lo terrenal.
Si bien en 1981 Jaime Manuel Baertl Gómez fue el primer sacerdote del Sodalicio ordenado por el jesuita Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio, su verdadera naturaleza aflora cuando en la praxis se convirtió en un especialista de las relaciones públicas, junto a su entrañable amigo el ex sodálite Virgilio Levaggi Vega.
Fue en ese espacio que Baertl descubrió su vena empresarial y siguió el camino inicial trazado por José Ambrozic desde que se fundó una de las primeras empresas para recibir donaciones, Aprodea.
El cura empresario
A mediados de los noventa, Baertl sintió que sus esfuerzos como hombre de negocios comenzaron a tomar forma cuando la empresa “Producciones San José” (creada en los ochenta) cambiaría de nombre a “Inversiones San José”.
Es ahí donde Baertl se convierte en “el cura empresario”. Desde ahí es que dirige el emporio económico del Sodalitium, el cual tiene más brazos que un pulpo (los negocios están diversificados en grupos que no tienen vinculación entre sí: inmobiliarios, educativos, funerarios, agrícolas, mineros, y así).
“Inversiones San José” es, para todos los efectos, el principal pilar en el que se sostiene en la actualidad el Sodalicio.
Antes de la publicación del libro Mitad monjes, mitad soldados, en octubre del año pasado, cada lunes por la mañana Jaime Baertl acudía a las oficinas de “Inversiones San José”, ubicadas en la Torre Central del Centro Comercial Camino Real. En dicho lugar se producían las reuniones de directorio, en las que participaban su brazo derecho, Mario Rivarola Morán, además de Ernesto Vallejos y los hermanos Javier y Juan Carlos Len.
Desde allí coordinaban la expansión y el crecimiento millonario del Sodalicio. A nivel nacional: en Piura, Arequipa y Lima. Y en el exterior: en Chile, Colombia, Ecuador, Brasil, Costa Rica, Estados Unidos, Italia.
Una fuente vinculada aún al Sodalicio le escuchó decir al padre Baertl la siguiente frase, que luego se habría hecho célebre entre su cogollo: “(Luis Fernando) Figari manda en el Sodalicio, pero Inversiones San José soy yo”.
Eso sí, Baertl se encargaba a través de las empresas sodálites de que Figari tuviera las mejores casas a su disposición: en Camacho y en Santa Clara; que tuviese acceso a pasajes de primera clase al exterior; así como a cualquier cosa que se le antojase al entonces superior general del Sodalicio.
Una de las primeras operaciones fuertes del Sodalicio en el exterior fue la compra de una de las casas en Nemi, pequeña ciudad en las afueras de Roma, a través de un préstamo con el BBVA. Se usó una carta de presentación del Scotiabank a las entidades financieras (Ver documento Nº 1) para pedir el préstamo fuera del país y así obtener los cerca de dos millones de dólares que costó la propiedad el 2007.
Offshore en Panamá
En Panamá, en 1999, Baertl formó la fundación offshore en el estudio Icaza, Gonzales-Ruiz & Alemán (involucrado en la trama de corrupción del caso Bárcenas en España). El nombre de la misma era PUSAN (en alusión a la frase “Puta y Santa”, que es como describen algunos a la Iglesia Católica), a la que luego le cambió de nombre y bautizó como “Fundación San Ignacio” (Ver documentos Nº 2).
Con el fin de pagar una de las deudas que mantenía la Asociación Civil San Juan Bautista (ACSJB) con la empresa CICSA en el cementerio Parque de Lurín, Jaime Baertl acabó con la deuda realizando una operación de cancelación a nombre de la fundación offshore “San Ignacio” que firmó con José Ambrozic y Raúl Guinea, quienes aparecían como representantes de la ACSJB.
Este contrato financiero (Ver documento Nº 3) se realizó en la notaría Espinosa Oré, en Lima, y en él se señala que la Asociación Civil San Juan Bautista (ACSJB) es propietaria del cementerio Parque del Recuerdo en Lurín.
Luego de cancelada la deuda, “Fundación San José” se quedó con el 50% del cementerio Parque del Recuerdo, junto al 50% de la Asociación Civil San Juan Bautista (que es también del Sodalicio).
Inmediatamente, le donaron el 100% del cementerio al Arzobispado de Lurín, eludiendo de esa manera las obligaciones tributarias que tenían que pagar con la anterior fórmula.
La donación al Arzobispado de Lurín viene con un condicionamiento: el dinero y todas las decisiones en la administración del cementerio se manejan a través del Sodalicio, y si esa figura no se respeta, se revierte la donación automáticamente a ellos.
