A poco más de un mes de la culminación del segundo gobierno de Alan García, varias regiones del sur del país se encuentran convulsionadas a raíz de la exacerbación de los conflictos sociales. Situación que acontece en medio de un enorme vacío de poder, notoria falta de liderazgo y un tergiversado y antojadizo ejercicio de la autoridad que se observa desde la más alta esfera del país. Claro, no podía ser de otro modo mientras el Sr. García se dedica a visitar los trabajos finales del cuestionado “Cristo del Pacifico”, ¡cuándo no!, de antemano bendecido por el controvertido Cardenal Cipriani, sin importar el trasfondo y los entretelones que se presentan con la empresa brasileña Odebrecht. Curiosamente la mayor beneficiaria de las millonarias adjudicaciones de obras y que facturó al Estado la friolera de 5.758 millones de nuevos soles, y que además acaba de adjudicarse la construcción del segundo tramo del tren eléctrico de Lima, pese a denuncias de una serie de irregularidades cometidas en el proceso, empresa para quien, y como es lógico suponer, el costo de dicho monumento, algo más de ochocientos mil dólares, es una simple propina dominguera a un obediente monaguillo.
Al caos y descrédito del Ejecutivo, se agrega el pretendido pago por “vacaciones truncas” que han solicitado varios padres de la patria, en el argot popular léase padrastros, fomentados por la propia mesa directiva presidida por el Apra. Así están las cosas en este desprestigiado Congreso, cuyo porcentaje de aprobación hoy por hoy difícilmente llega a los dos dígitos.
¡Qué paradójico país en el que vivimos!, así mientras el máximo representante del Ejecutivo se frota las manos y alista su mejor traje para inaugurar aquel capricho suyo, tan gigantesco como su ego, y los congresistas salivan y hacen números para ver cuántos miles de nuevos soles se llevarán antes de abandonar el hemiciclo, ayer en la conmemoración del día del campesino, seis peruanos fallecieron en las protestas en Azángaro y Juliaca. No hay duda que quienes miran por encima del hombro al Perú profundo, telúrico y magnético de César Vallejo, al Perú de todas las sangres de Arguedas, consideran a aquellos peruanos como ciudadanos de segunda o tercera categoría, los perros del hortelano que se oponen a toda idea de progreso y desarrollo. Esta concepción racista no les permite entender la naturaleza multiétnica y cultural del país que a decir de nuestro ilustre premio Nobel, Mario Vargas Llosa, tiene el extraordinario privilegio de poseer no una sola identidad sino todas.
Lamentablemente esta diversidad ha servido para dividirnos y sesgarnos entre peruanos. Hasta hoy los sucesivos gobiernos no han sido capaces de incorporar esa gran heterogeneidad en un proyecto nación en el que todos sus componentes se sientan representados y, por ende, considerados cuando se trate de tomar las grandes decisiones. No solamente aquellas cuando a los ciudadanos se nos convoca cada cuatro o cinco años para las elecciones, sino el imperativo de considerar al Perú como un plebiscito diario o como una tarea colectiva, tal como lo planteaba Alberto Flores Galindo. Así los álgidos problemas que hoy convulsionan al sur peruano hubiesen podido ser evitados con una consulta previa a los pobladores, tal como lo estipula la propia ley.
Sin glorias aunque con abundantes escándalos y faenones, pronto se va este gobierno. Ojalá que la historia comience a cambiar a partir del 28 de julio.(http://conlafeylaverdad.blogspot.com)
Al caos y descrédito del Ejecutivo, se agrega el pretendido pago por “vacaciones truncas” que han solicitado varios padres de la patria, en el argot popular léase padrastros, fomentados por la propia mesa directiva presidida por el Apra. Así están las cosas en este desprestigiado Congreso, cuyo porcentaje de aprobación hoy por hoy difícilmente llega a los dos dígitos.
¡Qué paradójico país en el que vivimos!, así mientras el máximo representante del Ejecutivo se frota las manos y alista su mejor traje para inaugurar aquel capricho suyo, tan gigantesco como su ego, y los congresistas salivan y hacen números para ver cuántos miles de nuevos soles se llevarán antes de abandonar el hemiciclo, ayer en la conmemoración del día del campesino, seis peruanos fallecieron en las protestas en Azángaro y Juliaca. No hay duda que quienes miran por encima del hombro al Perú profundo, telúrico y magnético de César Vallejo, al Perú de todas las sangres de Arguedas, consideran a aquellos peruanos como ciudadanos de segunda o tercera categoría, los perros del hortelano que se oponen a toda idea de progreso y desarrollo. Esta concepción racista no les permite entender la naturaleza multiétnica y cultural del país que a decir de nuestro ilustre premio Nobel, Mario Vargas Llosa, tiene el extraordinario privilegio de poseer no una sola identidad sino todas.
Lamentablemente esta diversidad ha servido para dividirnos y sesgarnos entre peruanos. Hasta hoy los sucesivos gobiernos no han sido capaces de incorporar esa gran heterogeneidad en un proyecto nación en el que todos sus componentes se sientan representados y, por ende, considerados cuando se trate de tomar las grandes decisiones. No solamente aquellas cuando a los ciudadanos se nos convoca cada cuatro o cinco años para las elecciones, sino el imperativo de considerar al Perú como un plebiscito diario o como una tarea colectiva, tal como lo planteaba Alberto Flores Galindo. Así los álgidos problemas que hoy convulsionan al sur peruano hubiesen podido ser evitados con una consulta previa a los pobladores, tal como lo estipula la propia ley.
Sin glorias aunque con abundantes escándalos y faenones, pronto se va este gobierno. Ojalá que la historia comience a cambiar a partir del 28 de julio.(http://conlafeylaverdad.blogspot.com)