Caminando por el gran Marcahuamachuco, entre leves rayos contrastantes y tenue niebla blanquecina de un frío día navideño, se sentía la nobleza y belleza de su arqueología y arquitectura. Eran las diez de la mañana del veintidós de diciembre, preámbulo de navidad, de una cercana NAVIDAD, que también ha de sentirse en el reconocido Complejo Arqueológico de Marcahuamachuco.
Aprecié entonces la fría mañana y contexto con el pesar de sus años - un grupo no muy amplio de comprometidos con el área de turismo, entre algunos extranjeros, el eje principal el gran Marcahuamachuco, sus comuneros, comuneras y niños guardianes - es posible que hayan advertido igual esa nostalgia junto al fogón, el olor a chocolate y tenue humo de auxilio del grandioso complejo arqueológico, se sentía y expandía.
No podía detener esa sutil percepción en mi mente y alma, decidí alejarme del grupo por un estrecho tiempo e impregnar en si el mítico día del misterioso lugar que atrae y se torna propio y auténtico desde donde uno lo percibe con querencia de cultura y ancestros, de identidad que te lleva al sentido Marcahuamachuco.
En el caminar estaba el helado viento y como si presintieran los pensamientos, golpeaba el rostro con fuerza e ira de esa mañana de melancolía. Llegue pronto a uno de sus extremos, visualizando estaba intacto el inexplicable paraje cuyo cuadro no podía abarcar el pensamiento, al fondo del río discurría el agua como un hilo de oro interminable y estrechado en su propia naturaleza y misteriosa niebla que rodeaba.
Pensé entonces en cómo se sentían los guerreros de esa extraordinaria época, en cómo florecían y se organizaban en una cultura inflexible y preponderante de los “Wamachukos”, y de cómo respiraban ese mismo aire puro con coraje frente a otras culturas invasoras. Eran tantos años y remotos tiempos de historia y cultura que aun no se logra comprender en su valor, cuando ese mismo aire ya no se siente el mismo.
El desolado sendero hasta el Sector Las Monjas, era largo y aplacaba el sentimiento. De pronto vino escenas y entusiasmo de ciudadanos vinculados a Turismo, Patronato, ciudadanía, hermanos en el extranjero como el Director de wamachuko.com, que ahora se encontraba con nosotros, de jóvenes huamachuquinos trasnochando y enfrentando hace dos años, la competencia nacional del Concurso “Maravilla del Perú” y consolidar el gran logro de ubicar nuestro recurso entre los primeros en la categoría cabal de “Obras Hechas por el Hombre”, nominación nacional que aconteció con ovación. Hoy esa valía se estruja en su destino y presupuesto, quizá con entusiasmo, quizá con desesperanza…
Era cerca del medio día y me acercaba al imponente Sector “Las Monjas”, uno de los principales lugares preferidos y específicos que concentra el gran Complejo Arqueológico Marcahuamachuco, en su larga extensión. Al exterior se avanzaba por lajas húmedas de piedra, huella de la alborada y amanecer; algunas ovejas se observaba a lo lejos, así como una que otra pastora y el paisaje de los vestigios Pre Incas, entre muros y más muros semejaba tenue en la niebla. Era el contexto.
Ingresé por la pequeña puerta, tan estrecha que uno se inclina para verse dentro como en un mundo diferente. Mi impresión fue muy fuerte ese día y tan diferente a otros. Estaba como siempre frente a tanta habitación y pasajes internos, en mi percepción con movimiento y vida, cuando uno visita con los grupos visitantes el monumento circular, que nos permite entremezclarnos en su misterio. Hoy el recinto calaba inerte, desolado y en abandono, los múltiples parantes lucían frágiles y desgastados en la intemperie.
