Uno de los grandes males sino el más grande que tenemos desde que nos constituimos como nación es la ausencia de políticas de desarrollo a mediano y largo plazo. Los gobiernos que se van sucediendo implementan cada uno su propia política, de acuerdo a sus intereses particulares, dejando de lado lo positivo que pudiesen haber realizado sus predecesores, es decir se vive el día a día, sin una visión de futuro, practicando efímeras políticas de gobierno más no duraderas de Estado. ¿Tenemos una visión de país, sabemos los peruanos lo que en resultados e indicadores concretos queremos lograr para el 2021?, al respecto creo que la respuesta es negativa. Frente a ello se propone el paradigma de la Gestión del Territorio, un proceso que teniendo como protagonistas a los diversos actores sociales de un determinado territorio, plantea la máxima optimización y eficiencia en el uso de los recursos y oportunidades para mejorar la vida y alcanzar el Desarrollo Humano, el cual constituye el fin de la descentralización como efectiva política pública.
Precisamente los magros indicadores en la región: altas tasas de desnutrición crónica infantil, de mortalidad materna, el bajo rendimiento académico de los alumnos y la persistencia del analfabetismo, solo por citar algunos, plantear la urgencia de impulsar este nuevo enfoque en el tratamiento de la salud y la educación.
En tal sentido la promoción de una cultura saludable constituye un elemento primordial. No es posible crear salud individual y colectiva al margen de los entornos y de los escenarios. La paz, la educación, la vivienda, la alimentación, un ingreso decente, un ecosistema estable, la justicia social y la equidad, son imprescindibles para un óptimo estado de salud, que a su vez es la premisa fundamental para una sustancial mejora de la calidad educativa. Para ello es preciso el abordaje de los determinantes sociales de la salud, es decir una serie de problemas estructurales: pobreza, exclusión y desempleo que persisten en la sociedad. Pero es necesario abordarlos mediante un trabajo coordinado, interinstitucional y con un planteamiento holístico y ese es el proceso de la Gestión de Territorio, la concertación de todos los actores, los que requieren superar conductas asistencialistas e individualistas de gobiernos, ministerios y programas que por generaciones enteras se indujeron en la mente de nuestro pueblo.
Hoy en día los gobiernos regionales y locales cuentan con los recursos financieros necesarios para afrontar y empezar a resolver la problemática social, lo que falta es algo de sentido común e inteligencia, de comprometerse y mirar de manera solidaria la vereda de enfrente, de decisión política, de capacidades profesionales y técnicas, y sobre todo, de entender la imperiosa necesidad de administrar y gestionar su territorio. Es absurdo, por decir lo menos, que muchos millones de nuevos soles generados por el canon y regalías mineras, entre otros ingresos, durmiendo el sueño de los injustos estén hoy amontonados en la bóvedas de los bancos o ¡solo Dios sabe donde!, mientras en muchos lugares aun campea la desnutrición infantil, las postas de salud están desatendidas, las madres siguen muriendo antes, durante o después del parto, veamos niños que son victimas del temido friaje y en las viviendas de las zonas marginales y alto andinas no haya agua y desagüe, y si existe agua, no es apta para el consumo humano.
En resumen, el nuevo paradigma busca que cada ciudadano y cada pueblo se conviertan en los auténticos arquitectos y protagonistas de su propio destino.