Por: César Lévano
Días atrás me referí a los puntos de vista de la Iglesia Católica sobre la comunicación social, tal como se expone en la Instrucción Pastoral Communio et Progressio. Precisé entonces que no tenía a la mano ese ejemplar en la edición de la Tipografía Políglota Vaticana de mayo de 1971.
Que yo sepa, ninguna otra iglesia ha dedicado al periodismo una atención tan honda y abarcadora. El texto tiene su historia. El Concilio Vaticano II publicó inicialmente el texto Inter Mirifica (Entre los maravillosos medios), pero luego cayó en cuenta que se dirigía solo al sector del clero dedicado a los medios. Decidió que debía elaborar un trabajo dirigido a todo el mundo. Para ello el Papa Paulo VI nombró una comisión de prelados y de especialistas católicos de alto nivel que redactó La Instrucción Pastoral, que fue publicada por el Sumo Pontífice.
La Instrucción contiene doctrina y consejos. En algunos aspectos sustenta argumentos que, medio siglo después, entran en la contienda actual.
Por ejemplo, señala que el usuario de los medios necesita estar informado para “hacerse presente en las distintas situaciones económicas y políticas, sociales, humanas y religiosas de hoy”.
“Para lo cual” –expresa el parágrafo 34– “es necesario que tenga a su alcance ayudas y medios variados entre los cuales pueda elegir libremente, de acuerdo con sus necesidades, tanto privadas como sociales. Sin la diversidad real de fuentes de comunicación es ilusorio, queda anulado, el derecho de información”. (El subrayado es mío).
El documento considera, por otra parte, que si el capital es consciente de que los medios de comunicación, “a la vez que una inversión productiva, son un servicio a la cultura humana y social, se abstendrá de interferirse en la legítima libertad de los informadores y del público”. (Parágrafo 80).
En el parágrafo 80 se llega a sugerir un control social de los medios:
“Especialmente se recomienda a los profesionales y a los grupos del campo de la comunicación que creen asociaciones fundadas en leyes que aborden y promuevan todos los aspectos que les afectan. Convóquense a ellas representantes de las distintas organizaciones y estamentos de la nación o comunidad. Con ello se evitará, de una parte, la interferencia de cualquier autoridad civil o de la fuerza del poder económico, y de otra, se establecerá una colaboración de todos los informadores, por la que la actividad de los medios de comunicación social servirá mejor al bien común. En algunos lugares acaso será necesario que las mismas autoridades creen organismos de control, que por la misma ley deben estar constituidos de forma que se atiendan las distintas opiniones y líneas de pensamiento de toda la comunidad”.(diario uno)