martes, 22 de noviembre de 2016

Libre comercio ¡ja, ja, ja!



Por: César Lévano

El presidente Barack Obama defiende el libre comercio porque los Estados Unidos quieren frenar el avance económico de China mediante un Tratado Transpacífico que muchos países, incluido el Perú, negocian en secreto y sin pudor. China defiende el libre comercio porque quiere detener el dominio de los Estados Unidos en Asia, África y América Latina.

En realidad, el comercio libre es un cuento chino inventado por los ingleses. Sirvió para alentar la trata de negros y para crear las repúblicas bananeras del Caribe, con sus correspondientes satrapías, esclavas del amo imperial.

Hace casi veinte años, en 1991, Robert Reich publicó el libro The work of nations (El trabajo de las naciones). Apareció cuando yo visitaba Washington en función periodística, debido a lo cual pude comentar temprano el libro en La República. Me atrajeron varias ideas de Reich. Unas de ellas se refería al libre comercio.

El autor recordaba que los Estados Unidos se desarrollaron gracias no al libre comercio, sino al proteccionismo (las altas tarifas aduaneras para la importación: el acero pagaba 50 por ciento ad valorem). Reich ilustraba esa etapa con una frase de Abraham Lincoln: “Yo no sé gran cosa de economía política, pero conozco que, cuando compro una máquina extranjera, la máquina se queda en nuestro país, pero el dinero se va al extranjero”.

El libro señala que el desarrollo de un país depende de la educación en todos sus niveles, de la habilidad de su gente y de las vías de comunicación. Se pronunció por la responsabilidad corporativa de las empresas y en favor del sindicalismo. “La sindicalización”, expresó, “no es solo buena para los trabajadores en los sindicatos, la sindicalización es muy importante para la economía en general.”

Ideas como esas desaparecen del mapa a medida que se extienden los tentáculos del neoliberalismo, plasmado en tratados de libre comercio. Días atrás he comentado el reciente libro de Noam Chomsky Who rules the world? (¿Quién gobierna el mundo?), Metropolitan Books, Nueva York, mayo de 2016. Ahí precisa Chomsky:

“Otra preocupación es la seguridad para el poder privado. Una ilustración son los enormes acuerdos comerciales –los pactos Transpacífico y Transatlántico– que actualmente se negocian. Están siendo negociados ‘en secreto’, pero no completamente en secreto. No son un secreto para los cientos de abogados de corporaciones que están diseñando las provisiones detalladas. No es difícil calcular cuáles serán los resultados. Como el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica y otros pactos semejantes, no son acuerdos de libre comercio. En verdad, no son siquiera acuerdos de comercio, sino primariamente acuerdos sobre derechos de los inversionistas.”(diario uno)