Escribe: Dionicio Mantilla León
El pasado 17 de este mes se dio inicio a la devolución de los aportes al Fondo Nacional de Vivienda (FONAVI) que varios millones de trabajadores realizaron a esta institución que, creada con buena intención por sus gestores, se pretendiera luego descuartizar y dar muerte, para de esta manera apropiarse ilícitamente de los dineros que con tanto esfuerzo fuera conseguido por quienes cotidianamente construyen el edificio del desarrollo de la Patria.
Una devolución que si bien es un logro esperado por años su irrisorio monto no satisface sus expectativas de justicia por cuanto la cantidad entregada _ 1,300 soles_ no está de acuerdo al descuento efectuado y no considera los intereses que corresponde. De este modo, la devolución que se viene realizando resulta convertida en una “conquista a medias” y en justificada reivindicación de futuras luchas populares hasta conseguir el total de lo aportado.
En este sentido, oportuno es mencionar el rechazo de los fonavistas a las expresiones del Presidente de la República, Ollanta Humala: “este gobierno está cumpliendo algo que no lo hicieron otros” dando a entender que la referida devolución obedece a la buena voluntad de su gobierno, algo que no es verdad pues ha sido logrado gracias a la indesmayable lucha de los trabajadores organizados en la Asociación Nacional de Fonavistas de los Pueblos del Perú. Una lucha cuyo historial se comenzó a escribir hace más de tres décadas.
En efecto, transcurría 1979 y el país era estremecido por serios conflictos sociales debido al embalsamiento de sensibles problemas convertidos en apetecible caldo de cultivo de Sendero Luminoso. Uno de esos problemas fue las invasiones de terrenos por la carencia de viviendas. Deseando cortar esta posible fuente de proselitismo violentista el gobierno del dictador Francisco Morales Bermúdez crea el 30 de agosto de ese año, el Fondo Nacional de Vivienda (FONAVI) sobre la base de una contribución del trabajador y del empleador del orden de 1 % y el 4%, respectivamente, destinado a la construcción de viviendas para los trabajadores.
Una creación que fuera recibida con beneplácito y que auguraba satisfacer realmente sus necesidades; empero, el 28 de agosto de 1998, en pleno apogeo de la nefasta dictadura de Alberto Fujimori, se da la Ley 26969 ordenando la liquidación del FONAVI creando en su lugar el Impuesto Extraordinario de Solidaridad, invirtiendo el dinero recaudado, consecuentemente, en otros menesteres constituyendo ello un flagrante robo del dinero de los trabajadores.
Es entonces que los trabajadores afectados se organizan en la Asociación Nacional de Fonavistas de los Pueblos del Perú iniciando su vía crucis. Haciendo uso del derecho de iniciativa legislativa alcanza al Congreso de la República el proyecto de Ley para la devolución del dinero el mismo que se aprobó mediante la “Ley de Recursos de Liquidación del FONAVI”, pero tergiversando, ostensiblemente, la intención original de la devolución del dinero. Ante ello, la ANFPP, solicita al Jurado Nacional de Elecciones la convocatoria a un Referéndum Nacional para aprobar la propuesta de Ley alcanzada al Congreso, empero, el JNE lo rechaza por lo que acude al Tribunal Constitucional entidad que lo declara procedente implementándose el Referéndum.
Lo demás es historia conocida pues el resultado del referéndum avaló el pedido de los fonavistas convirtiendo en Ley su petición debiendo procederse a recabar el dinero desperdigado por Fujimori en diferentes instituciones del Estado y constituir una Comisión AD Hoc integrado por representantes del Gobierno y de la ANFPP la misma que debería encargarse de la devolución total de lo adeudado más los intereses tal como así lo dispone la Ley y el TC.
Han transcurrido más de 35 años de creado el FONAVI y los pensionistas arriban al umbral de la meta faltando aún alcanzar la plenitud de la misma por cuanto la vía crucis de millones de pensionistas que aportaron de buena fe para su vivienda no ha concluido. El FONAVI, una iniciativa que naciera por decisión de un dictador, Francisco Morales; murió, por ironía del destino, en las manos de otro dictador, Alberto Fujimori, considerado el 7_mandatario más corrupto del mundo.