Una de las reformas más importantes se impuso asociada a la reelección inmediata.
En una votación en la que se negó la posibilidad de separar la bicameralidad de la reelección inmediata, se aprobó en segunda instancia la más importante de las reformas constitucionales. El Congreso modificó, para lograrlo, 50 artículos de la carta magna del 93 e impuso, sin mayor debate, el retorno a las dos cámaras, sin el paso previo de la consulta popular.
Entre los cambios aprobados, se contempla la posibilidad de postulación para 32 congresistas actuales, quienes podrían tentar a una curul, al cumplir uno de los dos requisitos planteados; es decir, que hayan sido congresistas. El segundo es ser mayor de 45 años. Los habilitados no alcanzaban la edad requerida.
Con esta trampa en la votación, el actual Congreso ha logrado hacerse de una vía express para garantizar su presencia en una eventual elección y pretender sobrevivir en un segundo periodo, pese a su falta de legitimidad y mínimo respaldo popular, con índices de aprobación que apenas bordean el 6%. La congresista Flor Pablo insistió en la separación de las votaciones entre bicameralidad y reelección, pero no fue atendido su reclamo por el presidente del Congreso, Alejandro Soto, a cargo del debate.
Fueron al final 91 votos a favor, con lo que se selló la reforma. El proyecto se ha elevado al Ejecutivo para su no existencia. Bloques de partidos como Fuerza Popular y sus aliados, entre ellos el Bloque Magisterial, apoyaron con decisión la bicameralidad con trampa. Perú Libre se opuso a apoyar la moción.
Quedan ahora muchas preguntas no resueltas: cómo se incrementan 60 senadores a los 130 diputados, sin que se genere un gasto público dispendioso en bonos y prebendas, al estilo del actual. Cómo se impulsa la paridad que no está contemplada en el proyecto y también la representación regional y étnica, que tampoco figura.
La existencia de un Senado debe ir de la mano de una mayor y mejor representación nacional, sin preeminencia limeña y con una fuerte participación política ciudadana. La pregunta es cómo un Congreso como el actual puede impulsar un proyecto así.