Escribe: César Lévano
Jorge del Castillo, con el poder que ejerce en los medios, ha armado un escándalo y lanzado amenazas contra el diario UNO y contra mí, por un error cometido en nuestra edición de ayer, en la cual presentamos a la esposa de su hijo Manuel como si fuera la narcotraficante canadiense Gia Rogers. Reconocemos el error y pedimos disculpas. Pero la verdad es que la “burrier” sí estuvo en la fiesta aludida, y que, además, es amiga de Manuel del Castillo.
Varias fotos demuestran esa vinculación, de modo que la escandalera del “tío George” más parece una cortina de castillos artificiales que un auténtico grito de indignación.
El dirigente aprista no puede borrar con su ataque el hecho probado de que su jefe, Alan García, y otros miembros de la cúpula aprista están comprometidos con el narcotráfico, como se demuestra en el caso de los narcoindultos. Ese es un grave daño moral al Apra y los apristas, daño que Del Castillo calla y encubre.
Conocido es que la canadiense intentó sacar un alijo de 12 kilos con 610 gramos de cocaína camuflados en seis botellas. Por esa razón estuvo encarcelada 27 meses. Ignoramos por qué razón goza de semilibertad, a pesar de la gravedad de su delito. Personas enteradas nos indican que en la Fiscalía de la Nación está pendiente su proceso.
Esta no complica necesariamente a la familia Del Castillo, pero el error cometido por nuestro diario y el aparatoso escándalo de Del Castillo puede abrir la puerta a un interés acentuado por los vínculos realmente existentes entre los familiares del líder aprista y la narco canadiense.
Admitir un error no significa pasar la esponja sobre la presencia de la canadiense en la fiesta familiar de Del Castillo. Es evidente que algún miembro de esta la invitó. Quizá Manuel, quien aparece en una foto del álbum familiar con la joven europea. Allí no hay error posible. Sería bueno que Jorge del Castillo, en lugar de proferir amenazas, explique el origen de tan alegre amistad.
Para los periodistas reconocer un error es un principio de ética. En general, la prensa de derecha aquí y en todo el mundo es la prensa que calla, la prensa que miente y que calumnia, y que jamás pide disculpas.
Nosotros reconocemos el error y pedimos disculpas, pero no renunciamos a buscar la verdad de fondo, aquella que atraviesa la historia y que no se puede acallar con amenazas y procesos judiciales.
Acá, en un diario que el Apra quiso suplantar y eliminar, no nos mueve el odio a las personas, sino a un sistema, a la corrupción, el enriquecimiento ilícito y la estafa política.(diario uno)