Por: Dionicio Mantilla León
Llegó la Navidad, va acabando el 2011 y se avecina el 2012. Nuevamente el mundo cristiano se viste de fiesta, de luces intermitentes, de rutilantes colores, arbolitos, estrellas, papa noeles, juguetes multicolores y la tradicional cena de noche buena. Todo un paisaje singular al son de un dulce cantar que exhala paz y amor.
Hace 2011 en Belén, en un lejano y olvidado poblado de Israel, nació Jesús, el Hijo de Dios, aquel que se convirtiera en el buen pastor, en el sembrador de una nueva semilla, la semilla de la fe y la esperanza, en el creador de una nueva doctrina, la doctrina del amor y el perdón. Atrás, queda la “Ley del talión”, la venganza y el temor a Dios, ahora emergen nuevos principios, nuevas leyes que trascienden la humanidad, que lo elevan, que hacen al ser humano, realmente un ser humano, con nuevos valores, nueva filosofía, nueva visión.
Es Navidad y los cañones de la furia y la violencia, se silencian y las balas fratricidas del odio y la venganza se anulan. Las llamaradas encendidas en las praderas del mundo se apagan. Es navidad y es el momento de la tregua y la paz. Es la hora en que los fabricantes del mundo de la guerra descansan, para dar paso a los fabricantes de otro mundo, el de la paz y el compartir.
Es Navidad llenémonos de gozo. Ha nacido el Niño Dios, el Hijo de José, el carpintero y la virgen María para darnos un ejemplo de familia, de hogar, dedicación y responsabilidad. Jesús nuestro Salvador, nuestro intercesor ante el creador del mundo y el universo, símbolo de lo finito y lo infinito, del alfa y el Omega. El ejemplo del amor, perdón y sabiduría. Quien dijera yo soy: ”El camino, la verdad y la vida”, “Quien viene a mi, no morirá más tendrá vida eterna.”
Culmina un año más y comienza otro. Atrás, va quedando el 2011 con sus expectativas satisfechas y sus objetivos alcanzados, pero también con sus angustias y sus miedos, sus evidencias de triunfos y alegrías. Se va el año viejo y se inicia el año nuevo: El 2012.
En nuestra Patria estampadas quedarán como huellas imborrables un año de jornadas que fortalecen nuestra endeble democracia en donde tuvimos la oportunidad de renovar a los responsables del gobierno asumiendo un nuevo Presidente de la República con sus banderas de cambio, con sabor a transformación esperanzadora. Estandartes como: “El Perú ya no será más de unos pocos. Defenderemos nuestros recursos naturales. Primero el agua y luego las mineras., Reivindicaremos a los trabajadores con leyes justas y dignas, derogaremos las leyes que crean las SERVICES y las CAS. Incrementaremos la Remuneración Mínima Vital. Trabajaremos por el crecimiento económico, pero con inclusión social. No, a la judicialización de las protestas sociales. El pueblo será escuchado. Los conflictos sociales serán resueltos con el diálogo y el respeto a los interlocutores. Visitaremos siempre los pueblos del Perú profundo, allá donde no llega el Estado para llevarles las obras que le den calidad de vida”.
Promesas de cambio por los que el pueblo votó en abril del año que va pasando, pero que hoy se van trocando en amarga realidad. Sigue incendiándose la pradera con el fuego de las necesidades insatisfechas, continúa la desazón y la angustia, se sigue deteniendo a quien osa levantar la voz para defender sus recursos naturales, se desconoce a los representantes de las organizaciones sociales, aún siguen vigentes las SERVICES y las CAS aberrantes creaciones laborales del gobierno anterior, aún siguen pendientes las ofertas de sueldos justos y dignos, aún hay preferencias para las transnacionales. La gran transformación está pendiente. La hora del cambio aún no llega. Ollanta Humala se ha derechizado. El Perú aún sigue siendo del extranjero explotador. Aún no hay visos de desarrollo e inclusión social. La esperanza se va esfumando.
Y en medio de este panorama de decepción y frustración se prende hoy la chispa navideña. Hoy nace el Hijo de Dios que nos trae su hato de amor y esperanza. Es Navidad y en el Perú haremos un alto para, en el calor de la familia, elevar una sentida plegaria de gratitud al Divino Hacedor por todo lo bueno del que hemos sido beneficiarios, de reconocimiento de nuestros yerros y omisiones, de petición de perdón a quienes ofendimos, de perdón a quien nos ofendió en este año que se va y en donde nuestros objetivos y sueños sean finalmente alcanzados. Una oración por nuestro Huamachuco querido porque el 2012 sea el año de su despegue social y económico y se hagan realidad las obras que necesita con urgencia. Una oración, en busca de la sabia guía divina que nos lleve al encuentro de un Perú para los peruanos, sin pobres, pero con justicia y dignidad. Finalmente, una, por la asunción de un sincero compromiso de lograr un mundo nuevo con paz, solidaridad y bienestar.
¡Feliz Navidad y próspero año nuevo! ¡Feliz Navidad amigos de Huamachuco!
Foto: Beto Mendoza