sábado, 23 de agosto de 2014

Hay heridas que aún no cicatrizan


Por: Dionicio Mantilla León

Es la madrugada del día 13 de abril del 2013. Un día difícil de olvidar. Esa fría madrugada en un lugar cercano al desvío de Otusco el negro libro de la tragedia humana escribía una de sus más tristes y condenables páginas. El ómnibus de una empresa cuyo nombre no quiero recordar se precipitaba al abismo llevando en su interior aproximadamente medio centenar de personas útiles cuyo único delito fue el de haber confiado en la responsabilidad del chofer y los propietarios de un vehículo que condujo a la muerte a 42 seres cuyos cuerpos fueron llevados al infinito por las torrentosas aguas del río Moche.

Fue un acontecimiento luctuoso que tiñera de luto a la región entera no sólo a Huamachuco y Trujillo. Un hecho que conmovió terriblemente el sentimiento humano, que hizo sangrar el corazón del más insensible. Padres, hermanos, hijos, amigos, vecinos, colegas y paisanos perdieron la vida de la manera más repudiable e inhumana. Muchas muestras de solidaridad y amor al prójimo surgirían ante el dolor y la desgracia que ese día se sembró. Dolor y desgracia que abriría una profunda herida en el alma de los liberteños y particularmente en el pueblo huamachuquino. Una herida que el tiempo no ha podido cicatrizar y que se ha profundizado aún más con la incalificable actitud de los irresponsables empresarios que no cumplen con indemnizar a los deudos a pesar del tiempo transcurrido.

Sí, un año, 4 meses y 10 días han transcurrido y el pétreo corazón de los propietarios de la fatídica empresa Horna no alivia, aunque sea mínimamente, indemnizando a los deudos y a los sobrevivientes. Una actitud que enciende la hoguera de la ira del ser humano más pasivo, de allí que no debe extrañar la justa reacción de un grupo de familiares de las víctimas y ronderos huamachuquinos que la madrugada del martes 19 tomaron a un bus perteneciente a la familia Horna que con un descaro sin límites cruzaba suelo huamachuquino como lanzando una cachetada al dolor y un escupitajo a la abierta herida.

No es la primera vez que el pueblo huamachuquino da muestra de altivez y coraje ante el abuso y la injusticia. Siempre lo ha hecho, haciendo honor al origen del nombre de nuestro querido pueblo: HUAMACHUCO: PUEBLO DE LOS HALCONES VALIENTES. La retención del bus a la luz de la legalidad tal vez no haya sido lo más correcto, pero nadie puede negar que es una lógica reacción del pueblo_ no sólo de un dirigente_ ante la burla de los empresarios que provocaran la tragedia más grande de toda la historia de la región liberteña. Ojalá que esto sea entendido por las autoridades que tienen que ver con la administración de justicia a quienes, haciéndonos eco de la exhortación hecha por nuestras autoridades regionales y del pueblo mismo, mucho nos gustaría pusieran el mismo celo en la aceleración del proceso que se les sigue a los empresarios de Horna teniendo en cuenta el excesivo tiempo transcurrido.

De otro lado, los propietarios del bus retenido y ya recuperado argumentan que les asiste el derecho al trabajo pudiendo por ello circular libremente por la ruta conseguida, una ruta cuyo permiso, sin embargo, se encuentra en el terreno de la incógnita razón por la cual nuestras autoridades regionales han ofrecido solicitar su revisión ante el Ministerio de Transportes. Nadie niega la validez del derecho al trabajo, pero por encima de ello se encuentran otros derechos y otros valores humanos mucho más preciados como son el derecho a la vida, al respeto y la dignidad humana. Valores que han sido afectados con los estigmas de la muerte, la burla y el abuso, estigmas que han provocado la aparición de una herida que aún sangra.

Frente a esta delicada realidad no queda más que invocar a la serenidad y la prudencia a todos los involucrados. Como han exhortado nuestras autoridades regionales, trasuntando el sentir de la comunidad huamachuquina y considerando que las heridas producidas por el dolor no han cicatrizado aún, la cuestionada empresa, considerando con ella sus afines, no debe cruzar suelo huamachuquino.

La asunción del buen juicio, la prudencia y la sensatez por parte de los involucrados en este caso es valedera hoy para prevenir conflictos sociales innecesarios en el futuro. El derecho a vivir en paz y el derecho a ser respetado que demanda todo un digno pueblo como es nuestro querido Huamachuco está por encima de cualquier interés particular.

La docente Violeta Rojas Baca se encuentra inválida en una silla de ruedas. Su mascota, en sus piernas, no entiende por qué ella no puede caminar. Víctima de Horna. Foto: Beto Mendoza.