domingo, 6 de diciembre de 2015

Los 3 sacerdotes asesinados por el odio a la fe ya son beatos

Mártires de Chimbote. Dos curas polacos y un italiano fueron ultimados por Sendero Luminoso en 1991, solo por oponerse a su campaña de terror y muerte. Ayer fueron beatificados después de 20 años de iniciado el proceso.
Al momento de develarse, la imagen de los nuevos beatos generó diversas emociones en los más de 20 mil asistentes en el estadio Centenario.
Escribe: Carlos Contreras

Enviado especial a Ancash

Doña Leonor Castillo (61), a las 10:20 de la mañana de ese histórico sábado 5 de diciembre del 2015, no sabía si llorar o reír en las graderías del estadio Centenario de Chimbote. Rumaldo Loli (46), a esa misma hora en la zona de campo, solo fruncía el ceño parado frente al estrado principal; mientras que, metros más adelante, el sacerdote español Miguel Company (70) no podía dejar de sonreír muy cerca de donde se encontraba el delegado del papa Francisco, el cardenal Angelo Amato, quien empezaba a beatificar a unos amigos suyos. Y es que tanto Leonor, Rumaldo como el padre Company compartieron tristezas y alegrías con los curas polacos Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski y el italiano Sandro Dordi, quienes fueron asesinados por Sendero Luminoso en 1991 por negarse a profesar su prédica de la muerte en la región Áncash.

El padre Company trabajó muy cerca del ahora beato Sandro Dordi porque sus parroquias se ubicaban en la misma provincia del Santa, así que debían coordinar actividades religiosas. "Siempre caminaba con sus ojotas y era uno más del pueblo. Apoyaba en todas las obras, tanto en la ciudad como en la chacra y siempre decía que estaba para los más necesitados", cuenta. Esta imagen ha quedado también en el recuerdo de los fieles del Santa: Sandro tuvo que aprender las costumbres de su pueblo.

Company también estuvo presente, meses antes del cobarde asesinato de los nuevos beatos, en la reunión que sostuvo el obispo de Chimbote, monseñor Luis Bambarén, con todos sus sacerdotes, tras haber recibido el ultimátum senderista. Por esos días de 1991, al monseñor le llegaban escritos y en su caminar por las calles observaba pintas rojas en las paredes de las casas. "Esa noche que nos dio la libertad para dejar nuestras parroquias, porque Sendero amenazaba con matar a dos curas por semana, ninguno de los presentes dijo que se iba. Ahí se encontraban los padres Sandro, Miguel y Zbigniew”, narra. Sin embargo, tiempo después, el 27 de julio, empezaban los atentados y él era la primera víctima del odio a la fe que mantenía este grupo terrorista.

Eran las tres de la tarde de aquel día cuando en la puerta de su casa, senderistas le dispararon a quemarropa. "Me salvé de milagro porque la bala pasó a milímetros de la yugular", cuenta Company, quien al poco tiempo, tras su recuperación, tuvo que dejar el país luego de permanecer 22 años a cargo de la parroquia de la zona de El Carmen, en el distrito pesquero de Chimbote.

Quienes no corrieron la misma suerte fueron los jóvenes frailes franciscanos Miguel y Zbigniew. El 9 de agosto de ese mismo año, terroristas de Sendero Luminoso llegaron a la zona andina de Pariacoto (Huaraz), tomaron la plaza e ingresaron a su parroquia cuando aún había fieles rezando. En esos instantes, el padre Zbigniew curaba a dos pequeñas y Miguel estaba con los jóvenes. Los senderistas detuvieron al primer sacerdote y lo tomaron en rehén. "Nosotros le dijimos al padre Miguel que le podíamos hacer escapar por un muro, pero él no quiso. Dijo que él no estaba haciendo nada malo y que no nos iba a abandonar”, narra Rumaldo, quien era catequista en ese entonces. Minutos después, el ahora beato Miguel fue sacado a rastras por los senderistas. Después ambos religiosos fueron subidos a una camioneta y horas más tarde, tras fuertes disparos, se conoció de sus asesinatos.

Dieciséis días después, el padre Sandro fue ejecutado. El cura italiano estaba intimidado, como todos los pobladores que vivían en ese distrito, soportando apagones o atentados criminales contra autoridades. No comentaba a nadie de sus temores, pero las personas más cercanas podían notar su preocupación. "Padrecito, ¿por qué no se va si está recibiendo amenazas?, le preguntó Eulogio Gamboa Nacarino (69), un día antes de su asesinato. "No, hijo, yo no me voy. No he hecho nada malo para hacerlo", le respondió.

El 25 de agosto, por la tarde, el padre Sandro acudió a la comunidad campesina de Vinzos para realizar misas y bautismos. Sin embargo, cuando acabó sus actividades religiosas y regresaba a la ciudad, fue emboscado por los subversivos, quienes bloquearon con enormes piedras la carretera. Cuando el sacerdote bajó a quitarlas, le gritaron “¡Cura, aquí será tu tumba!”, luego lo interceptaron y lo internaron entre la vegetación. Segundos después, se oyeron dos disparos: uno fue directo a su corazón y el otro a la cabeza.

