Por: Dionicio Mantilla León
Esta frase aparentemente es ilógica y contradictoria. En efecto, así es. Sin embargo, en algunas circunstancias de la vida tiene una explicación razonable que es posible aceptar, tal es el caso de la participación de nuestro seleccionado de fútbol en el mundial de Rusia de este año.
¡Qué peruano no ha podido derramar algunas o muchas lágrimas con la derrota de nuestro equipo frente al equipo de Francia! Todos nos hemos entristecido y hasta sumido en una honda depresión porque aceptar un fracaso es muy complicado, mucho más aún si somos conscientes de que al sumarlo con el resultado adverso tenido con el seleccionado de Dinamarca la chance de nuestra permanencia en este evento mundial ya no será posible. Aunque, a la verdad, todavía falta un encuentro más el que será con el equipo de Australia que esperamos sea coronado con el éxito.
Mas las lágrimas no se derramaron sólo por el traspié sufrido en las canchas de Rusia sino por la gran esperanza e ilusión que treintaidós millones de peruanos nos fijamos desde hace varios meses de llegar, por lo menos, a octavos de final de este evento mundial. Una esperanza que, lamentablemente, no se alcanzó. Sin embargo, lo que si conseguimos es llenarnos de orgullo al haber conseguido exhibir ante el mundo la calidad de nuestro futbol, una calidad que se nutre con los ornamentos de la habilidad y la picardía, con el juego cohesionado de equipo, con la pasión por defender con denuedo los colores de la blanquiroja.
Sin lugar a dudas, estos resultados adversos nos dejan un sabor amargo el que se ven disipados por la conciencia de que nuestros compatriotas les jugaron a los gigantes europeos de igual a igual y que jamás se amilanaron. Así como nos llenamos de orgullo al permanecer invictos durante 15 partidos anteriores para llegar por fin al mundial luego de 36 años de ausencia, es necesario nutrirnos de fortaleza para aceptar la adversidad. Hay que saber ganar, pero también saber perder, pero mucho mejor saber levantarnos como el Ave Fénix mitológico. Es necesario evaluar nuestro desempeño y extraer las lecciones y experiencias que nos permitan catapultarnos hacia mejores acciones en el futuro.
Empero, nos llena de satisfacción el hecho de que nuestra participación en el mundial de Rusia nos ha dejado bellos legados, preciadas joyas morales que creíamos ya perdidos como son nuestra identidad y unidad nacional. En efecto, como nunca nos hemos sentido muy orgullosos de ser peruanos y pertenecer a una raza poseedora de una gran cultura. Una lección práctica de formación cívica nacionalista. Con cuanto orgullo nuestros colores patrios se han exhibido en todo el país y el mundo en camisetas, gorros y muchos otros aditamentos. Todos, desde gobernantes y gobernados, desde adultos a jóvenes y niños, desde empleadores y trabajadores. Desde soldados, policías, y hasta los reos en los penales. Desde la amplitud de las calles y plazas, hasta el abrigado ambiente de escuelas y hogares exhibiendo con pasión la blanquiroja y entonando a todo pulmón las sagradas notas de un himno con sabor a libertad y unidad. Un himno que es admiración del mundo entonada por la hinchada más leal, multitudinaria y admirada del mundo.
Va culminando la participación de nuestro equipo en el mundial y en el libro de la historia del fútbol peruano se habrá de escribir con letra indeleble las huellas de pundonor y entrega que va dejando nuestro seleccionado con su Capitán, Paolo Guerrero. Lecciones de historia deportiva que nos dice que nuestra juventud está hecha para eventos de gran nivel, que el deporte sirve para educar y fijar metas cada vez mayores, que el deporte es semilla de valores y mensajes positivos de responsabilidad, unidad, perseverancia, disciplina y de amor por la gran patria peruana.
¡Perdimos, pero ganamos! ¡No clasificamos a octavas del mundial, pero ganamos y, de lejos, en el fortalecimiento de nuestra identidad, orgullo y amor al país que nos vio nacer!
¡Gracias muchachos! ¡Gracias por este bello capítulo de nuestra historia deportiva que nos han legado! ¡Un capítulo que estamos seguros será enriquecido y mejorado por las nuevas generaciones deportivas que vendrán pues este mundial nos ha servido para empezar a crecer!
¡Este sueño recién comienza! ¡Nos esperan nuevos eventos y, esos, esos, si serán de triunfo y de gloria! ¡Claro que sí!¡Arriba el Perú!