El profesor Walter Iparraguirre Jáuregui, conocido docente del Instituto Superior Pedagógico José Faustino Sánchez Carrión dejó de existir en la ciudad de Trujillo. Sus restos mortales son velados en esa ciudad.
Vate Iparraguirre, como se le llamaba, deja un vacío en la educación huamachuquina por su aporte y enseñanzas, sus disertaciones y defensa del pensamiento de Sánchez Carrión, sus críticas constructivas a la realidad social y económica de nuestra ciudad y la provincia, una gran pasión por el deporte huamachuquino y sus contagiantes bromas que inspiraban compromiso y humor en todo momento.
Aquí, una entrevista del diario El Comercio en noviembre del año 2016 a Walter Iparraguirre quien fuera el primer entrenador de Christian Cueva, ahora seleccionado nacional.
“A su papá le dije que iba a ser el diez de la selección”
El profesor Walter Iparraguirre contó a "El Comercio" que Christian Cueva le hacía recordar a Ramón Mifflin
Johnny Aurazo
“Christian Cueva puede haber nacido en Trujillo, pero fue en Huamachuco donde se formó deportivamente”, dice orgulloso Walter Felipe Iparraguirre Jáuregui, el primer entrenador que tuvo el volante de la selección nacional.
Al ‘Profesor’ lo encontramos en la calle San Martín, descansando sobre la banca que se encuentra frente a su casa, en Huamachuco, capital de la provincia de Sánchez Carrión, en la región de La Libertad. En esta localidad andina ubicada a 3.169 metros sobre el nivel del mar, ‘Cuevita’ es ídolo, la gente hincha el pecho cada vez que un extraño pregunta dónde vivió la actual figura del Sao Paulo de Brasil.
“Christian vivía con la pelota. Él llegó al centro de aplicación [colegio] del Instituto Superior Pedagógico José Faustino Sánchez Carrión cuando tenía ocho años o quizás menos. A esa edad ya podía destacar de él dos aspectos: su inigualable quimba y su explosión para dejar en el camino al más pintado de los defensas. A su papá le dije que iba a ser el diez de la selección y él, en el buen sentido de la palabra, le dijo que los iba a sacar de misios y empezó a cuidarlo”, recuerda el ‘Profesor’.
La humilde casa que el ex jugador de Alianza Lima habitó en Huamachuco se ubica a pocas cuadras de la vivienda del profesor Iparraguirre, cerca de la hermosa Plaza de Armas, una de las más grandes del Perú. Con sus padres y sus dos hermanos vivió en el segundo piso. Ellos radican actualmente en Trujillo, su esposa y su pequeña hija viven con él en Sao Paulo, pero el inmueble guarda recuerdos indelebles de la infancia y la adolescencia del ídolo paulista. “Era un niño alegre, bien chiquito y bastante flaquito. Solo su tía y otro familiar viven ahora ahí”, refiere una vecina.
Walter Iparraguirre asegura que el juego quimboso y la explosión que poseía Christian Cueva en los pies le hacían recordar al ex seleccionado nacional Ramón Mifflin y “a la mejor versión” de Carlos ‘Kukín’ Flores, ex volante de Sport Boys. “Hacía magia con la pelota. Era único en su puesto, el diferente”, añade el profesor.
Cuando ‘Cuevita’ se integró al equipo de fútbol del colegio del instituto pedagógico Sánchez Carrión, las vitrinas del plantel comenzaron a llenarse de copas. Apenas a los 13 años, fue promovido al equipo que jugaba el campeonato de primera división de la liga local. “Nunca su escaso peso y su diminuta talla fueron pretextos para evitar enfrentarse a chicos de 25 o 30 años. Más bien, ellos lo respetaban mucho”, afirma Iparraguirre.
A los 12 años de edad, Christian Cueva debió reforzar al equipo de la categoría sub 14. Pese a que en el papel era una clara desventaja para su equipo, la decisión de su entrenador fue cuestionada por los colegios rivales y estos presentaron un reclamo para sancionarlo y evitar que siga jugando. Obviamente el reclamo no prosperó y el pequeño ‘Cuevita’ fue la figura demoledora del torneo.
“Hay otra anécdota de Christian. Una vez lo jalaron en educación física porque se aburría de lo que hacían sus compañeros y el profesor. Él prefería irse a jugar fútbol con los más grandes y escuchar charlas tácticas”, cuenta sonriente el ‘Profesor’.
Ahora que ve a su ex pupilo ser el diez de la selección, Walter Iparraguirre anda feliz pese a la muleta que debe usar por la diabetes que sufre. Su voz nunca se corta, su mente se despeja y una sonrisa se apodera de su arrugado rostro. Para él, el argentino Ricardo Gareca es como “un ángel de la guarda” para su muchacho. “Lo que siempre me interesó de Christian es su crecimiento personal, más que el futbolístico. Esa confianza que le ha dado el profesor Gareca hoy le permite ser el jugador que tuve en mis sueños”, añade, y sonríe.
En Huamachuco, a cuatro horas de Trujillo y a trece de Lima, viven orgullosos de ‘Cuevita’, su hijo pródigo. El volante dejó esta ciudad cuando el ‘Chino’ Víctor Rivera enfrentó a la selección de Huamachuco con los juveniles de la Universidad San Martín. “El profesor quedó tan impresionado del juego de Christian, que en el segundo tiempo nos pidió que refuerce a su equipo. Lo hizo, nos metió un gol y se lo llevaron”, culmina el ‘Profesor’.(el comercio)