Fue en 1655 que un devastador sismo sacudió a La ciudad de Lima y el muro que albergaba la pintura del Cristo Moreno se mantuvo en pie. Más de 400 años han transcurrido desde entonces y la procesión del Señor de los Milagros se ha convertido en la manifestación religiosa más numerosa del mundo.
Desde hace 21 años, el Cristo Moreno es también considerado como Patrón Jurado y Protector de la Ciudad de la Eterna Primavera.
Octubre no es solo el décimo mes del calendario, es también el mes de la fe, de la devoción en una imagen sacra y bendita que ha logrado congregar las plegarias de ricos y pobres, sin distinción.
El Señor de los Milagros representa, sin duda, todo el sentimiento religioso de un pueblo como el peruano que sufre sin callar, y que espera en medio de oraciones y alabanzas la gracia divina de encontrar una esquiva y a veces utópica felicidad.
Cuenta la historia que ya en el siglo XVI, los esclavos angoleños veneraban la imagen de Cristo crucificado pintada en una pared de la llamada huerta de Pachacamilla, ubicada al interior de unos extensos terrenos pertenecientes al encomendero español Hernán Gonzáles.
Fue en 1655 que un devastador sismo sacudió a La ciudad de Lima y el muro que albergaba la pintura del Cristo Moreno se mantuvo en pie. El hecho fue considerado como un auténtico milagro, y bastó para difundir la fe en la imagen a todos de los confines de la capital peruana.
A partir de ese momento, los testimonios de fieles beneficiados con un milagro proveniente de la imagen se multiplicaron y con ellos, una infinidad de devotos ansiosos de expresar sus plegarias en busca de algún favor de la divinidad.
Más de 400 años han transcurrido desde entonces y la procesión del Señor de los Milagros se ha convertido en la manifestación religiosa más numerosa del mundo, con hermandades repartidas en diversos países que trabajan durante todo un año, para ofrendar al Todopoderoso una cálida y emotiva celebración.
En la ciudad de Trujillo, la imagen oficial del Cristo Moreno se encuentra en el templo Santo Domingo y cada mes de octubre recorre las calles de la urbe norteña, rodeada de incienso y velas, acompañada también de vendedores y comensales del exquisito turrón de Doña Pepa.
Desde hace 21 años, el Señor de los Milagros es también considerado como Patrón Jurado y Protector de la ciudad de Trujillo, título conferido gracias a la impresionante cantidad de fieles que acompañan las manifestaciones religiosas.
En cada esquina, la ciudad vive su fiesta. Los adornos morados recuerdan el color característico de una festividad que no tiene fronteras y que se expresa con indetenible pasión. Por eso, durante las procesiones, cada quien rinde homenaje a su manera: unos con silenciosas oraciones, otros con enjundiosos cánticos y los más audaces al ritmo de una salerosa marinera ejecutada con donaire para beneplácito de los presentes.
El fin del mes de octubre implica también el término de la fiesta morada. El Señor de los Milagros debe reposar en su templo hasta el año venidero y los devotos guardar fuerzas para un próximo homenaje popular.
Lo que nació como un culto evidentemente limeño es ahora motivo de congregación ilimitada, con muestras de amor inconmensurables.
Todo ello girando en torno a una imagen que representa la humildad y el sacrificio de un Dios humanizado, por quien los devotos vienen desde lejos en procesión a implorar su siempre justa bendición.
Por: Jorge Rodríguez (RPP)