Según la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), entre 1980 y 1990, fueron asesinados cinco miembros de la Iglesia Católica a manos de Sendero Luminoso. Sin embargo, 1991 fue el año con más atentados contra religiosos. La prédica senderista acusaba a los sacerdotes de "adormecer la conciencia revolucionaria del pueblo por sus buenas acciones y sus gestos de solidaridad".

El padre Company recuerda que la labor que realizaban los nuevos beatos de Chimbote era necesaria en las zonas más alejadas de Áncash, ya que se sufría una severa crisis económica. "Veníamos de una hiperinflación y de un shock de precios, por lo que cualquier ayuda era importante", señala. Para él, la beatificación de sus tres compañeros significa un reconocimiento a la iglesia que estaba con los pobres.​

Fiesta en Chimbote

En medio de más de 20 mil personas, Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y representante del Vaticano, leyó en latín la carta apostólica firmada por el papa Francisco, la cual establece la beatificación de Sandro Dordi, Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski.

"Su martirio (el de los sacerdotes) fue la representación de la caridad. La caridad perdona a los asesinos y genera reconciliación. La caridad no acabará nunca, es el único sendero luminoso que trae vida y no muerte, que trae paz y no guerra", afirmó Amato.

Entre los cerca de 300 sacerdotes nacionales y extranjeros, obispos procedentes también de Polonia, Italia y Bolivia, estaba monseñor Bambarén, quien empezó el proceso de beatificación en el año 1995. Ese año inició la recolección de la información que llevó después al Vaticano. "Conmigo empezó este reconocimiento y conmigo termina", dijo.
Quien también estuvo emocionado fue el obispo de la Diócesis de Chimbote, monseñor Ángel Simón Piorno. Él exhortó a los fieles de Pariacoto y el Santa a presentar los posibles milagros en los que hayan intercedidos los nuevos beatos, porque de comprobarse estos servirían para volverlos santos.

En busca de milagros

Doña Leonor Castillo, quien es madre soltera de cinco hijos, será la primera en contar el supuesto milagro que hizo en vida el padre Sandro en junio de 1986. Resulta que su tercer hijo, que tenía tres meses, no daba señales de vida. “Estaba moradito, no respiraba ni reaccionaba por más que lo sacudía de nerviosa”, narra. Por eso, junto a su comadre Rosa, lo llevó a la parroquia para que el sacerdote italiano lo bautice. Sin embargo, al llegar, este le pidió que dejara de llorar. "No ves que solo duerme", dijo y luego lo cargó. Segundos después, el bebé abrió los ojos y Sandro le pidió a Leonor que le dé de lactar al pequeño.

El señor Rumaldo, de Pariacoto, señala que los milagros de los padres polacos llegarán a contarse a partir de hoy. "Los padres Miguel y Zbigniew desde que sufrieron ese atentado son nuestros santos", señala. En tanto, monseñor Bambarèn aclara que los tres curas asesinados por Sendero son los primeros mártires del Perú y de América del Sur porque ofrecieron su vida por amor a Dios y a sus prójimos.

Abimael Guzmán confesó que los mataron por su labor pastoral

El 20 de marzo del 2001, el monseñor Luis Bambarén Gastelumendi se reunió con Abimael Guzmán en la Base Naval del Callao.

Ese día, el cabecilla terrorista confesó que los tres sacerdotes fueron asesinados por odio a la fe. Esta fue la respuesta de Guzmán Reynoso:

"El camarada Jorge, que comandó la ejecución de los sacerdotes, sostenía que es una verdad permanente que la religión es el opio del pueblo. Así pensaba yo entonces… pero fue un grave error… por eso le pido perdón… El camarada Jorge acusó que con la Biblia, los sacramentos, el catecismo, la predicación adormecían las conciencias de los campesinos… El camarada Jorge también los acusó de bloquear el avance de la lucha armada con las obras sociales que tenían en el campo con Cáritas, que eran como un muro que impedía
el avance de la revolución (…). Entonces el motivo y causa de su muerte no fue de carácter político o social sino religioso. Si no fuera así, ¿por qué le pediría perdón a usted y a la Iglesia?”.

Bambarén es el iniciador del proceso de beatificación.
Restos del padre Sandro Dordi se quedan en Italia

A pocos días de su muerte en 1991, el cuerpo del padre Sandro Dordi fue llevado a Italia por decisión de su familia. Y en estos últimos 20 años han sido múltiples los pedidos de que sus restos sean enterrados en la parroquia Cristo Crucificado del Santa, como ocurre en el distrito de Pariacoto donde están las tumbas de los sacerdotes Miguel y Zbigniew.
Sin embargo, eso no será posible. La sobrina del ahora beato, Silvia Dordi, explicó que la familia agradece el gran cariño del pueblo peruano, pero prefiere mantener los restos del sacerdote en Italia. "Si por mí fuera, preferiría que descanse acá junto a su pueblo", dijo.

En el mundo

Existen otros casos de mártires declarados beatos.

Uno de ellos es el del sacerdote Titus Brandsma (1981-1942), quien fue beatificado como mártir luego de ser asesinado por oponerse a la propaganda nazi en la prensa católica de Holanda y por negarse a aceptar la expulsión de niños judíos de las escuelas católicas.

El clérigo Maximiliano Kolbe (1894-1941) dio su vida en sustitución de otro prisionero de Auschwitz (Polonia), durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que fue beatificado como confesor, pero el papa Juan Pablo II lo canonizó como mártir.​(la república)