sábado, 2 de marzo de 2024

Contra el pacto infame

Desde el Congreso se lanza ofensiva antidemocrática.

En la votación que se realizó en el Congreso para la remoción de la actual presidenta Dina Boluarte, solo 28 congresistas opinaron a favor. El resto hizo causa común no con la mandataria, sino con su curul, los meses que les quedan por delante de bonos, viajes y otras prebendas que se otorgan entre ellos, a mano alzada.

Es una cifra que permite establecer que Dina Boluarte y su gabinete operan con una mayoría política en el Congreso, logrando ambos —Ejecutivo y Legislativo— permanecer en los cargos mientras se pueda, con el compromiso silencioso de no interferirse mutuamente.

Con esa complicidad, el Congreso avanza en sus propios intereses, arrinconando a los otros poderes del Estado, mientras organiza el país legal que les sea útil. El sistema de justicia ad hoc, el sistema electoral obsecuente y una ciudadanía sin liderazgos.

En este proyecto suicida para la democracia peruana no interesa qué norma se vulnera o qué mecanismo se pone en marcha. Se trata de tener el terreno apisonado para seguir adelante con la dinámica que ya saben que es útil y con las autoridades adecuadas para no tener interferencias.

Es una lógica perversa la que se está instalando. Los investigadores están pasando a la categoría de investigados y los personajes con procesos de corrupción sostenidos en hechos, datos y delatores confesos ahora se están convirtiendo en perseguidos políticos y víctimas de quienes pusieron a la luz sus delitos.

La maquinaria avanza y tiene ya objetivos claros. Primero, la Junta Nacional de Justicia, a la que el 7 próximo se le juzgará por cargos que no resisten el análisis. Y tras ello, seguirán otros organismos autónomos, como los entes electorales. Se trata de un proyecto político lesivo y autoritario, indigno de cobijarse en un poder del Estado, que por esencia debe responder a la ciudadanía y que apenas cuenta con un 6% de aprobación. Son tiempos muy oscuros para el país.