Escribe: César Lévano
El escándalo en que Joaquín Ramírez, secretario general de Fuerza Popular y financiador de Keiko Fujimori, apenas comienza. Elocuente es que Ramírez no aparezca para desmentir la acusación de que lavó, por Keiko, 15 millones de dólares.
La DEA, la agencia antidrogas de los Estados Unidos, no se pronuncia por el momento sobre culpas o inocencias. Esa es su regla de conducta mientras investiga, aunque no siempre escapa a la prisión política de su gobierno.
Lo que ha quedado claro es que hay una investigación en marcha, y que esta implica a Keiko.
En cuanto a Ramírez, se puede decir que es sospechable y sospechoso. No está claro cómo hizo para pasar de cobrador de micro a millonario en dólares. Tampoco es fácil comprender cómo hizo Ramírez, sin pasado intelectual, sin militancia política descollante, sin prestancia legislativa, sin elocuencia ni dotes polémicas, para llegar a secretario general del movimiento político más caudaloso del país.
Debe de haberle costado mucho llegar a esa altura.
En su currículo consta que en el 2014 fue denunciado por la Procuradora de Lavado de Activos, pero, debido a que es congresista y está protegido por la inmunidad parlamentaria, no se realizaron las investigaciones preliminares. En ese momento se buscaba esclarecer el origen de su fortuna, calculada en siete millones de dólares.
El factor más grave resulta de una declaración del piloto comercial Jesús Vásquez, colaborador de la DEA, quien asegura que en el año 2013 sostuvo una conversación con Joaquín Ramírez, conversación que grabó a ocultas. El fragmento más comprometedor de ese diálogo es este:
“Él [Ramírez] de repente estamos conversando y me dice: ‘¿Tú sabes que la china [Keiko Fujimori] me dio 15 millones de dólares en la campaña anterior para lavarlos, para la campaña del 2011 de las elecciones, y yo los lavé a través de una cadena de grifos, de estaciones de combustible?’. (…) Entonces le digo como para verificar: ‘¿La china Keiko Fujimori te dio 15 millones de dólares para que los laves?’ ‘Sí’, me dijo, ‘me los dio’. Todo eso se estaba grabando”.
Esa conversación obra pistas. No será difícil seguir la ruta de los grifos involucrados.
La DEA, entretanto, no se pronuncia sobre el fondo del caso. No ofrece datos, pero sí admite que está investigando, sobre todo porque su obligación, a la luz de la información de Jesús Vásquez, es investigar, aunque prefiera no reconocerlo.(diario uno)