Por: Dionicio Mantilla León
Con la suscripción del “Compromiso de Lima” que incluye el cumplimiento de trascendentes tareas que marcarán el rumbo de la gran patria americana en pos de lograr, entre otras cosas, una gobernabilidad libre del cáncer de la corrupción concluyó la VIII Cumbre de las Américas. El certamen continental, al que asistieron los representantes de 31 países americanos, se desarrolló del 10 al 14 del presente mes y, como viene sucediendo desde hace algunos años, tuvo su contraparte paralela con la “Cumbre de los Pueblos” que aglutina a líderes de evidente posición progresista y organizaciones de defensa de los derechos humanos de diversos países latinoamericanos con clara posición crítica al modelo económico neoliberal y al actuar político de EE.UU.
Días antes el magno evento americano cobró una inusitada relevancia mediática por los entredichos generados por la desinvitación del anfitrión, el ex Presidente de la República, Pedro Pablo Kuzchinski, al Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro y ratificada por el actual mandatario peruano, Martín Vizcarra. Al final Maduro no vino, pero tampoco el Presidente de los EE. UU., Donald Trump, restándole brillantez al evento el que, para algunos, constituyó sólo un saludo a la bandera y, para otros, la esperanza de un cambio del rumbo de la gobernabilidad.
El tema central de combate a la corrupción se topó con una cruda y discordante realidad, pues a la fecha un buen número de países vienen siendo azotados por el fantasma de las coimas de la empresa ODEBRECHT enlodando a muchos dignatarios y empresarios muchos de los cuales se encuentran presos o en camino de estarlo siendo los más notorios, Lula Da Silva y Temer, en el Brasil; Kuzchinski, en el Perú; Rafael Correa en el Ecuador, entre otros más.
Otro tema del debate fue la posición frente a la crisis venezolana que viene desangrando al país de Bolívar desde varios años y la nula transparencia de sus próximas elecciones que desnuda a una falsa izquierda liderada por Nicolás Maduro que si bien emergió de elecciones democráticas se ha convertido en dictador sembrando angustia y hambre en su pueblo causa del éxodo masivo de hermanos venezolanos. Temas angustiosos que hubiese sido pertinente plantearle a Maduro permitiendo su asistencia a la Cumbre.
Para muchos, positiva hubiese sido también la presencia de Trump para enrostrarle el porqué de su desprecio a Latinoamérica, patentizado por su afán hegemónico económico militar en la construcción, en la frontera con Méjico, del “muro de la vergüenza”, su terca posición anti inmigracionista, el narcotráfico, el lesivo TLC y la instalación de bases militares en varios países sudamericanos con la complicidad de gobiernos entreguistas. Alejadas del formalismo diplomático las fuerzas progresistas latinoamericanas reunidos en la “Cumbre de los Pueblos” si analizaron estos álgidos temas de la Patria Grande.
Previamente a la “VIII Cumbre de Las Américas” se desarrollaron otros de suyo importantes como la tercera “Cumbre Empresarial de las Américas” con el tema central “La transparencia empresarial y la corrupción”. Asimismo, “El Foro de la Juventud de América” que analizó y aprobó una “Declaración de compromisos y recomendaciones sobre Democracia y Gobierno, Alianza Publico Privada y Desarrollo Sostenible” el que será entregado a todos los mandatarios de los países asistentes.
Aunque con vacíos, por las notorias ausencias de Trump y Maduro, esta Octava Cumbre tiene el mérito de haber colocado en la agenda política, a nivel continental, el candente tema de la corrupción que viene lacerando la economía y la moral de los pueblos del Continente Americano.