Por: Luis Peña Rebaza
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Docente y escritor
Ayer por la mañana conversando con algunos jóvenes sobre los últimos acontecimientos sucedidos en el país, les planteaba la idea de seguir creyendo en la política, no necesariamente en los políticos actuales y en sus partidos. Varios de ellos me escucharon con cierto recelo respondiendo luego que todos son iguales, cortados por la misma tijera, y que en estos momentos, lamentablemente no hay en quien confiar.
A un dudarlo queda muy poco o nada de la concepción de la política y su ejercicio “como el supremo arte de gobernar”, concebida en la antigüedad por Aristóteles. En la Edad Media, “El fin justifica los medios”, la máxima de Macchiavello, fue el pretexto para no escatimar el uso de la mentira, la calumnia, el vil asesinato y hasta la guerra, en el afán de alcanzar el poder. “Miente, miente, miente que algo queda”, la frase de Dantón, líder jacobino, durante los convulsos tiempos de la revolución francesa encontró un seguidor magistral en Goebelds, el tenebroso ministro de propaganda del nazismo.
Por cierto, y en tiempos contemporáneos, nuestros políticos criollos no se quedan a la zaga enlodando a la política. He aquí una breve muestra.
“Juro por Dios y por la plata”, imposible olvidar la tragicómica frase de aquel congresista norteño, el finado Gerardo Cruz Saavedra Mesones, al juramentar su cargo. Posteriormente más de una autoridad electa repitió lo mismo, lo que generó indignación, humor, y para algunos hasta “respeto” por las autoridades que la han dicho, y a quienes califican como políticos “honestos”. No puede estar ausente Martha Chávez, cuando el fujimorismo estaba gobernando y ella era congresista, suelta de huesos afirmó que los estudiantes de La Cantuta se autosecuestraron y que Javier Peréz de Cuéllar se autochuponeó. En el 2006, la congresista Enith Chuquival, al ser consultada por la prensa sobre gollerías recibidas por congresistas, respondió: “No seas envidioso, si quieres tener plata métete a la política como yo. Claro, para que ganes porque ahorita seguro estás ganando mal y estás fregando”.
“Nosotros matamos menos que otros gobiernos”, en boca del vocero fujmorista Jorge Trelles, cuando intentaba justificar los crímenes cometidos por el régimen del ex presidente Alberto Fujimori en comparación a los regímenes anteriores de Acción Popular y el Apra. “No voy a hablar del auquénido de Harvard”, en plena campaña electoral el padre de Lourdes Flores se refirió así a Alejandro Toledo, frase racista que, en enorme medida, le pasó elevada factura en las elecciones. ”La plata llega sola”, otra tristemente famosa e inolvidable expresión en boca de Alan García. Imposible obviar la jactancia del “Hemos hecho un faenón hermano”, que se tumbó al gabinete aprista de Jorge del Castillo y una de las últimas perlas, “Hay plata como cancha para ustedes”, de César Acuña, grabada en reservada reunión con sus dirigentes.
Sin duda con tal rosario de “virtudes” mostradas en este impúdico escenario criollo, es lógico entender la creciente desconfianza en la que si no fuera por las tropelías de los políticos actuales, la política sería una actividad noble. En tal panorama, urge subrayar y escuchar las oportunas y certeras palabras expresadas por Mario Vargas Llosa, “…si queremos que la política sea decente, hay que llevar a la gente decente a hacer política y no dejar que esté en manos de los pícaros”.