La polémica por el triángulo terrestre persiste.
A propósito de la reciente visita del ex presidente chileno Sebastián Piñera, donde recalcó la posición de su país, que el triángulo terrestre es de su propiedad, cuando de acuerdo a los tratados firmados es peruano; el periodista César Hildebrandt emplea su columna para expresar su opinión.
Por medio del semanario “Hildebrandt en sus Trece”, el hombre de prensa recuerda que en tras la Guerra del Pacífico, chile incumplió el tratado de Ancón y movió cielo y tierra para que Tacna y Arica no pasen por el plebiscito que las reincorporaría al Perú. A la primera región no pudieron, a la segunda sí.
“Como su chilenización ‘pacífica’ no dio resultados, Chile se negó a cumplir lo pactado en Ancón. Y más tarde, cuando la chilenización brutal cambió el balance poblacional, ese plebiscito se hizo imposible de cumplir. La meta era quedarse con Tacna y Arica: la ‘concesión’ de devolvernos Tacna fue fruto de una clara presión internacional, incluida la de Estados Unidos”, indica.
A CONTINUACÓN, ALGUNOS FRAGMENTOS DE ‘VOCECITAS’, POR CÉSAR HILDEBRANDT
-“”Ya se escuchan las vocecitas otra vez. Vienen del ADN peruano, del pasado inamovible, del futuro a cumplirse. ‘Las cuatro hectáreas del triángulo fronterizo no significan nada’, dicen las vocecitas. (…) Pero si esas cuatro hectáreas no añaden nada ni nada significan, ¿por qué las reclama Chile y por qué viene Piñera a decirnos, invitado por los comerciantes de Lima, que ese pedazo simbólico de tierra es chileno? La respuesta es muy clara: porque sí importa”.
-“Y ahora Chile quiere, igualmente, burlarse del Tratado de 1929. No es un asunto de hectáreas sino de principios. Los países que renuncian a ellos y a su sentido del honor podrán ser proyectos, emporios, prosperidades cíclicas pero no países”.
-“A veces pienso que no merecemos tener un Bolognesi, un Grau, un Cáceres. De hecho, un sujeto como Vivas ya se atreve a ridiculizar el aspecto de efigie del marino que comandó el ‘Huáscar’”.
-“La agenda del futuro: el gas peruano deberá mover la minería del norte de Chile, esa que se creó sobre el botín de 1879. Si Chile nos respetara no enviaría a un patán a provocarnos. Si quisiera que lo de la guerra fuese una página volteada –como queremos muchos- nos pediría perdón por sus bestiales excesos de conquistador de corvo en mano. Y hasta permitiría que el ‘Huáscar’ terminara de sumergirse en un mar de olvido.”(la república)