Por: Dionicio Mantilla León
Luego de un largo debate en el Concejo Nacional del Trabajo en donde los representantes de los empresarios privados sólo proponían un aumento de S/. 30.= soles mensuales el gobierno anterior fijó un aumento de 80 soles quedando el nuevo sueldo mínimo vital en 930 soles ante lo cual el Director del Banco Central de Reserva del Perú, Julio Velarde, provocó un escándalo afirmando que “no era conveniente dicho aumento del s. m. v. porque podría provocar un desequilibrio económico” sin decir que él percibe un sueldo, nada más ni nada menos, que de S/.41, 000 mensuales, los Ministros S/. 30,000, los Congresistas, S/. 15,600 y los altos funcionarios estatales pasan de S/. 40,000.
Con este preámbulo infeliz y desgraciado que está de acuerdo con este sistema injusto y abusivo del capitalismo salvaje que predomina en nuestra nación cuyos fieles discípulos son todos los gobiernos de turno derechistas que hemos tenido y tenemos arribamos a un aniversario más de la conmemoración del Día del Trabajador recordado con mucha reverencia por todos los trabajadores del mundo que ofrendaron su vida por un futuro mejor particularmente para nosotros los trabajadores peruanos que, con nuestro esfuerzo, construimos el edificio de la grandeza de la patria.
Un día señalado por el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional celebrado en París el 1 de mayo de 1886 en homenaje a los mártires de chicago que se inmolaron por sus ideales de justicia gestando y participando de varias medidas de protesta entre ellas la huelga de 200,000 obreros de la fábrica Mc Cormick demandando el establecimiento de una jornada de 8 horas de labor medida de fuerza en donde resultaron muertos 6 trabajadores y centenares de heridos.
Resulta bastante conocido que cada vez que alguien osa hacer algún reclamo y, ante la indiferencia de los empresarios o el Estado, implementa un paro o huelga es tipificado como “revoltoso, violentista, comunista o terrorista” sin querer escuchar siquiera los contundentes argumentos justicieros de los trabajadores. Todos los trabajadores del mundo, particularmente de nuestro país, conocemos la crudeza de la problemática que nos aqueja, pero, también, la precariedad y carencias que tienen nuestros centros de trabajo, así como las alternativas de solución; empero, no somos escuchados resultando ofensivo cuando los gobernantes nombran como Ministros o funcionarios a personas ajenas al sector con la deducible consecuencia de una ineficaz e ineficiente labor.
Lo mismo ocurre cuando se trata de la elaboración de las leyes laborales en donde nuestros congresistas se han dedicado, casi el cien por ciento, a fiscalizar al Ejecutivo descuidando su misión fundamental de legislar y, cuando lo hacen, no recogen las opiniones de los involucrados en el sector elaborando, así, leyes injustas o, en todo caso, omitiendo u ocultando aquello que es sustancial para los trabajadores como normas básicas como son: la Ley General del Trabajo y la Ley del Sistema Único de Remuneraciones que viene siendo demandado desde hace varios años por la Confederación General de Trabajadores del Perú.
Arribamos pues a un año más del Día del Trabajador con un sentimiento no muy halagüeño porque nuestras reivindicaciones laborales básicas no son satisfechas a cabalidad. Este Día, demandamos un mayor interés de las autoridades del Estado para la solución de nuestros problemas y una mayor conciencia de que el trabajador es pieza clave para echar a andar el motor del progreso de los pueblos.
CON ESTA REFLEXIÓN FINAL NOS PERMITIMOS ENVIAR, HOY, UN FRATERNAL SALUDO A TODOS LOS TRABAJADORES DE HUAMACHUCO, EL PERÚ Y EL MUNDO.
A continuación el poema extraído del poemario VEINTE CANTOS Y UNA ESPERANZA del Profesor y poeta: Dionicio Mantilla León.
CANTO DE MAYO
Yo,
quisiera haber nacido,
un primero de Mayo,
rojo sangre ,con el poder
que da el hambre
y el ¿Hasta cuándo Dios mío?
de los pobres.
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Yo,
quisiera haber nacido
un primero de mayo,
con las banderas
de la unidad y del combate
y dar la mano a mis hermanos,
los obreros, campesinos y artesanos,
y cantar con ellos
el himno rojo del trabajo.
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Yo,
quisiera, en fin,
morir,
un primero de Mayo ,
de un año santo y noble,
santo, por las inocentes risas de los niños,
noble, por las esperanzas alcanzadas de los pobres.
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Yo,
quisiera, en fin,
morir,
con la mesa puesta y colmada
y ver llorar en ella
de alegría a los ancianos
y ver en la pupila del infante
reflejarse el verde
de un mañana
que será suyo. Huamachuco, 1* de mayo de 1978
(Escrito en plena huelga del SUTEP)