ACABÓ EL REPECHAJE Y SE PRODUJO UNA CAÍDA, PERO NUESTRO FÚTBOL RENACERÁ. TENEMOS DEBILIDADES, PERO TAMBIÉN FORTALEZAS. CORREGIREMOS ERRORES Y NOS LEVANTAREMOS MÁS FUERTES QUE NUNCA PUES PERTENECEMOS A UNA RAZA INDÓMITA QUE NUNCA SE RINDE ANTE LA ADVERSIDAD.
Por: Dionicio Mantilla León
Jugaron, sudaron, perdieron,
se desesperaron, lloraron, se indignaron con ellos mismos, pero jamás echaron
la culpa de la derrota a las condiciones del campo, al clima, ni tampoco a
otras personas. Sentimientos nacidos de lo más hondo del alma de nuestros
jugadores de la selección de fútbol, la selección de todos, nuestra selección,
que arribó a Q ’atar con su hato de ilusiones, con la esperanza de ser
protagonistas del mundial del deporte Rey, pero que no pudieron porque algo
falló en el juego de los 90’ y en los fatídicos penales. ¡Que cometieron
errores, los cometieron! ¡Que hubo falla en la estrategia de juego planteada
por Gareca! Posiblemente. ¡Que la culpa fue de Advíncula y Valera porque
fallaron los penales! ¡Que esto sucedió, si! ¿Pero existirá algún peruano sensato
que podría negar que ellos eran los primeros en desear acertar en su ejecución
y con ello darle el triunfo a nuestra selección?
¿Es acaso la hora de la critica
acerva y sin contemplaciones a nuestra selección? ¿Alguien puede negar el
pundonor puesto a prueba de nuestros jugadores en un campo deportivo tan
adverso? ¿Y qué hay de los años de gloria que nos brindaron años atrás? ¿Y que
hay de las proezas deportivas que aplaudimos con furor y en su momento de Jan
Luca Lapadula, Cristian Cueva, Edinson Flores, Renato Tapia, Miguel Trauco, Luis
Advíncula, Pedro Gallese y todo el quipo rojiblanco? ¿Y que hay de las eventos
de gloria que nos brindaron meses atrás Paolo Guerrero, Jeferson Farfán y
muchos más?
Todo un cúmulo de conjeturas e
interrogantes que piden esclarecimiento y respuestas válidas y que se hunden en
la incertidumbre y la desazón de millones de peruanos que se chocaron con la
enorme pared de la realidad de nuestro deporte Rey que aún tienen muchas debilidades
por superar, pero, también, mil fortalezas que
alimentan nuestro esperanza y orgullo
de ser peruanos. Nunca como hoy, gracias a la insurgencia de esta selección, nuestra
selección, los peruanos hemos dejado aflorar sentimientos escondidos por la
indiferencia y la ceguera. Sentimientos como la alegría, la fe y la esperanza,
la unidad, la identidad el orgullo de ser peruanos, de re encontrarnos con lo
nuestro, con nuestras raíces.
La oportunidad es válida para
reconocer que la nueva corriente directriz implementada por el D.T. del equipo
de todos, el argentino Ricardo Gareca, ha permitido el resurgimiento de nuestro
fútbol aletargado como estaba durante varios años, sumido en la apatía y en la
admiración a otros equipos del extranjero, porque no había a quien admirar a
nivel nacional resultando vergonzoso observar como nuestros jóvenes se ufanaban
de ostentar camiseta deportivas no nacionales. Pero al llegar la nueva era todo
el panorama fue cambiando.
Re descubrimos que el rojo y blanco
eran los colores maravillosos y eternos que nos pertenecen e identifican. Que
son nuestro sello, nuestro emblema, junto a nuestra bandera, himno y escudo.
Motivo por el cual nos ufanábamos de exhibirlos por las calles de los más
recónditos pueblos de nuestro país y ya no las camisetas extranjeras. Y con ese
símbolo de peruanidad acudimos miles de miles a los estadios a conformar el 12°
jugador del equipo de todos a los gritos de “Perú Campeón”, “Contigo Perú”,
“Como no te voy a querer” y muchos más.
Virtudes que, al salir al extranjero y competir con equipos afamados, colmamos los estadios pintando de rojo y blanco las tribunas y de cánticos de amor al terruño y a la amada Patria peruana iniciando con la entonación, a todo pulmón, de nuestros jugadores que esparciendo por los 4 vientos el “Somos libres, Seamos los siempre” van anunciando, como sonidos de trompeta bélica la salida de 11 guerreros a la lid. Una lid fortalecida con las voces de miles de peruanos de una hinchada reconocida y galardonada como en la “Mejor Hinchada del mundo” y convertida en el 12* jugador del equipo de todos.
RESURGIREMOS COMO EL AVE FÉNIX
Con Q’atar cerramos una etapa
marcada por una caída, que cierra una puerta dejando atrás años de gloria y
esperanzas deportivas felizmente alcanzadas, pero, también, muchos errores y
omisiones. Q’ atar significa, por tanto, una tregua, un alto para descubrir y
quemar dichos errores y fallas para luego emerger del centro de las cenizas
como el Ave Fénix milenario de la mitología griega.
Si, el deporte Rey de la Patria ha sufrido una caída que no esperábamos. Una caída que nos ha dolido, hemos sufrido y llorado, pero que consciente y subsanado el porqué de su caída se levantará por el generoso gesto de Cristo y el orgullo peruano como el Lázaro del pasaje bíblico aún más fortalecido y optimista tomando de la mano a las nuevas hornadas de niños y jóvenes deportistas anhelantes de coger la posta de los mayores. Anhelantes de andar por nuevos senderos que los guíen hacia nuevas metas de triunfos y glorias para orgullo de los 33 millones de peruanos que los esperamos ansiosos para entonar a todo pulmón, nuevamente y con orgullo: “¡Cómo no te voy a querer, si eres mi Perú querido, el país bendito que me vio nacer…!” y “Tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz de haber nacido en esta hermosa tierra del Sol” ¡Arriba Perú!