martes, 27 de agosto de 2013

El sueño aún sigue vivo


Por: Luis Peña Rebaza

Docente y escritor


Yo tengo un sueño que algún día mis hijos no serán juzgados por el color de su piel… esas proféticas palabras, fueron pronunciadas exactamente hace 50 años, un 28 de agosto de 1963, por el reverendo Marthin Luther King en la culminación de la Marcha sobre Washington, que movilizó a más de doscientas mil personas, en su inmensa mayoría afroamericanos.

Gobernaba entonces los Estados Unidos un joven presidente, J. F. Kennedy, de credo católico ante una inmensa mayoría protestante, mientras el país vivía y sufría los terribles estigmas de la segregación racial que dividía en dos a la sociedad norteamericana. Años cuando el odio y extremismo de los fanáticos del Ku Klux Klan, sobre todo en los estados del sur, Georgia, Alabama, Luisiana y Misisipi, no concebían ningún indicio de cambio mientras incendiaban iglesias, linchaban y encendían sus amenazantes cruces. En tal situación de oprobio contra la minoría negra, crecían las protestas que día a día se radicalizaban entre un sector que abogaba por la lucha pacífica, al estilo del Mahatma Gandhi en la India, y un sector radical encabezado por Malcon X, que justificaba el uso de violencia y de las armas, el black power, para acabar con tan injusto statu quo en el cual en lugares públicos, estaciones de buses, escuelas y universidades, en lavabos y servicios higiénicos se practicaba una vergonzosa segregación racial mostrando letreros donde decían prohibido negros, que evocaban a los del régimen nazi prohibiendo la presencia de judíos.

“Sueño que un día en las rojas colinas de Georgia los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos amos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad. Sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel”.

I have a dream… pronunciado justamente al pie de la estatua del gran presidente Abraham Lincoln el que, a costa de la sangrienta guerra civil de secesión, acabó con el esclavismo, un discurso memorable del reverendo King, que ha quedado perennizado en la historia, y a partir del cual la lucha por los derechos civiles, contra la segregación y el racismo sería imparable.

Hoy a cincuenta años del episodio, sin duda la nación más poderosa del planeta ha avanzado mucho en ese sentido, el mismo hecho de tener al primer presidente afroamericano ratifica nuestra afirmación. Pero tal como lo manifiesta un importante sector de la opinión pública estadounidense, el sueño aún no se cumple a cabalidad, faltan importantes aspectos sociales por avanzar, teniendo en cuenta que el 40% de los niños negros crece en la pobreza y que siendo los afroamericanos apenas el 13% de la población, sin embargo son el 50% de las víctimas y culpables de homicidios y el 37% de los reclusos en las cárceles.