Por: Dionicio Mantilla León
En esta hora en que la Patria languidece en el torbellino de la inseguridad y la podredumbre de la corrupción emerge incólume la refulgente figura del Fundador de la República y Primer Gobernante del Perú: José faustino Sánchez Carrión. Un líder por antonomasia cuya memoria nunca morirá porque su límpido pensamiento y fructífera obra perdurará más allá de las fronteras de la historia. En esta hora en que parte de nuestra juventud se sumerge, por la falta de paradigmas que animen su existencia, en el sub mundo de la banalidad, la inmoralidad y el caos, Sánchez Carrión emerge como inigualable ejemplo a seguir.
“¡Si la independencia consiste en no pertenecer a nadie, la libertad nace desde el momento en que uno se pertenece asimismo! ¡La libertad es mi ídolo y lo es del pueblo!”, dijera alguna vez en el Primer Congreso Constituyente del Perú de 1822. Pensamiento base de su tenaz lucha por lograr la independencia de la patria rompiendo las cadenas del oprobio que significaron 300 años de yugo hispano. Cimiento de la primera Constitución Política del Perú que el creó y sirviera de partida de nacimiento de la nueva forma de gobierno de la Patria emergente: la República.
Hoy, a 188 años de su partida al infinito honramos su memoria como heraldo de la Nueva Patria y como ideólogo de la democracia y la descentralización. Son 188 años de ausencia física, pero con presencia rutilante en el corazón de quienes amamos la justicia, la libertad y la democracia auténtica. ¡Sí Sánchez Carrión,no ha muerto! ¡Vivirá mientras existan gobernantes corruptos e incapaces! ¡Mientras existan líderes que por un lado encanten a los pobres con su florido verbo hablando de justicia; y por otro, negocien con los poderosos y construyan sus palacios con el dinero del Estado.
Sanchez Carrión, emergió a la luz de la vida un 13 de febrero de 1787, en el momento que la Patria más lo requería, patria anhelante de líderes que lo sacaran del torbellino del desgobierno y la ambición. Emergió, como heraldo de la nueva aurora, allá en las alturas del ande: Huamachuco. Bello pueblo que tanto amaría y se sentía muy orgulloso.
Brazo derecho de Bolívar, Sánchez Carrión fue designado por él, en marzo de 1824, como Ministro General del Perú. Ungido así, se dedicó a construir el primer Estado organizándolo administrativamente, creando Departamentos, prefecturas, caminos, hospitales, escuelas gratuitas, instauró el sistema pedagógico Lancasteriano, creó la Escuela Normal de Maestros, las oficinas de Correos, distribuyó gratuitamente la tierra a los indios, creó la “Sociedad Amantes del País”,( Ministerio de Economía), las Beneficencias Públicas y la Universidad Nacional de Trujillo.
Asimismo, las Cortes Superiores de Justicia y la Corte Suprema, en Lima. Siendo, durante la instalación de esta, que dijera: “Cuidemos que la justicia se imparta con imparcialidad y con acierto”,y, su primer Presidente, Manuel Vidaurre, sostendría:”La justicia va a distribuirse en el modo más puro protegiendo al inocente y castigando al criminal”, deseo que no se cumple. Y, “Con el propósito de crear un sistema de garantías que en paz y en guerra sea el escudo de nuestro destino”, organizó el Primer Congreso Anfictiónico de Panamá, embrión de la Gran Patria Latinoamericana, que no llegará a apreciar.
Sólo 11 meses necesitó este pro hombre para organizar el Estado peruano. La llama votiva de su vida se apagó teniendo 38 años, un 2 de junio de 1825, en Lurín. Más, su espíritu revolucionario, como el Ave Fénix mitológico, volará siempre por el firmamento de la Patria señalando la ruta del horizonte de grandeza que el destino nos adeuda. ¡Sánchez Carrión no ha muerto, vive en el corazón de todo buen peruano!