Por: Dionicio Mantilla León
¿Quién no recuerda aquella desgraciada frase lanzada un ya lejano 5 de abril de 1992 con la cual se iniciaba la nefasta dictadura fujimorista: “¡Disolver!¡Disolver! el Congreso de la República, por ponerse de espaldas a los intereses de la nación”. Consecuentemente con ello, el dictador dio paso a la disolución del Parlamento atentando así contra el símbolo de la representación democrática. Una histórica fecha escrita como maldición, que parece repetirse hoy pues ahora el Parlamento, de mayoría fujimorista, se ha puesto a espaldas de los intereses populares razón por la cual la inmensa mayoría del pueblo lo desaprueba en un orden del 97% es decir, prácticamente todo el Congreso ha perdido su legitimidad.
Hasta antes de su disolución el Congreso de la República funcionaba bicameralmente, esto es, con dos cámaras legislativas: Diputados y Senadores siendo disuelto por el dictador para “arreglar” su reelección. Han pasado 26 años y la necesidad de volver a la bicameralidad se ha convertido en una urgencia. En ese sentido, el Poder Ejecutivo, haciéndose eco del sentir popular, lo ha incluido en el paquete de reformas constitucionales que serán sometidos a referéndum el 2 de diciembre, lamentablemente, como, ya se suponía, la señora K…eiko y el fujimorismo se oponen calificando torpemente al referéndum de “populista o intrascendente”. Si el Congreso no da pase al referéndum esta deberá aplicarse sí o sí con la salvedad de que, en esta ocasión, el Presidente de la República, de acuerdo a la Constitución Política, haciendo uso de la “cuestión de confianza” podrá “disolver” el Congreso convocando a nuevas elecciones para renovarlo.
Pese a todo la bicameralidad debe ser restablecida. La cámara de Diputados actuará como elaboradora de leyes y, la de Senadores, como entidad revisora de las mismas. La primera, abordando temas trascendentes de ámbito regional o macro regional y, la segunda, temas de nivel nacional e internacional. De tal suerte que las normas que regirán los destinos del país serán atendidas con mayor esmero y serán de calidad, no como hoy, que en la mayoría de casos, se elaboran leyes insulsas como la celebración del “día del seviche” o del “centenario de fulano o zutano” obviando temas trascendentes que superen los mil problemas que nos agobian. Una actitud que ha contribuido al descrédito y es motivo de vergüenza de la calidad de congresistas que tenemos_ con excepción de algunos_ más aún si tomamos en cuenta el comportamiento soberbio de quienes hoy dirigen el Congreso.
La propuesta del Gobierno señala un número de 100 miembros para la Cámara de Diputados y 30 para la Cámara de Senadores. Para ser Diputado se requiere ser peruano de nacimiento, gozar del derecho de sufragio y tener 25 años de edad; para ser senadores, ser peruano de nacimiento, gozar del derecho del sufragio y contar con 35 años de edad. Los primeros, se elegirán en micro distritos electorales, se aplicará el voto preferencial y la cuota será. 50% hombres y 50%, mujeres; su función principal será elaborar leyes y podrán ser disueltos por el Presidente de la República, de acuerdo a la Constitución.
En cuanto a la Cámara de Senadores se elegirá por macro regiones, no habrá voto preferencial y se elegirán en lista completa o cerrada; la cuota será de 50% hombres y 50% mujeres; su función principal será aprobar el presupuesto nacional y revisar las leyes alcanzadas por la Cámara de Diputados. Según nuestro modesto parecer y considerando la vastedad demográfica de nuestro país el número de miembros de la Cámara de Diputados debería ser incrementado a 120 miembros, pero mantenerse el número de Senadores.
De esta manera, se abriría una nueva etapa en el devenir democrático del país y ningún aprendiz de dictador o dictadora lo va a impedir. Este Congreso tuvo la oportunidad de hacerlo hace más de un año existiendo hasta cuatro proyectos de ley presentados por congresistas no fujimoristas, (Entre ellas, Patricia Donaire), pero fueron encarpetados pero hoy, a través del referéndum del 2 de diciembre, esto se hará realidad sí o sí.