domingo, 19 de junio de 2011

SOBRE EL INDULTO Y EL BLINDAJE



Por: Luis Peña Rebaza

luisprebaza1@hotmail.com

Lic. en Educación

En los tramos finales del segundo mandato presidencial de Alan García, el actual gobernante pretende levantar su alicaída imagen, que apenas cuenta con un promedio de aprobación del treinta por ciento por parte de la ciudadanía. ¡Qué notoria diferencia con los casos de Michelle Bachelet y Luis Ignacio da Silva, Lula, que culminaron su periodo de gobierno recibiendo una generosa aprobación superior al setenta por ciento!
Un gobierno que no obstante sus logros a nivel macroeconómico, deja una tremendo sinsabor y descontento en cuanto a la ineficacia de políticas redistributivas que contribuyan a paliar la situación de pobreza y pobreza extrema en que se encuentra sumido un tercio de la población. Aunado a ello las peligrosas bombas de tiempo que significan los más de 230 conflictos sociales que están ahí latentes a todo lo ancho y largo del país. Lo que sucede en Puno es solo una muestra de lo que puede acontecer en el futuro inmediato.
Si el primer gobierno de García, entre otras perlas es tristemente recordado por la escandalosa hiperinflación, el segundo será recordado por los vergonzosos actos de corrupción cometidos desde las más altas esferas y entornos de poder. En consecuencia, una de las formas que ha escogido para levantar su imagen es haber mandado levantar aquella gigantesca imagen del Cristo del Pacifico, ¿Dizque con su propio dinero?, aunque estamos olvidando que “la plata llega sola”, tratando así de aprovechar que somos un país muy creyente y siempre sensible al tema religioso. El otro aspecto es el pretendido indulto al ex dictador Alberto Fujimori. El aprismo apenas cuenta con cuatro escaños en el Legislativo, insignificante número que no le permite tener una influencia de peso y menos un margen de maniobra política que si la tendrían de ganarse la adhesión de los treinta y siete congresistas fujimoristas. Algo que desde ya no debe asombrarnos en vista que solamente estarían corroborando y ampliando a otro periodo, la evidente alianza parlamentaria que ha otorgado la comodidad con la que hasta hoy han actuado en el Congreso, permitiendo que sean archivados evidentes casos de corrupción cometidos por varios padres o en este caso padrastros de la patria.
Repitiendo la historia de la convivencia con los regímenes oligárquicos de Odría y Prado, otrora su tenaces y sanguinarios opositores, la cúpula aprista no tiene ningún decoro en seguir pactando con quienes estuvieron a punto de liquidar a su líder cuando sucedió el autogolpe del 5 de abril de 1992. “El fin justifica los medios”, diría un vigente Macchiavello. Un pacto para “garantizar la gobernabilidad” le llamaron antes y ahora mismo.
Si hablamos del famoso y pretendido indulto, debemos claramente precisar que no se trataría de un caso humanitario, de compasión tal como ciertos canales de televisión lo presentan, situación que tampoco lo amerita, sino de un hecho eminentemente político con el único e ilíicito fin de blindar a los corruptos. En consecuencia, la ciudadanía debe estar advertida y no permitir un nuevo escándalo, que además generaría inestabilidad política al régimen por iniciarse, el que de antemano, como un hijo no deseado, recibe cientos de conflictos sociales que debe ir solucionando.