Por: Dionicio Mantilla León
Nos encontramos a 53 días de las elecciones municipales y regionales en donde, de manera libre y consciente, varios millones de ciudadanos habremos de participar en la renovación del mandato de nuestros gobernantes regionales y locales. Una jornada democrática que debe ser desarrollada por los entes electorales: Jurado Nacional de Elecciones y Organismos Nacionales de Procesos Electorales de una manera transparente y sin ningún atisbo de irregularidad garantizando así que la elección responda realmente a la intención del electorado. Esta es la esencia de la función de los dos máximos entes electorales del país erigidos por ello en otro Poder del Estado junto al Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Una función que el Jurado Nacional de Elecciones, a través de sus instancias inferiores, los Jurados Electorales Especiales, vienen desarrollando, en su gran mayoría, de una manera atinada y respetando siempre la esencia del sentir del elector como es la libre elección de sus gobernantes; sin embargo, algunas instancias de dicho organismo electoral, sobre todo en las regiones del norte del país, al parecer han perdido la brújula o desconocen cuál es el objetivo final de este proceso electoral y como un “leñador desorientado” se han internado en el bosque de los excesos cogiendo “las ramas y no el tronco del árbol”.
En otras palabras, han centrado su mirada en las FORMAS y no en el FONDO o ESENCIA de la elección popular señalando como faltas gravísimas las formas de elección de los candidatos a pesar de ser conscientes de que cada agrupación política ha desarrollado sus elecciones internas de manera democrática: algunas a través del voto secreto y otras, a mano alzada, pero siempre elección interna. En otros casos, algunas agrupaciones políticas han presentado errores simples en la hoja de vida de sus candidatos con una palabra demás sin significar esto desviar la objetividad de la información.
Esto ha conllevado para que varias agrupaciones políticas que intervienen en esta justa electoral vengan quedando fuera de carrera en nuestra región como Restauración Nacional y SUMATE por una nueva Libertad, estando en capilla, Alianza para el Progreso, y , con ello, el número de listas se verá disminuido ostensiblemente quedando, en algunos casos, sólo dos o tres todo lo cual constituiría un serio golpe a la democracia enturbiando así la transparencia y brillo que debe tener toda jornada democrática. Esto nos da pie a pensar o que es exceso de celos en la función o sencillamente existe otra intención.
Considero que el espíritu de la ley electoral se centra en evitar que ingresen como candidatos ciudadanos con problemas judiciales o con serios antecedentes de deshonestidad en el desempeño de un cargo público o privado lo cual es saludable pues será garantía de un desempeño gubernativo idóneo en el futuro; sin embargo, observamos con estupor que quienes ostentan problemas dolosos con la justicia (narcotráfico, peculado, apropiación ilícita) han salido bien librados dándosele el caso de varios candidatos que hasta van por una reelección y están en carrera; sin embargo, quienes no los tienen sencillamente no lo están.
El hecho de que algunas personas ostenten un cargo temporal en el Jurado Nacional de Elecciones o en los Jurados Electorales Especiales no les convierte en personajes infalibles ni intocables pudiendo incurrir en errores y ser objeto de una justa observación con sustento de parte de la prensa y la ciudadanía, lo cual no significa encubrir algún incumplimiento grave de la norma electoral de parte de quienes intervienen en esta justa democrática.
Confiamos en que, finalmente, el buen tino sea el que se imponga y los organismos electorales, comprendiendo cabalmente cual es la esencia de esta nueva jornada democrática, corrijan sus errores y lo conduzcan por el camino correcto.