miércoles, 3 de octubre de 2012
Desplantes y roces en una cumbre que llamó a la paz
En última jornada del encuentro América del Sur-Países Árabes, los presidentes de Bolivia y Chile fueron la atención luego de ventilar en público diferencias por temas limítrofes.
Ana Núñez.
La paz y la concordia fueron invocadas ayer en la cumbre Aspa. Oficialmente, presidentes y jefes de delegación de las naciones árabes y sudamericanas hicieron enfáticas declaraciones sobre la necesidad de pacificar países como Siria y otros que están inmersos en conflictos. Extraoficialmente, el nuevo capítulo de la tensa relación entre los mandatarios de Chile, Sebastián Piñera, y Bolivia, Evo Morales, no dejó de estar en boca de los líderes políticos que participaron en la reunión. Hacía falta una dosis elevada de distensión.
Ello debido a que hubo otro entredicho que también compitió por ser el tema del día…
Empecemos por el más importante. Los roces entre los gobernantes de Chile y Bolivia tienen su historia. Morales aprovecha los encuentros internacionales en los que participa junto a su homólogo chileno para poner en agenda, de la manera más destemplada, la demanda marítima de su país.
Esta cumbre no fue la excepción. El lunes, tras jugar un partido de fulbito, Morales afirmó: "Chile no es solo una amenaza para Bolivia, también lo es para el Perú, es un peligro para la región (...)". Siempre en alusión a la negativa chilena a dar a Bolivia acceso soberano al mar, el mandatario boliviano dijo incluso que sentía "envidia sana" por la “linda vista al mar” de Miraflores (distrito donde se ubica el coliseo Bonilla, escenario del match en que su equipo ganó por goleada).
La reacción de Piñera se hizo pública ayer, durante el desarrollo de la cumbre. Primero por medio de gestos adustos e indiferencia ante la cercanía física de Morales. Luego llegaron palabras. Después de la 1 de la tarde, los representantes de los 32 países participantes en la cumbre sereunieron en uno de los ambientes del Ministerio de Cultura para la acostumbrada "foto oficial".
Uno a uno iban ingresando a la locación los visitantes, mientras el anfitrión Ollanta Humala sostenía breves e informales charlas, antes de que se ubicaran frente a los reporteros gráficos.
En medio de la lluvia de flashes los presidentes comenzaron a aplaudirse entre sí. Segundos después un grupo de mandatarios se acercó al colombiano Juan Manuel Santos, quien fue uno de los primeros visitantes en partir debido a que hoy será operado de un cáncer a la próstata.
José Mujica (Uruguay), Dilma Rousseff (Brasil), Sebastián Piñera (Chile) y Ollanta Humala (Perú) departían con Santos. Según fuentes oficiales, para darle aliento ante el difícil trance que le toca vivir por estos días.
Detrás de ellos, a dos metros aproximadamente, el boliviano Evo Morales observaba al grupo sin saber si unirse a ellos, o mantenerse allí, solitario, literalmente aislado de sus pares de la región. La imagen de aislamiento se acentuó cuando los periodistas se percataron de que era Piñera quien daba la espalda, y quien debía abrirle paso para incorporarlo al grupo.
¡Evo! ¡Presidente Piñera! En un intento por juntarlos y obtener la foto de la jornada, los reporteros gráficos los llamaban insistentemente. Piñera fingió no escucharlos. Ni se perturbó. Morales encogió levemente los hombros. Horas después el mandatario chileno dijo en conferencia de prensa lo que posiblemente tuvo contenido en la garganta durante la sesión para la foto oficial. "Chile es un país amante de la paz, que respeta y hace respetar los tratados que ha firmado", dijo con energía.
Recordó que su país tiene un tratado de paz con su vecino altiplánico, que data de 1904 (después de la Guerra del Pacífico, conflicto en el cual Chile despojó a Bolivia de su territorio marítimo) y que fue firmado y ratificado por los gobiernos y congresos de ambos países.
La molestia de Piñera fue notoria. Tenía urgencia de responder a lo que en Santiago se llama “las provocaciones” del presidente boliviano. Lo cierto es que este no fue el único episodio tenso de la jornada.
Más temprano, mientras el presidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia esperaban recibir a los dignatarios invitados en el acceso del Museo de la Nación, las desavenencias en la pareja presidencial quedaron en evidencia. Que el presidente Humala llegue a una actividad oficial manejando su vehículo se ha convertido en una costumbre y a pocos llama la atención. Pero que aparezca sin su esposa, Nadine Heredia, a recibir a los participantes de la Cumbre ASPA, preocupó a más de uno en el entorno presidencial. La Primera Dama acostumbra acompañarlo siempre en ocasiones de relevancia.
Algo extraño estaba pasando. Humala llegó manejando a las 8 y 20 de la mañana al Museo de la Nación.
En el asiento de al lado iba su edecán. Subió las escaleras de la sede del encuentro y se ubicó en la puerta de ingreso para dar la bienvenida personalmente a los participantes de la importante cumbre.
Media hora después apareció Nadine Heredia. Con una sonrisa dibujada en el rostro, se ubicó a la derecha del jefe del Estado. Poco después de que la pareja presidencial recibiera a la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, las cámaras del canal del Estado captaron una escena que reproducimos en estas páginas y que muestra lo que habría sido un fuerte entredicho entre ambos.
En un primer momento, los esposos se muestran con el rostro adusto y luego intercambian frases cortantes y gestos de desaprobación. Finalmente, Nadine lanza una última frase y le da la espalda al mandatario, quien camina detrás de ella para alcanzarla y seguir con la charla.
Pasado el incidente, Humala y Nadine siguieron recibiendo a mandatarios extranjeros.
(la república)