Créditos: Cortesía: Bárbara Mendez.
Cuentan los pobladores de la época que la estampa fue donada por Simón Bolívar y sobre ella se cuentan historias que todavía sorprende a propios y extraños
Cascas no sólo es el paradisíaco lugar que alberga la mejor uva y el vino de más alta calidad en el norte del Perú. La bella capital de la provincia liberteña de Gran Chimú, con su clima cálido y su gente jubilosa, es también el escenario de una creciente devoción mariana.
De esta manera, miles de fieles de todas partes del país se movilizan con fe y esperanza hacia Cascas, para participar en la tradicional fiesta patronal organizada en honor a la Virgen del Rosario de Chiquinquirá.
La festividad religiosa reúne a miles de visitantes para venerar la sagrada imagen cuya estampa fue donada por Simón Bolívar en 1823, en gratitud al apoyo recibido a su paso por la zona en la hacienda Tambo Puquio, durante la campaña libertadora del norte.
Sin embargo, esta localidad norteña ubicada a dos horas de Trujillo, cuya fuente primaria de ingresos es el cultivo de la vid y la producción de vino, guarda una insólita historia plena de religiosidad que sorprende todavía a propios y extraños.
Cuentan los pobladores de la época, que la estampa de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá fue llevada al templo y se confundió entre archivos antiguos. Cuando la imagen estaba a punto de ser quemada, saltó del fuego motivando el asombro de los presentes. Desde entonces la estampa fue enmarcada y venerada en la parroquia San Gabriel.
La fiesta patronal en honor a la Virgen del Rosario de Chiquinquirá se desarrolla en medio de danzas costumbristas, corridas de toros, actividades religiosas, artísticas, sociales, deportivas y la exposición de distintas variedades de vino y puro de uva, declarados productos de bandera regional y a Cascas, como su capital.
Es importante destacar que la hermosa imagen de la madre de Cristo fue pintada en un cuadro y a su lado está San Antonio de Padua y San Andrés, retrato que es sacada en procesión para que derrame su bendición a la comunidad cristiana golpeada por la delincuencia y la falta de oportunidades.
Por: Julio Correa Lecca