Miré con asombro por el entorno y no estaban los “Guerreros” o “Doncellas”, solo acontecían muros diversos, vestigios de piedras, naturaleza y maderos sujetando los clásicos murales de piedra. Sentí profunda tristeza y recordé que no era la primera vez de esas sutiles sensaciones, como lo expresado por arqueólogos que aman el lugar. Eran en si los brazos y el clamor de auxilio desde la profundidad de los muros que aflige el alma, que hace correr lágrimas y confundirse en la lluvia.
Entonces como un libro abierto estrujé dentro de mi, sus hojas llenas de historia para leer, reflejar, escribir y transmitir la expresión que acontece en lo profundo de esos muros que buscan tener vida y reflejar lo que es una gran cultura que nos llena de orgullo y sentimiento que hay que merecer, comprender y valorar a través del tiempo.
Allí quedó el chocolate, los vientos fuertes, lluvia y niebla, en busca de una NAVIDAD, con sol y alegría, una navidad auténtica y franca que se mece en su legado del milenario Complejo Arqueológico de Marcahuamachuco, con sus Guardianes “Guerreros” y su gente que lo ama y quisiera llevarlo consigo, protegerlo y custodiarlo con las murallas o defensas de sus tiempos y que el año que viene sea nuevo y certero en su destino.
Cuántas veces para el advenimiento de un nuevo año, con misticismo, se piensa en el misterioso y significativo coloso de Piedra Marcahuamachuco y se procura ir hasta sus restos para protegerse y apoyarse con los Apus que lo franquean y sentir la esencia de los ancestros. Hoy esa mágica tradición está en sus propias manos, destino y legitimidad que obra para el imperecedero “Machu Picchu del Norte”.
En el camino está el análisis de lo nuestro, empezando por los orígenes del Complejo Arqueológico Marcahuamachuco, icono que nos representa y que nos llena cada día con su incógnita y belleza, que se muestra a través de los años e inclemente tiempo, día y noche, implorando que no se le abandone ni ignore en su historia y valía. Al final concluí, podríamos ser muchos en el camino… El retorno, fue largo y con llovizna, nubarrones próximos y lejanos amenazaban la senda, del sentido camino legendario que espera el rescate e identidad del grandioso MARCAHUAMACHUCO.
Feliz Navidad Sentido Marcahuamachuco…
Aprecié entonces la fría mañana y contexto con el pesar de sus años - un grupo no muy amplio de comprometidos con el área de turismo, entre algunos extranjeros, el eje principal el gran Marcahuamachuco, sus comuneros, comuneras y niños guardianes - es posible que hayan advertido igual esa nostalgia junto al fogón, el olor a chocolate y tenue humo de auxilio del grandioso complejo arqueológico, se sentía y expandía.
No podía detener esa sutil percepción en mi mente y alma, decidí alejarme del grupo por un estrecho tiempo e impregnar en si el mítico día del misterioso lugar que atrae y se torna propio y auténtico desde donde uno lo percibe con querencia de cultura y ancestros, de identidad que te lleva al sentido Marcahuamachuco.
En el caminar estaba el helado viento y como si presintieran los pensamientos, golpeaba el rostro con fuerza e ira de esa mañana de melancolía. Llegue pronto a uno de sus extremos, visualizando estaba intacto el inexplicable paraje cuyo cuadro no podía abarcar el pensamiento, al fondo del río discurría el agua como un hilo de oro interminable y estrechado en su propia naturaleza y misteriosa niebla que rodeaba.
Pensé entonces en cómo se sentían los guerreros de esa extraordinaria época, en cómo florecían y se organizaban en una cultura inflexible y preponderante de los “Wamachukos”, y de cómo respiraban ese mismo aire puro con coraje frente a otras culturas invasoras. Eran tantos años y remotos tiempos de historia y cultura que aun no se logra comprender en su valor, cuando ese mismo aire ya no se siente el mismo.
