domingo, 1 de mayo de 2016

El canto de mayo

Por: Dionicio Mantilla León

“¡Yo quisiera haber nacido/ un primero de mayo/ rojo sangre/ con el poder del hambre/ y el, ¡Hasta cuándo Dios mío!, de los pobres!”. ///“¡Yo quisiera haber nacido/ un primero de mayo/ con las banderas de la unidad y la justicia / y dar la mano a mis hermanos/ los obreros, campesinos y artesanos/ y cantar con ellos/ el himno rojo del trabajo!”. (Del poema: ”Canto de Mayo”. Poemario: “Veinte cantos y una esperanza”).

De esta manera, cada día, cada hora, los trabajadores del Perú y el mundo acompañan al poeta a cantarle a la vida cotidiana, a sus problemas, sueños e ilusiones. A cantar el himno de la igualdad ante la ley, a enarbolar las banderas de la justicia que validen y honren el esfuerzo de los trabajadores. A defender, si fuera posible con su vida, los principios y derechos laborales que les corresponde.

Es primero de mayo y los trabajadores del Perú y el mundo hacemos un alto para saludar de pie a Dios y a la Patria, para saludar fraternalmente a nuestros compatriotas trabajadores en el común anhelo de bregar juntos por el crecimiento económico y el desarrollo social del país. A luchar juntos por una patria sin pobres. A luchar por una Patria libre de delincuentes y corruptos. A luchar juntos por una patria libre e independiente del “capitalismo salvaje” y la injusticia. A luchar por un empleo digno y bien remunerado. A luchar por una educación y salud gratuitas, de calidad y sin discriminación de ninguna índole.

Es primero de mayo y nuestras venas se enervan, como enervaron al gran Túpac Amaru II, cuando escuchamos como felices los dos candidatos a la Presidencia de La República, Fujimori y Kuchisncky, ofrecer rebajar el monto de los impuestos del IGV y el Impuesto a la Renta que tienen que tienen pagar los grandes empresarios, perjudicando así al país al disminuir los ingresos del Estado, pero cómo critican ferozmente y se rasgan las vestiduras cuando alguien pide aumentar el sueldo mínimo vital a los trabajadores afirmando que “¡Qué bárbaro! ¡Eso no es posible porque traerá pobreza, atraso, aumentará la informalidad y eso sólo lo piden los rojos izquierdistas y chavistas! ”.

Un criterio de desigualdad e injusticia en contra de los trabajadores agudizado más cuando se trata de los maestros jubilados quienes entregaron lo mejor de su vida durante muchos años y que, hoy, reciben un sueldo ridículo y miserable igual o menor que el salario mínimo vital. ¿Y quién se acuerda de ellos? ¡Nadie!

Un panorama que se dibuja penoso cuando observamos cómo se explota a los obreros mineros y a sus menores hijos en los socavones (Como en el cerro: El Toro), a los obreros en las empresas agroexportadoras de la costa, a los maestros, agentes de serenazgo y empleados de oficinas públicas con normas abusivas como las CAS y las Sérvices.

¡Cómo nuestros hermanos y hermanas del campo y la ciudad aparte de su cotidiana labor sacrifican su tiempo sirviendo de ronderos y ronderas custodiando gratuitamente la propiedad de los demás de la codicia de delincuentes y criminales; empero, son incomprendidos por las autoridades judiciales y policiales!

Así, con este panorama desolador para el trabajador, recibimos el Día Internacional del Trabajo. Reconocido y promovido principalmente como acontecimiento histórico por las agrupaciones ideológicas de izquierda o socialistas ese día fue instaurado por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional celebrada en París en 1889, en homenaje a los Mártires de Chicago. Un acontecimiento que nos recuerda la masiva huelga de los trabajadores desarrollada el 1 de Mayo de 1886 reclamando la instauración de la jornada laboral de las 8 horas, jornada de lucha en donde fueran cruelmente asesinados cientos de obreros por las huestes contratadas por los empresarios.

Nuestro sentido saludo y homenaje a los trabajadores de Huamachuco, el Perú y el mundo y nuestro ferviente deseo de que los sueños de justicia laboral algún día sean hechos una feliz realidad. Finalmente, en esta magna fecha, compartamos el sentir del poeta progresista, que Uds. escuchan todos los sábados y muy bien conocen, cuando en sus últimas estrofas de su poema “Canto de Mayo”, nos dice: ”¡Yo quisiera, en fin,/ morir,/un Primero de Mayo,/ de un año santo y noble,/santo, por las inocentes risas de los niños,/noble por las esperanzas alcanzadas/de los pobres! /// ¡Yo,/ quisiera, en fin,/ morir,/ con la mesa puesta y colmada/ y ver llorar en ella/ de alegría a los ancianos/ y ver, en la pupila del infante,/reflejarse el verde/de un mañana/ que será suyo!”