sábado, 28 de mayo de 2016

CGTP: la lucha prolongada


 

Escribe: César Lévano

En mayo de 1929, bajo la guía de José Carlos Mariátegui, nació la Confederación General de Trabajadores del Perú. Apenas surgida, fue prohibida. En efecto, el 12 de noviembre de 1930, el tirano Sánchez Cerro decretó la disolución de esa central por haber decidido un paro obrero que el régimen calificaba de subversivo.

Solo año y medio duró la primera etapa legal de la CGTP. Sin embargo, cuántas veces ha vencido a la represión, y cuantas conquistas sociales ha logrado para los trabajadores.

No se debe olvidar que el zarpazo contra la central obrera se produjo como parte de una ofensiva de la clase dominante, inspirada en el fascismo italiano y en el pánico que estremecía al capitalismo debido a la gran crisis que había estallado un año antes en Wall Street.

De ahí la amplitud de la represión. El decreto contra la CGTP abarcaba a todo el movimiento sindical. El texto establecía: “Disuélvase la Confederación General de Trabajadores del Perú y demás organizaciones similares”.

La organización animada por Mariátegui y sus compañeros se había convertido rápidamente en una fuerza poderosa, gracias a sus principios y su programa. Su plataforma reivindicativa conquistaba el apoyo laboral. Entre otras cosas, reclamaba respeto de la jornada de ocho horas y jornada de 40 horas semanales para las mujeres y menores de 18 años; establecimiento del seguro social; gratuidad de la enseñanza en todos sus grados.

Los forjadores de la central precisaron el carácter del sindicalismo que propugnaban, y normas unitarias que cobran actualidad para el sector político progresista. He aquí lo que expresaron en su Mensaje el Segundo Congreso Obrero de Lima:

“El Sindicato no debe exigir de sus afiliados sino la aceptación del principio clasista. Dentro del Sindicato caben así los socialistas reformistas como los sindicalistas, así los comunistas como los libertarios. El Sindicato constituye, fundamental y exclusivamente, un órgano de clase. La praxis, la táctica, dependen de la corriente que predomine en su seno. Y no hay por qué desconfiar del instinto de las mayorías. La masa sigue siempre a los espíritus creadores, realistas, seguros, heroicos. Los mejores prevalecen cuando saben ser verdaderamente los mejores”.

Antes de ese párrafo se enuncia un principio a veces mal interpretado, y que en las líneas arriba transcritas cobra todo su sentido: “En la jornada de hoy, nada nos divide: todo nos une”.(diario uno)