110
metros de extensión tiene el muelle de Huanchaco.
Créditos: Cortesía/Maycol Araujo
Un lugar que conmueve el espíritu y que motiva expresiones de tristeza o alegría frente al mar del Pacífico.
El muelle de Huamachaco tiene 120 años de construido. Es un icono turístico del milenario balneario trujillano.
Uno de esos sitios es el muelle de Huanchaco, ubicado en el concurrido balneario a sólo 15 kilómetros de Trujillo.
El muelle tiene una estructura vetusta y hasta descuidada, pero plagada de recuerdos y promesas de amor no cumplidas que seguramente se perdieron como se pierde una ola en el mar.
Si el muelle de Huanchaco hablara cuantas historias contaría, cuantas palabras inspiradas por el más meloso de los imaginarios “cupidos” quedarían al descubierto, cuantos amores imposibles que se volvieron probables serían revelados.
Lo sé muy bien porque fui uno de ellos, uno de quienes recorrió paso a paso el muelle para luego probar un trago del licor insípido con el fin de tener valor y declarar mis sentimientos a la persona amada.
Y es que son más de 120 los años que han transcurrido desde que Huanchaco cuenta con este espacio único, con 110 metros de extensión que son sinónimo de punto de encuentro de turistas, curiosos y corazones solitarios que se cruzan con parejas que parecen extraviadas en su propio mundo de ensueño.
Lo mejor de todo es que por sólo 50 céntimos todos podemos ser parte de esta historia de relatos de tiempos inmemoriales cuando pescadores mochicas y chimúes utilizaban la zona como caleta para sus actividades productivas y surcaban las olas en sus caballitos de totora.
Aún hoy es posible observar desde el muelle a férreos hombres de mar huanchaqueros, veteranos pero con bríos juveniles e inacabables, dominar las aparentemente frágiles embarcaciones de totora mientras los eventuales testigos aplauden sus maniobras y disfrutan con cada desafío de los pescadores frente a la fiereza del mar.
El muelle de Huanchaco continúa en la actualidad como atractivo primordial del balneario y las autoridades comienzan a preocuparse por su limpieza, incluso la subacuática.
Por mi parte, yo me quedo con el lado romántico del muelle, con mis recuerdos de años adolescentes y juergas playeras de fin de año que siempre se guardan en un rincón del corazón, pero muy al rincón para que jamás sean descubiertas.
Así es el romántico muelle de Huanchaco, un lugar que conmueve el espíritu, que motiva expresiones de tristeza o alegría, pero que no deja corazón alguno en la pálida indiferencia.
Por: Davinton Castillo (RPP)