Por: Dionicio Mantilla León
El día de mañana, desde las 8 a.m. hasta las 4 p.m., 19´595,000 electores se habrán de movilizar, a lo largo y ancho del país, hacia los centros de sufragio para cumplir con su deber ciudadano de elegir a sus nuevas autoridades municipales y regionales. Un deber ciudadano que se enmarca dentro de una renovada fiesta democrática y que tiene un profundo significado en el devenir de nuestra historia republicana.
Y tiene un profundo significado por cuanto en el contexto político nacional, que repercute ostensiblemente en el escenario provincial y regional, se viene percibiendo un ambiente saturado de problemas y necesidades, subrayados por la corrupción, inseguridad, incapacidad, exclusión e injusticia social que hacen perder la credibilidad y esperanza en las bondades que nos ofrece el vivir en democracia.
Una pérdida de credibilidad y esperanza que depende de nosotros nosotros los electores superar, constituyendo el acto eleccionario de mañana una magnifica oportunidad.
Según un viejo adagio popular:”Todo pueblo tiene la autoridad que merece tener”. Lapidaria frase que nos atormenta y nos impele a cumplir con nuestro deber ciudadano de elegir con madurez al candidato probo y capaz que merecemos tener, para lo cual hemos contado con el tiempo suficiente para conocerlo como coterráneo que es y no sólo durante la campaña electoral. Una campaña electoral matizada de propuestas sensatas y otras, desatinadas, matizadas con el estigma de una injustificada” guerra sucia”.
Ser elegido como autoridad de un pueblo es, o debe ser, un motivo de orgullo tanto para dicha autoridad como para el mismo pueblo elector. Y, la elección en si se convierte en un sagrado compromiso que la autoridad elegida tiene la obligación moral de honrar con el cabal cumplimiento de las promesas hechas. Jamás debe ser causal de enriquecimiento económico. Jamás de un simple afán de logro de prestigio banal o consecución de un poder político, simplemente.
Una elección correcta trae consigo un ambiente de seguridad, bienestar, calidad de vida y desarrollo comunal pleno, subrayado por el liderazgo de una autoridad con un admirable desempeño. Al contrario, una elección incorrecta trae consigo un ambiente de atraso, inseguridad, agudización de las diferencias económicas, exclusión e injusticia social.
En Huamachuco, mañana se presentan, ante el supremo juez, el elector, hasta 7 listas de candidatos a esta suerte de concurso laboral. Sin lugar a dudas que todos ellos se presentan premunidos de un excelente “currículum vitae” u hoja de vida, con el saludable propósito de ganar esta incomparable plaza laboral el de SERVIDOR DE LA COMUNIDAD y, algo más, constituirse en su representante teniendo como misión: Trabajar por la superación de sus problemas y lograr su desarrollo. El período de su contrato laboral: 4 años.
Por esta misión va a recibir un sueldo o dieta, por tanto tiene la obligación de trabajar con capacidad y honradez rindiendo cuentas periódicamente de su labor y, tratando con sumo respeto y consideración a su empleador. Jamás ignorarlo. Jamás tratarlo con soberbia y petulancia. Jamás defraudarlo. Si lo hiciere el empleador tiene el derecho de expulsarlo del cargo y sancionarlo con la rigurosidad que ofrece la ley.
Este es el tema de conciencia que la autoridad que resulte electa el día de mañana debe tener siempre presente. Participar en esta honrosa jornada democrática como candidato a ser la autoridad de este ilustre pueblo “cuna de grandes hombres y mujeres” y “escenario incomparable de gestas heroicas” constituye un alto honor y una gran responsabilidad. Una gran responsabilidad tanto para el elector como para el elegido.(http://conlafeylaverdad.blogspot.com/)
Y tiene un profundo significado por cuanto en el contexto político nacional, que repercute ostensiblemente en el escenario provincial y regional, se viene percibiendo un ambiente saturado de problemas y necesidades, subrayados por la corrupción, inseguridad, incapacidad, exclusión e injusticia social que hacen perder la credibilidad y esperanza en las bondades que nos ofrece el vivir en democracia.
Una pérdida de credibilidad y esperanza que depende de nosotros nosotros los electores superar, constituyendo el acto eleccionario de mañana una magnifica oportunidad.
Según un viejo adagio popular:”Todo pueblo tiene la autoridad que merece tener”. Lapidaria frase que nos atormenta y nos impele a cumplir con nuestro deber ciudadano de elegir con madurez al candidato probo y capaz que merecemos tener, para lo cual hemos contado con el tiempo suficiente para conocerlo como coterráneo que es y no sólo durante la campaña electoral. Una campaña electoral matizada de propuestas sensatas y otras, desatinadas, matizadas con el estigma de una injustificada” guerra sucia”.
Ser elegido como autoridad de un pueblo es, o debe ser, un motivo de orgullo tanto para dicha autoridad como para el mismo pueblo elector. Y, la elección en si se convierte en un sagrado compromiso que la autoridad elegida tiene la obligación moral de honrar con el cabal cumplimiento de las promesas hechas. Jamás debe ser causal de enriquecimiento económico. Jamás de un simple afán de logro de prestigio banal o consecución de un poder político, simplemente.
Una elección correcta trae consigo un ambiente de seguridad, bienestar, calidad de vida y desarrollo comunal pleno, subrayado por el liderazgo de una autoridad con un admirable desempeño. Al contrario, una elección incorrecta trae consigo un ambiente de atraso, inseguridad, agudización de las diferencias económicas, exclusión e injusticia social.
En Huamachuco, mañana se presentan, ante el supremo juez, el elector, hasta 7 listas de candidatos a esta suerte de concurso laboral. Sin lugar a dudas que todos ellos se presentan premunidos de un excelente “currículum vitae” u hoja de vida, con el saludable propósito de ganar esta incomparable plaza laboral el de SERVIDOR DE LA COMUNIDAD y, algo más, constituirse en su representante teniendo como misión: Trabajar por la superación de sus problemas y lograr su desarrollo. El período de su contrato laboral: 4 años.
Por esta misión va a recibir un sueldo o dieta, por tanto tiene la obligación de trabajar con capacidad y honradez rindiendo cuentas periódicamente de su labor y, tratando con sumo respeto y consideración a su empleador. Jamás ignorarlo. Jamás tratarlo con soberbia y petulancia. Jamás defraudarlo. Si lo hiciere el empleador tiene el derecho de expulsarlo del cargo y sancionarlo con la rigurosidad que ofrece la ley.
Este es el tema de conciencia que la autoridad que resulte electa el día de mañana debe tener siempre presente. Participar en esta honrosa jornada democrática como candidato a ser la autoridad de este ilustre pueblo “cuna de grandes hombres y mujeres” y “escenario incomparable de gestas heroicas” constituye un alto honor y una gran responsabilidad. Una gran responsabilidad tanto para el elector como para el elegido.(http://conlafeylaverdad.blogspot.com/)