Autoridades no se preocupan por este sector de la población. Los pequeños viven entre la suciedad y en espacios poco abrigados, con el riesgo de contraer terribles enfermedades.
El frío cala en los huesos de los niños y niñas de El Milagro. | Foto: D. Juárez
Una vieja cortina, recogida en el botadero sanitario de Trujillo, cubre el rostro de una pequeña que padece de problemas respiratorios. El frío que hace en el desolado arenal del centro poblado El Milagro es uno d elos problemas que aqueja a decenas de recicladores que migraron de otros pueblos de la región para ganarse la vida recogiendo basura en dicho botadero.
Al costado del conocido cementerio Los Olvidados de Dios, la familia Malabrigo Díaz duerme en una rústica casa hecha a base de adobe y cartón. Desde tempranas horas de la madrugada, Silvestre y Silvia, dos sexagenarios que viven al cuidado de su pequeña nieta, con lámpara y costal en mano, parten hacia el cerro de basura en busca de plástico y papel para reciclar y, posteriormente, vender el material por kilos.
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