martes, 14 de marzo de 2023

Sin cambio ni reconstrucción

Severos cuestionamientos caen sobre la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios.

Las pistas y carreteras anegadas sin drenajes, las inundaciones que ocurren sin que exista obra de prevención desplegada en regiones del país que periódicamente presentan el mismo panorama desolador de casas destruidas, damnificados, muertos y caos solo permiten evaluar que la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios no hizo las obras para las cuales fue específicamente creada.

Son siete años de existencia de la entidad, durante los cuales se ha invertido una gran cantidad de dinero. La finalidad no era otra que levantar lo que se había caído en el 2017, pero sobre todo crear sistemas antidesastres, reencauzar los ríos, la construcción de presas, crear defensas ribereñas que eviten la salida de los cauces e inundaciones, además de obras de descolmatación para que no se repita el desastre.

También se ofrecieron hospitales de campaña y mejores condiciones ante la emergencia. Pero el sistema ha colapsado sin que se pueda apreciar ni la reconstrucción ni el cambio.

Las autoridades actuales señalan que la responsabilidad recae en los funcionarios del gobierno de Castillo que retiraron a los técnicos de la entidad. Hay, sin embargo, un período en el que se debió entregar obras ya concluidas que pudieron marcar la diferencia.

Un recuento de lo ocurrido en Piura en 1983, en 1998, en 2017 y en 2023 permite evaluar que en cada uno de los desastres meteorológicos ocurridos en esa región del país, que genera importantes ingresos por sus múltiples actividades económicas, la situación de desorden y caos ha sido exactamente igual. Los ríos se llevan puentes, se inundan las viviendas y se destruye la agricultura. Siempre igual.

Danza de millones que no ha entrañado ningún beneficio para el peruano de a pie. Esa persona humilde que perdió todo ante el embate de la naturaleza. Vendrán las reconvenciones, las acusaciones mutuas, el control posterior cuando ya no hay nada que hacer, porque la corrupción no solo consistió en lo que no se hizo, sino en las planillas doradas que pagan a una burocracia experta en el engaño.

Ahora, como en tantas ocasiones, se busca la solidaridad privada. La ayuda que llega de miles de seres anónimos que ofrecen ropa y víveres con desprendimiento y buena fe. Sin embargo, hay que recordar que los hermanos del norte tienen derechos, que un Estado ineficiente no puede conculcar ni pretender negar.