Reencuentro. Waldir Sáenz jugó su partido de despedida en Matute en compañía de los grandes ídolos del club victoriano. César Cueto, Jaime Duarte, Claudio Pizarro, Paolo Guerrero. entre otros. “Llevaré siempre a Alianza en mi corazón”, dijo ‘Wally’.
Escribe: Segundo Alcalde
Sin duda esta no fue una fecha más para Waldir Sáenz, quien salió a la cancha en medio del rugir de miles de gargantas y de la mano de sus hijas Thais, Belén y Tayra. Era la fiesta de ‘Wally’, la despedida del goleador histórico. El agasajo al delantero que gritó 178 veces gol con ese atuendo azul y blanco que parece tenerlo tatuado en la piel.
Un espectáculo que el hincha nunca lo olvidará, pues se registraron momentos únicos, vibrantes que solo ese deporte apasionante y hermoso que es el fútbol puede brindar a plenitud. Waldir levanta los brazos y todos se ponen de pie en tribuna sur. Para gritar, cantar y agradecerle al jugador que cada fecha de campeonato les dibujó una sonrisa en el rostro. El ‘10’ salta y el ‘Comando sur’ empieza a cantar “el goleador el goleador el goleador...’.
Pero esta fiesta –como era de esperarse– tuvo invitados de lujo: ídolos de cuatro generaciones distintas quienes salieron por separado, uno por uno en un Alejandro Villanueva que hasta tuvo lágrimas de algunos hinchas, por la melancolía de aquellos tiempos felices. Un dato curioso: todos jugaron con la ‘10’ en la espalda. El número que usó ‘Wally’ en toda su carrera deportiva.
César Cueto y Teófilo Cubillas. Claudio Pizarro y Paolo Guerrero. Marquinho y Tressor Moreno. Luis Saritama, Marcelo Bujica, José Soto, algunos de los que calzaron chimpunes para darle color a una tarde que brilló a pesar que no salió el sol.
Y brilló porque el hincha aliancista disfrutó de un show de fútbol con esa magia intacta en cada toque de balón de César Cueto –quizá el más ovacionado después del homenajeado–, el ‘tiki taka’ de Paolo Guerrero y Claudio Pizarro, el temperamento de Juan Jayo y los goles del dueño del jolgorio, Waldir Sáenz Pérez. Todos distribuidos en tres equipos: blanquiazules, morados y cruzados.
Más allá del gramado verde, parado en la zona técnica, Jorge Luis Pinto saludaba a los fanáticos, haciendo la reverencia para aquellos que lo tienen en un sitio especial en el santuario blanquiazul. El DT colombiano pisó Matute en 1997, consiguió el título y acabó con el maleficio de 18 años llenos de frustraciones. “Ver el estadio de esta manera es único, me llevo los mejores recuerdos de mi vida. Siempre voy a llevar a Alianza en mi corazón”, balbuceó ‘Wally’, entre lágrimas al término de una jornada inolvidable, única, mágica y por supuesto, aliancista.(la república)