Dicha operación de compra fue realizada íntegramente por Jaime Baertl, como consta tanto en los poderes que “Fundación San Ignacio” (antes PUSAN) le da en Panamá para estos efectos, y lo mismo ocurre en el cierre de la operación en Perú, tal y como consta en los contratos depositados en la notaría Espinosa Oré, en Lima.
El Sodalicio debe explicar por qué una fundación de ellos, “San Ignacio”, le compra con fondos offshore, de origen desconocido, la mitad de un cementerio, que es de su propiedad, a la ACSJB, que también es de su propiedad, para luego donarla a otra institución que controla, Misión Cementerios Católicos Parque del Recuerdo, quien a su vez lo dona al Arzobispado de Lurín.
“Todas estas operaciones se realizan con el objetivo de no pagar impuestos al erario peruano. Hay un presupuesto directo que da el Estado peruano a la Iglesia Católica y hay otro presupuesto indirecto que le da al quitarles la obligación de tributar en sus actividades comerciales”, comentó el especialista Marco Antonio Huaco.
Según el presupuesto multianual del Ministerio de Economía del 2015, en el rubro de “Beneficios” del cuadro titulado “Principales gastos tributarios”, si se suman las donaciones y exoneraciones a la Iglesia Católica, al año suma 150 millones 214 mil soles.
Con el grupo Cueto
A través de su incuestionable talento comercial, Baertl ha establecido una sólida relación entre “Inversiones San José” con el grupo empresarial chileno Cueto, dueño de aerolínea LAN y los cementerios Parques de Chile, entre otros negocios.
Baertl se vincula directamente con Juan José Cueto conocido como “Pepeche”, quien desde el año 2008 le presta dinero a través de los cementerios Parque del Recuerdo, dinero que luego es devuelto con intereses.
De acuerdo a documentos a los que se ha tenido acceso Costa Verde Internacional LTD (de los Cueto) le prestó 5 millones 327 mil dólares a la Asociación San Juan Bautista, quien a su vez le transfiere el dinero a la Misión Cementerios Católicos Parque del Recuerdo, que devuelve el dinero con un interés de 2,5% de tasa trimestral, que asciende a 6 millones 125 mil dólares.
El segundo préstamo es de 12 millones 728 mil dólares y se realiza a la empresa “Misión Cementerios Católicos Parque del Buen Retiro” para comprar un terreno de 20 hectáreas en Carabayllo, en febrero del 2011. El interés del préstamo fue de 728 mil 248 dólares.
Por último, Costa Verde Internacional le prestó a la empresa “Misión Cementerios Católicos Parque del Buen Retiro” 4 millones 48 mil dólares para adquirir un terreno en litigio en Puente Piedra en 2012. El monto final que se pagó fue de 4 millones 105 mil dólares.
De acuerdo con fuentes vinculadas al Sodalicio, hay un acuerdo comercial no escrito entre el grupo Cueto en el área de cementerios y agrícolas que funciona hace varios años.
Al cierre de la edición, ni el sacerdote Jaime Baertl ni Juan José Cueto atendieron nuestros pedidos para dar su versión sobre sus actividades comerciales en el Perú, así como de los beneficios que obtienen al ser parte del paraguas que protege tributariamente a las entidades católicas.
Fuma, tiene ataques de ira y dicta órdenes absurdas
En sus ratos libres, el sacerdote sodálite Jaime Baertl Gómez disfruta de la buena mesa, toma alcohol con moderación y fuma, hábito que se prohibió en el Sodalicio en los 80 por el propio Figari. “El que fuma no se santifica”, dijo en un retiro de Semana Santa, y todos obedecieron, menos Baertl y su cercano Virgilio Levaggi.
Su secretario personal durante mucho tiempo ha sido Erwin Scheuch, ex vocero del Sodalicio. Y entre sus amigos se cuentan muchos dueños de medios de comunicación, empresarios del sector minero (como Roque Benavides) y algunos políticos como el ex presidente Alan García. El mandamás de la Confiep, Martín Pérez, sin ir tan lejos, es su cuñado.
En opinión de varios ex sodálites consultados, Baertl también era conocido por sus ataques de ira y dictar órdenes absurdas; tal y como sucedió en la anterior oficina de “Inversiones San José”, en la calle Lizardo Alzamora, donde, de un grito, mandó limpiar al instante una mancha en la pared a su gerente de “Proyectos e Inmobiliarias”, Pedro Komatsudani.(la república)