Nos encontramos a pocos días del magno acontecimiento de las elecciones presidenciales y como ciudadanos nos asiste el deber de acudir a él bien informados. Una información que tome en cuenta no sólo las propuestas sino la conducta y personalidad de los candidatos a Presidente de la República porque de eso dependerá el futuro de la Patria. En la segunda vuelta sólo dos candidatos participarán ambos derechistas defensores del modelo económico neoliberal que disminuye las responsabilidades del Estado y privilegia el libre mercado y el empresariado privado, en desmedro de las grandes mayorías nacionales.
Dos son los candidatos, Keiko Fujimori, por “Fuerza Popular” y Pedro Pablo Kuschinsky, de “Peruanos por el Cambio”. Los dos con pasado, comportamiento y propuestas que indican claramente la calidad de sus candidaturas y cuyo conocimiento puede servir para direccionar nuestro voto. Al margen de su posición ideológica que es lo que les asemeja, ¿Qué es lo que les diferencia? ¿Aún más, quien de los dos podría ser considerado como el mal menor y por lo tanto votar por ella o él para fortalecer la democracia y quién para consolidar una dictadura civil?
Keiko Fujimori con un pasado ligado al gobierno dictatorial de su padre por haber sido primera dama y, vivido en el siniestro local del SIN (Pentagonito), que era donde Fujimori y Montesinos planificaban la labor gubernativa y, por ende, conocedora y cómplice de muchas acciones de corrupción cometidas por el gobierno fujimontesinista. Kuschinsky, conocido por sus vínculos con compañías y bancos internacionales sirviendo de puente entre ellos y el Estado para la obtención de jugosos contratos.
La primera, carente experiencia laboral por no haber desempeñado ningún trabajo y sólo haber sido congresista con un mediocre desempeño como tal y con el triste récord de registrar 500 inasistencias a las sesiones del Congreso. El segundo, con una amplia experiencia pública, economista, empresario, funcionario de muchas empresas y Ministro de varios Presidentes de la República. La primera, ligada a una familia acusada de actos de corrupción con su padre preso y con familiares acusados de robo y huidos. La primera, haciendo alianzas con grupos sociales no deseados: como jefes de bandas de extorsionadores y criminales, terroristas arrepentidos, con mineros informales contaminadores del medio ambiente, con evangelistas anti homosexuales, con dirigentes partidarios denunciados por narcotráfico y el apoyo de, Hernando de Soto, ex asesor de dictadores. El segundo, vinculándose con los gremios de trabajadores, con partidos democráticos (Alianza para el Progreso,
Acción Popular, Partido Humanista), con agrupaciones defensoras de los derechos humanos y líderes regionales.
La primera, proponiendo acabar con la inseguridad a través de la creación de cárceles, sacar a las fuerzas armadas a apoyar a la Policía, pena de muerte a los violadores de niños y la restauración del programa 24x24. El segundo, proponiendo acciones de prevención, la reforma de la PNP y el Poder Judicial, refundar el sistema penitenciario. La primera, planteando la reformulación de las leyes de la minería informal y potenciar los bionegocios; el segundo, la formalización de la minería informal y su inclusión en los programas de exportación.
La primera y el segundo proponiendo mejoras en los sectores economía, educación, salud y mantener los programas sociales creados por el presente gobierno. La primera, proponiendo la creación de programas laborales juveniles y el segundo, crear 3 millones de empleos y el respeto a los derechos laborales. La primera, sin propuestas claras para combatir la corrupción por tener familiares corruptos y sin decir algo sobre el respeto a los derechos humanos; el segundo, planteando cárcel y “muerte civil” para los funcionarios corruptos, el respeto a los derechos humanos y la libertad de expresión.
Keiko Fujimori, habiendo ganado el Poder Legislativo en donde ya tiene una abrumadora mayoría de 73 congresistas (De un total de 130) pretende, ahora, ganar el Poder Ejecutivo con lo que tendría amplias facultades para gobernar sin tener quien la fiscalice y se oponga, situación que rompería los esquemas normales de la democracia convirtiéndose así en una DICTADURA CIVIL propicia para la instauración de un sistema de corrupción a gran escala, el establecimiento del abuso y el atropello a los derechos humanos, los derechos laborales y la libertad de expresión con poder para indultar o perdonar a su padre, familiares y a otros fujimoristas presos. Un negro escenario que nos hace recordar a la dictadura de Alberto Fujimori.
La falta de equilibrio en los poderes del Estado trae consigo la amenaza de la instauración de gobiernos mafiosos y tiranos lo cual es un peligro para el bienestar de la sociedad. Esto nos hace deducir que lo saludable es promover el equilibrio de poderes lo que significa que, en esta coyuntura, el poder Legislativo debe estar a cargo de un partido y el Ejecutivo, en manos de otro. Para conseguirlo es necesario, escoger, este 5 de junio, de dos males, el menor.