Chan Chan no tuvo un descubridor fueron los cronistas que relataron la existencia de este lugar.
La cultura Chimú surge con la leyenda de Taykanamo que vino del mar en balsas. La ciudadela de Chan Chan inspira a urbanistas y arquitectos del siglo XXI.
El 28 de noviembre, el complejo arqueológico Chan Chan cumple 25 años de ser declarado por la Unesco ´Patrimonio Cultural de la Humanidad´.
Escribir sobre Chan Chan emociona, pues recuerdo las visitas escolares, entre amigos y familiares. Pisar el palacio Nik-An (único abierto al turismo), es sentir energía, la brisa marina, escuchar el ruido del aire y ver sus muros en base a tierra que lo llevaron, alguna vez, a tener el título de Ciudadela de Barro más grande del mundo.
El aspecto arquitectónico de Chan Chan es magnífico y este detalle se le debe a la planificación urbana de lo que fue la cultura Chimú que surgió en el año 850 después de Cristo y se extinguió por el año 1470 con dominios territoriales por el norte hasta Tumbes, centro en Trujillo y por el sur hasta Carabayllo (Lima), según expresa Arturo Paredes, arqueólogo del Departamento de Conservación y puesta en valor del complejo arqueológico.
Para este estudioso de la cultura Chimú y Chan Chan desde 1980, existen hasta cuatro valores que destacar como son: valor histórico, porque la etnia Chimú fue dura con su oponente los Incas cuando estos buscaron conquistar sus tierras. Un hueso duro de roer, de no sometimiento, por lo que al caer los chimúes tuvieron que romper su unidad étnica.
valor artístico, la iconografía de sus muros y su planificación ornamental transmitieron su ideología, además de su riqueza arquitectónica y orfebre. valor social, pues tras ser declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad surge la identidad, pues los que habitan estas tierras (Trujillo) son culturalmente hijos de los chimúes. A esto se suma la dinamización de la economía turística. valor científico, que plantea la investigación y resultados del mismo para tener un conocimiento claro del aporte Chimú en el antiguo Perú.
Son estos valores que buscan de manera holística, según Arturo Paredes, la concepción de una cultura que surgió similar a los Incas cual leyenda (Manco Cápac) como la de Taykanamo, el primer emperador Chimú, que llegó a las costas de Huanchaco en balsas desde el mar fundando una dinastía que se extinguió con su último monarca Minchanzamán.
Lo peculiar del complejo arqueológico de Chan Chan es que no tuvo un descubridor pues su existencia se supo por cronistas de la época colonial. Abarcó 20 kilómetros cuadrados, constituida por 9 palacios cuya característica en su edificación es el barro que a diferencia de los adobes de paja de hoy en día, eran combinación de barro y piedra o graba, razón por la cual se resistió a más de un sismo.
El arqueólogo, menciona sin embargo que el peor enemigo de Chan Chan son las lluvias, tanto así que el fenómeno de El Niño del año 1100 fue tan devastador que destruyó el palacio denominado Xllang Chic-An que abarcaba la áreas de los hoy conocidos distritos de La Esperanza y Huanchaco.
Relata que el adobe Chimú sirve para estudiar su periodo de inicio, su periodo medio y terminal. Haciendo hincapié que los muros de adobe (10 metros de alto), son sobre cimientos de piedra unidos con barro, más anchos en la base y angostos en la cima.
El lenguaje o dialecto de los Chimú fue el Quingnam que dio origen a su nombre según los cronistas españoles. Chan significa sol y esto se recogió de boca en boca hasta llegar a lo que hoy llamamos Chan Chan previo a pasar por otras denominaciones.
Cuando uno visita el palacio Nik-An es un breve resumen de las 14.5 hectáreas declaradas intangibles por el Estado Peruano, su iconografía a través de los frisos estuvo compuesta por elementos marinos graficados en sus extensos muros. Una ardilla de algarrobo también figura como elemento atractivo.
Lo llamativo, para el arqueólogo Arturo Paredes, los chimúes pese a depender de la agricultura no graficaron esos elementos en sus paredes por una visión de cosmogonía por su génesis como cultura emergente del mar.
En los últimos años el Proyecto Complejo Arqueológico de Chan Chan, encabezado por Cristóbal Campana ha rescatado de los palacios Velarde (Ñing An) y Bandelier (Ñain An) unas 29 estatuillas de madera hechas de algarrobo y que representan el ambos géneros: femenino que llevan una especie de mullo o concha spondylus que representa la eternidad y masculino que llevan un caracol
El oro elemento vital de las civilizaciones antiguas como Chimú, fue extraído por los conquistadores españoles e incluso por herederos como fue Antonio Chaiwac. El historiador Alberto Pinillos, en su libro “Huacas de Trujillo” gráfica en cifras lo que se extrajeron españoles de las tierras de Chan Chan que entre sumas y registros de Miguel Feijóo de Sosa, corregidor de Trujillo del siglo XVIII, asciende a 941 mil 54 castellanos de oro (moneda de esos tiempos) cuyo valor en la actualidad sería deslumbrante sumado a ello su valor histórico.
La magia de su arquitectura, de sus laberintos, salas de audiencias han servido de motivación para construir edificaciones innovadoras y similares a lo que es la ciudadela Chimú, por ejemplo el Tecsup (Filial Trujillo) edificó su infraestructura en analogía a Chan Chan.
Barro, frisos, iconografía, efigies de madera, oro, autoridad, rebeldía e inspiración qué más podemos pedir a este elegante Ciudadela de Barro, solo agradecer a quienes preservan su entorno, denunciar a quienes no lo hacen y exigir al Gobierno mano dura contra las invasiones, culpables que el Patrimonio Cultural de la Humanidad este en riesgo.
*Datos: El dialecto de los chimúes fue el Quingnam, Nik-An (Casa del centro), Ñing An (Casa del mar), Ñain An (Casa de las aves), Xllang Chic-An (Casa del amanecer). El libro “Huacas de Trujillo” de Alberto Pinillos fue publicado 1977.
Por: Davinton Castillo (RPP)