Menores delincuentes siguen aumentando. |Foto: Referencial
Pues, a juzgar por los hecho, no se ha hecho nada. Es hora de que tanto los padres, educadores, el Estado y sus instituciones, asuman su papel protagónico.
Las cifras son escalofriantes. En el primer semestre del año se han intervenido en La Libertad a más de 150 menores que participaron en delitos graves que van desde robo agravado, abuso sexual, consumo de drogas hasta homicidios.
En el panorama social han cobrado vida más sicarios juveniles sin tanta fama pero igual de peligrosos que ‘Peluca’, ‘Bacasha Junior’ o ‘Gringasho’, cuya popularidad llegó a traspasar las fronteras de la región.
Las estadísticas que maneja la Policía local advierten que este año la participación de menores en sangrientos crímenes aumentó en un 10 % en comparación con el primer semestre de 2012. Para tener una idea más clara del problema que afecta a la capital liberteña, en lo que va del año se ha detenido por día a un menor delincuente en Trujillo.
Desde que Alexander Pérez Gutiérrez, o simplemente ‘Gringasho’, sorprendió al Perú por su frialdad para asesinar a sueldo cuando apenas tenía 12 años, mucho se cuestionó la falta de políticas preventivas y de reinserción social aplicadas en menores delincuentes.
El tema se puso en el tapete y hasta el Congreso debatió la necesidad de internar a los menores de alta peligrosidad en los penales y no en centros juveniles.
¿Cuánto se ha avanzando en prevención para evitar que más menores se conviertan en potenciales ‘Gringashos’? Pues, a juzgar por los hecho, no se ha hecho nada para atacar las causas que incrementan la inseguridad ciudadana
en la región.
Los especialistas sostienen que la ruptura del núcleo familiar y las decaídas condiciones de vida que otorgar el Estado, son los principales motivos por los que cada vez más menores incursionan en el mundo del hampa.
Si esto es sabido desde hace mucho, ¿por qué no se implementan nuevas políticas de prevención? ¿por qué no centran esfuerzos en repotenciar las familias y fomentar los valores?
Si la base de la pirámide está mal, no esperemos a que el resto de la estructura sostenga una realidad que apunta a ponerse peor. Nos referimos a los programas que se aplican en los centros juveniles de rehabilitación. Solo uno
de cada 10 internos logra regenerarse en los reformatorios para menores. Otro porcentaje considerable que abandona los reclusorios muere en enfrentamientos con bandas rivales.
¿De qué programas de reinserción hablamos? Es hora de que tanto los padres, educadores, el Estado y sus instituciones, asuman su papel protagónico en la solución de un problema que está lejos de encontrar una solución definitiva.(la industria)