El desolado sendero hasta el Sector Las Monjas, era largo y aplacaba el sentimiento. De pronto vino escenas y entusiasmo de ciudadanos vinculados a Turismo, Patronato, ciudadanía, hermanos en el extranjero como el Director de wamachuko.com, que ahora se encontraba con nosotros, de jóvenes huamachuquinos trasnochando y enfrentando hace dos años, la competencia nacional del Concurso “Maravilla del Perú” y consolidar el gran logro de ubicar nuestro recurso entre los primeros en la categoría cabal de “Obras Hechas por el Hombre”, nominación nacional que aconteció con ovación. Hoy esa valía se estruja en su destino y presupuesto, quizá con entusiasmo, quizá con desesperanza…
Era cerca del medio día y me acercaba al imponente Sector “Las Monjas”, uno de los principales lugares preferidos y específicos que concentra el gran Complejo Arqueológico Marcahuamachuco, en su larga extensión. Al exterior se avanzaba por lajas húmedas de piedra, huella de la alborada y amanecer; algunas ovejas se observaba a lo lejos, así como una que otra pastora y el paisaje de los vestigios Pre Incas, entre muros y más muros semejaba tenue en la niebla. Era el contexto.
Ingresé por la pequeña puerta, tan estrecha que uno se inclina para verse dentro como en un mundo diferente. Mi impresión fue muy fuerte ese día y tan diferente a otros. Estaba como siempre frente a tanta habitación y pasajes internos, en mi percepción con movimiento y vida, cuando uno visita con los grupos visitantes el monumento circular, que nos permite entremezclarnos en su misterio. Hoy el recinto calaba inerte, desolado y en abandono, los múltiples parantes lucían frágiles y desgastados en la intemperie.
Miré con asombro por el entorno y no estaban los “Guerreros” o “Doncellas”, solo acontecían muros diversos, vestigios de piedras, naturaleza y maderos sujetando los clásicos murales de piedra. Sentí profunda tristeza y recordé que no era la primera vez de esas sutiles sensaciones, como lo expresado por arqueólogos que aman el lugar. Eran en si los brazos y el clamor de auxilio desde la profundidad de los muros que aflige el alma, que hace correr lágrimas y confundirse en la lluvia.
Entonces como un libro abierto estrujé dentro de mi, sus hojas llenas de historia para leer, reflejar, escribir y transmitir la expresión que acontece en lo profundo de esos muros que buscan tener vida y reflejar lo que es una gran cultura que nos llena de orgullo y sentimiento que hay que merecer, comprender y valorar a través del tiempo.
Allí quedó el chocolate, los vientos fuertes, lluvia y niebla, en busca de una NAVIDAD, con sol y alegría, una navidad auténtica y franca que se mece en su legado del milenario Complejo Arqueológico de Marcahuamachuco, con sus Guardianes “Guerreros” y su gente que lo ama y quisiera llevarlo consigo, protegerlo y custodiarlo con las murallas o defensas de sus tiempos y que el año que viene sea nuevo y certero en su destino.
Cuántas veces para el advenimiento de un nuevo año, con misticismo, se piensa en el misterioso y significativo coloso de Piedra Marcahuamachuco y se procura ir hasta sus restos para protegerse y apoyarse con los Apus que lo franquean y sentir la esencia de los ancestros. Hoy esa mágica tradición está en sus propias manos, destino y legitimidad que obra para el imperecedero “Machu Picchu del Norte”.
En el camino está el análisis de lo nuestro, empezando por los orígenes del Complejo Arqueológico Marcahuamachuco, icono que nos representa y que nos llena cada día con su incógnita y belleza, que se muestra a través de los años e inclemente tiempo, día y noche, implorando que no se le abandone ni ignore en su historia y valía. Al final concluí, podríamos ser muchos en el camino… El retorno, fue largo y con llovizna, nubarrones próximos y lejanos amenazaban la senda, del sentido camino legendario que espera el rescate e identidad del grandioso MARCAHUAMACHUCO.
Feliz Navidad Sentido Marcahuamachuco…
Foto: Flor Vazallo Peña(http://conlafeylaverdad.blogspot.com)