Por: Dionicio Mantilla León
Y la fiesta va terminando. Atrás van quedando los imborrables recuerdos, la risa y el llanto en los encuentros y los re encuentros con los entrañables familiares, amigos y visitantes. En nuestra memoria quedan grabadas las anécdotas, las bromas, los chistes y las ocurrencias en rueda de amigos alrededor de un sabroso piqueo de carnecita de venado y su asentativo de chichita o cervecita. El degustar de sabrosos potajes como el picante de cuy, el chicharrón con mote, o la sopita de chochoca en el mercado, en los ranchos y restaurantes. Asimismo, el respirar del aire puro de los andes, el quedar extasiado con los maravillosos paisajes serranos, su incomparable cielo azul y sus oblongas nubes blancas nunca vistos en otros lugares.
Recordar, también, las tardes taurinas y sus sentidas melodías golpadas con la tortura de toros de lidia y las estampidas temerosas de los toreros, eventos que, para muchos, es evidencia de la miseria humana costumbre que nos dejaran los hispanos y que, en los pueblos del ande, aún se resiste a desaparecer. Allí, está en nuestra memoria la animada tarde deportiva con equipos femeninos y del seleccionado nacional de la sub 20 enfrentados con entusiastas equipos locales. Allí, también, el recuerdo del día central de fiesta con una nutrida concurrencia de ávidos espectadores colmando la extensa y bella plaza de armas lugar en donde el enorme madero festivo vela porque todos gocen sanamente de esta tradicional fiesta andina.
La fiesta va terminando y…
es momento de traer a la memoria la salida de la catedral de la solemne procesión
de la venerada Virgen de Alta Gracia seguida de contritos devotos católicos
encabezada por sacerdotes y autoridades del Comité de Fiesta. Procesión
acompañada de vistosos y tradicionales grupos de danzas entre ellas la
Contradanza, los Incas, los Canasteros, los Turcos, las Quillallas danzando hábilmente
al son de diestros “chirocos” y de una afamada banda de músicos. En la
madrugada, oír las dulces dianas así como el tronar de los 21 “camaretazos”. Sí,
es el día central y en la plaza de armas se apretuja el gentío que no quiere
perder ni un solo evento de la festividad.
En la víspera, día de serenata, quedarán en la retina los chispeantes castillos de fuegos artificiales, las hermosas figuras multicolores de las bombardas chinas, las abrigadoras “candeladas” por el perímetro de la plaza de armas y los animados shows musicales del Grupo 5, “Proyección” de Bolivia, Ola Marina, entre otros. Sentir el intenso frío nocturno que termina con el calor de las “candeladas” saboreando un delicioso “calientito” o un “termolín”. Y, días atrás, apreciar las diversas ferias artesanales, agropecuarias, cuadros pictóricos y fotográficos.
Va terminando nuestra
festividad y es momento de traer al recuerdo el populoso barrio de la Cruz de
la Bendición, conocido popularmente como “Los Chancas”, habitado por gente
laboriosa y entusiasta creadora de una festividad religiosa propia en honor a
la Virgen de Alta Gracia con un programa festivo cuyo día central es el 13 de
agosto y cuyo número cultural relevante lo constituye la escenificación de la
obra colectiva Los Wamachukus que detalla el pasaje histórico del origen del
Reino de los Wamachukus y es organizado, desde hace muchos años, por la
comunidad educativa del Colegio “César Vallejo” y como elementos protagónicos a
los alumnos y alumnas de dicho centro educativo. Una obra teatral desarrollada
al aire libre y de manera gratuita en la explanada del sector de la Cruz de la
Bendición la tarde del 10 de agosto con numeroso público.
Y como para darle el
atractivo turístico inicial de fiesta, recordar el 38- Concurso de “Baile de
Huayno con Caja” organizado por el Comité de Fiesta en donde destacaron hábiles
bailarines que, acompañados de diestros y experimentados “chirocos”, hicieron la delicia de los cientos
de espectadores en los amplios ambientes del colegio San Nicolás. Un evento que
permite perdurar en el tiempo el encanto del bello arte del baile nativo de
nuestro pueblo.
RECORRIENDO LA CIUDAD
¡Y la fiesta de Huamachuco
va terminando y es oportuno encontrarse con el corazón mismo de la ciudad, gozando
de las bondades turísticas escondidas que posee. Pasear por sus largas y
solariegas calles observando sus típicas viviendas de blancas paredes y rojos
tejados. Pasear por sus suburbios observando, en las vastas llanuras de
Purrumpampa, a los largiruchos liclics,
eterno distintivo de nuestro pueblo danzando alegres entre los humedales elevándose
por los aires y graficando en los cielos hermosas figuras de amistad, de
recorrer las calles al este de la ciudad y refrescarse con las tibias aguas que
discurren de la vertiente del legendario paraje del “Agua de los Pajaritos”.
Recorrer las estrechas calles del barrio de la Cruz
Blanca denominado con justicia como “El barrio de los intelectuales” por que allí vivieron
afamados intelectuales como el Dr. Julio Chiriboga Vera, el poeta Clodomiro
Magno Guevara y el poeta universal, César Abraham Vallejo. Visitar lugares
emblemáticos que grafican epónimos pasajes de la historia de nuestro pueblo
como: la Ermita de San José, la Torre del Campanario, la Casa de Arcos, la Casa
de Sánchez Carrión, la llanura de Purrumpampa, las Cinco Esquinas, entre otros
y mirando en lontananza visualizar los cerros que bordean nuestra ciudad: Sazón,
Santa Bárbara y Miraflores. Todos ellos pétreos y mudos testigos de los heroicos
hechos históricos protagonizados por el pueblo huamachuquino en pos de
construir y defender la Patria.
Termina la fiesta y los visitantes
van llevando sus artesanías para no olvidar nunca este pueblo que los acogió hospitalariamente
por unos días. Termina la fiesta y los liclics, en los humedales de
Purrumpampa, se elevan altivos por los frescos aires andinos abriendo sus
blancas alas como pañuelos de paz y tiernos abrazos de despedida y, con su mágico
lenguaje, parece nos dijeran: ¡¡Gracias por su visita!! ¡¡¡Vuelvan, Vuelvan.!!!