Por: Dionicio Mantilla León
¡Albricias, ha nacido el Salvador! ¡Es 24 de diciembre y una luz se ha prendido en el horizonte anunciando el nacimiento del Mesías! ¡Ha llegado Navidad! ¡Es hora de la alegría¡ Ha nacido Jesús y es hora de cambiar el odio, por el amor; las bombas fratricidas, por las flores del aroma y la luz! ¡Las miradas de venganza, por las sonrisas de perdón! ¡Ha llegado Navidad y los pueblos del Mundo cantan jubilosos y se visten de alegría! ¡Ha llegado Navidad y los liberteños nos alimentamos de amor y paz en el hogar!
Han transcurrido ya dos mil quince años y el magno acontecimiento del advenimiento del Hijo de Dios, que significara un rehacer de la historia de la Humanidad, cobra una feliz actualidad. La doctrina del amor, la paz y la justicia como imperecederas banderas aún se yerguen en el mundo. Son siglos de eterna lucha del bien contra el mal; de enarbolar las banderas de la vida y la paz del cristianismo contra la tenebrosa oscuridad de la muerte y la violencia del terrorismo.
Cada 25 de diciembre los cristianos del mundo nos insuflamos de fe y esperanza al escenificar el nacimiento del Mesías. No nos importa que algunos grupos religiosos, que se llaman cristianos, no crean en este magno acontecimiento, tampoco nos interesa las discusiones sobre la fecha en que ocurrió este histórico suceso. Nos importa si su esencia, que según la Biblia, Jesús nació en Belén; que nació para ser nuestro Redentor; que la Navidad significa un despertar del espíritu cristiano; que es una oportunidad para avivar el fuego del amor en la familia; que por ella se silencia el tronar de las bombas de las guerras fratricidas.
Lo que si nos preocupa es que muchos hayan olvidado a Jesús, como Hijo de Dios y real protagonista de este magno acontecimiento histórico y lo hayan cambiado con un personaje imaginario, Papa Noel o Santa Claus y, que el tradicional pesebre, se haya cambiado por un verde árbol. En suma, el significado del magno acontecimiento del Mesías, tenga sólo un simple sentido mercantilista.
Se va el año viejo y pronto vendrá el año nuevo. Se va 2015 y saludamos el arribo del 2016. ¡Cuántas acciones cumplidas a lo largo de 365 días de un transcurrir de la vida colmada de satisfacciones, pero, también, de frustraciones; de grandes alegrías, pero, también, de profundos pesares! Aun así, todo año nuevo trae consigo esperanzas y augurios positivos.
¡Qué este 2016, año electoral, nos colme de satisfacciones a todos los peruanos!
¿Qué Dios nos ilumine a todos los peruanos para elegir con sabiduría a quien tenga el honor de conducir con acierto los destinos de nuestra amada Patria!
Ha llegado Navidad y es hora que los cristianos del mundo nos unamos en un solo abrazo solidario! ¡¡Una feliz Navidad para todos nuestros hermanos de los pueblos de la Libertad!