Por: César Lévano
Luis Castilla, ministro de Economía, es algo así como el señor de los conflictos. Hace poco, se opuso al aumento de sueldos a médicos del Seguro Social y del Ministerio de salud. Puso así en riesgo la vida de millones de pacientes. Ahora se niega a cumplir acuerdos alcanzados para aumento en el ingreso de jueces superiores, mixtos y de paz.
El conflicto puede paralizar el aparato judicial. Esto tampoco parece inquietar a Castilla.
Más grave aún es el hecho de que el Tribunal Constitucional ordenara, días atrás, ese aumento. La desobediencia de ese mandato puede desatar un conflicto de proporciones en que el Poder Ejecutivo lleva las de perder.
No inquieta al ministro aparecer como burlador de la palabra empeñada. En efecto, según declaró ayer César San Martín, presidente del Poder Judicial, había acordado con el Poder Judicial tramitar un proyecto de ley destinado a ordenar la nueva escala remunerativa de los jueces.
Desde que Manuel González Prada marcó a fuego la corrupción de los jueces en el Perú, a cada momento surgen pruebas de esa inconducta. Magistrados a quienes sorprenden con las manos en la masa (en la masa de billetes cobrados a litigantes para emitir fallos torcidos). Don Manuel escribió que el Perú es como un organismo enfermo: donde quiera que se ponga el dedo, brota pus. En el Poder Judicial esa frase es aplicable con exactitud y en volumen caudaloso.
Quizá el aumento propuesto para los magistrados menores pueda aliviar la carga de deshonestidad. En todo caso, sería bueno que el pago remozado vaya aparejado con controles morales más estrictos, y sanciones más severas para los jueces coimeros.
Conozco casos en que los jueces amparan despojo de propiedades, despojo cometido y fortalecido por ventas ilegales y sucesivas refrendadas luego por notarías que hasta incurren en falsificación de fechas y admisión de documentos más falsos que una moneda de corcho.
Eso no justifica que se niegue el aumento ya concertado, y que ahora el Poder Judicial ha enviado por su cuenta al Congreso.
Un país que no puede confiar en la Justicia es un país de hombres y mujeres desamparados.
Alguna vez el Perú emprenderá una operación de alta cirugía moral, una palingenesia, que limpie los establos de Augías de la judicatura.
Mientras esa hora llegue, hay que satisfacer las reivindicaciones de jueces y empleados del Poder Judicial.
Sin olvidar que el ministro Castilla está ahí por recomendación de los gobernantes foráneos: el Fondo Monetario Internacional y el Banco mundial, para aplicar la política neoliberal que está arruinando al mundo. Cuenta Castilla con el apoyo entusiasta del hombre que lo nombró: el Presidente Ollanta Humala, quien parece no medir las consecuencias del conflicto con el Poder Judicial.(la primera)