Un transeúnte falleció en medio de la balacera del último martes, cuando caminaba rumbo a su negocio ubicado en la avenida España.
Sobre el fallecimiento de Jorge Gil García se plantearon muchas hipótesis. La primeras versiones de la salvaje balacera que ocurrió el último martes en el jirón Salaverry, en pleno centro de la ciudad, indicaban que la muerte de este hombre se produjo por un ajuste de cuentas y que su cuerpo quedó tendido en medio de la calle cuando intentaba huir de los sicarios. Nadie imaginaba entonces, que el único error del infortunado hombre fue caminar por dicha zona.
Jorge Gil García falleció sin tener antecedentes policiales. Natural de Chepén, alquilaba un predio en la quinta cuadra de la avenida España, donde funcionaba su restaurante. La mañana del martes se despertó con la llamada de la dueña del local, quien le advirtió sobre una rotura de cañería y posible inundación.
El hombre, que estaba acostumbrado a levantarse temprano para comprar los insumos necesarios para su negocio, salió presuroso de su vivienda ubicada en Wichanzao, en la parta alta de La Esperanza, con dirección al centro de Trujillo, para verificar la situación y si era necesario, contratar un gasfitero.
Tomó una combi de la empresa Girasoles y bajó en la avenida Roma, por el Hospital Regional Docente. Cruzó el baipás, siguió por Nápoles y continuó rumbo a su restaurante. Cuando había dado los primeros pasos sobre la calle Salaverry, se vio en medio de una persecución y balacera. Dos motos lineales y un auto blanco perseguían a balazos a otro vehículo que era conducido por Bocón Robert, presunto líder de una organización criminal. Uno de los proyectiles rozó a Jorge en el hombro derecho, el segundo, el más letal, le impactó en la cabeza.
Su familia pide justicia
“Hoy mataron a mi hijo, mañana puede ser cualquiera de nosotros, es por eso que todos tenemos que exigir que esto pare, que las autoridades hagan algo frente al accionar de la delincuencia”, reclamó Julia García Quiroz, a quién aún le cuesta aceptar que su hijo, el menor de los nueve, haya terminado muerto de la peor manera, producto de una bala perdida.
“He escuchado que decían que era parte de la banda, que se bajó del carro, que quiso escapar, que porque le dispararon en la cabeza era delincuente, eso es falso, señor. Mi hijo no era delincuente, era honrado y trabajador”, exclamó al tiempo de exigir que el crimen no quede impune y que se investigue a profundidad.
“Espero que el general agote todos sus esfuerzos y se descubra a los asesinos”, expresó con dolor y amargura.(la industria)