Por: Dionicio Mantilla León
Triunfó la razón sobre la imposición. La Ley de la indignidad fue derogada. La voz de la juventud peruana se hizo respetar. Frente a la terquedad de un Presidente de la República que a los disidentes de su partido les pide “lealtad” (valor que él no practica con el pueblo) se alzó una aguerrida juventud leal a la esperanza que el pueblo ha depositado en ella. Una juventud que, despertando de un letargo de siglos, escribiera, en 5 jornadas de protesta nacional, una rutilante página en la historia laboral de un país cuya población hoy se regocija. Un despertar que no debe tener fecha de vencimiento.
De nada sirvió la estrategia de adelantar la fecha de reunión del Congreso. Ya una encuesta había hecho conocer la voz popular de rechazo a la abusiva Ley de Empleo Juvenil presentada como: “derecho de piso”, pretendiendo precarizar el empleo y unirla a las 39 Leyes de Regímenes Laborales arbitrarias creadas por los últimos gobiernos obsecuentes con el propósito de beneficiar desmedidamente al empresariado privado.
Fueron 91 votos a favor de la derogatoria, 18 en contra y 5 abstenciones los que decidieron el futuro de la llamada “Ley Pulpín” luego de las movidas que se dieron en los partidos políticos las que variaron el esquema inicial debido a la contundencia de las oleadas de protesta juvenil y, más aun, teniendo en cuenta que este es un año pre electoral y es bueno congraciarse con la juventud. De allí la voz de los jerarcas de los partidos tradicionales como Alan García, Alejandro Toledo y Keiko Fujimori manifestando su hipócrita defensa de los derechos laborales, olvidándose que fueron sus gobiernos los que crearon el monstruo de las 39 leyes de regímenes laborales y fueron sus congresistas los que han encarpetado, a lo largo de estos años, la Ley General del Trabajo.
Más aún, fueron sus ministros los que mantuvieron en el secretismo el “Plan Sectorial para la Promoción del Empleo Juvenil: 2012 _2016” elaborado el 2009 con el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y las Naciones Unidas. Dos documentos que deben volver a la palestra del debate nacional con la participación activa de las organizaciones juveniles y las dirigencias sindicales: CGTP, CITE, CUT.
Dolidos como están por la catastrófica derrota el gobierno demanda a quienes apoyamos a la juventud la presentación de alternativas que subsanen el desempleo juvenil cuando bien saben que dichas alternativas son estos dos importantes documentos a los que se unirán las nuevas propuestas de las organizaciones juveniles hoy en pie de lucha; asimismo, las acciones que como gobierno les compete cumplir reactivando la economía, fortaleciendo la industrialización, la agricultura y la ganadería y ejecutando una reforma radical de la educación orientada a la formación de los técnicos y profesionales idóneos que la realidad nacional requiere, y, realizando una verdadera reingeniería de los centros superiores tecnológicos y universidades. Todas estas medidas potenciarán la oferta y la demanda de empleo. Empero, todo ello al amparo de una legislación justa y consensuada con los trabajadores que contemple una capacitación laboral permanente y el absoluto respeto a los principios laborales.
Ha concluido una etapa del despertar de la juventud y la brillantez de su lucha no debe ser desperdiciada. Los pasos de titán no deben convertirse en pasos de enano. Urge la consolidación y el fortalecimiento autónomo de las falanges juveniles desligados, eso sí, de los añejos partidos tradicionales, cuyos viejos caudillos ansían envolverlos con su canto de sirena. Para evitarlo, urge que nuestra juventud se alimente de una saludable corriente ideológica progresista que trabaje por una nueva forma de hacer política y construya una nueva sociedad justa, digna y desarrollada.
Una juventud que trabaje por una nueva Carta Magna auténticamente democrática, humanista, orientada al desarrollo con justicia social y con absoluto respeto a los derechos humanos, con leyes consensuadas con las fuerzas vivas del país, defendiendo nuestra soberanía, medio ambiente y recursos humanos. Que forje nuevos e idóneos liderazgos en donde no quepan los corruptos, narcotraficantes, terroristas y delincuentes.