jueves, 28 de julio de 2011

¡SOMOS LIBRES, SEAMOSLO SIEMPRE!



Por: Dionicio Mantilla León

Era una fría mañana del 8 de septiembre de 1820. Con los rostros quemados por el sol sureño y el corazón henchido de libertad y patriotismo soldados argentinos y chilenos, unidos en una sola falange, cual centauros mitológicos, pisaron suelo peruano. El General José de San Martín fue el gran caudillo y la bahía de Paracas, el histórico escenario. Arribaron con una sola idea: “Liberar al Perú”, corazón del incario y la América mestiza. ”Los peruanos son nuestros hermanos y amigos, abrazadlos como tales” fue la consigna, el primer mandamiento del “Santo de la Espada”.
No era suficiente romper el yugo ibérico en Argentina y Chile. De que valdría si el peligro era latente y estaba en el Perú. El centro virreinal español era el Tawantinsuyo, Reyno del Gran Pachacútec, tierras que durante 300 años fueran holladas por las huestes extranjeras hambrientas de oro y poder. El arribo del ejército libertario produjo un gran impacto, sintiéndose sobre todo en el norte, otrora cuna de mochicas y chimús. La primera clarinada llegó a estas tierras donde criollos, mestizos e indígenas dormían víctimas del oprobio de siglos mas el mensaje de libertad e independencia había llegado y golpeó las conciencias dormitadas.
En Trujillo miles de voces de gigantes se elevaron. Uno de ellas fue la del Marqués de Torre Tagle el gran líder trujillano quien con el batir del flamante pabellón rojiblanco lanzara su voz a los cuatro vientos: ”!Viva Trujillo libre!!Viva la Patria! !Viva la Independencia!” Y desde ese momento las oprobiosas cadenas se rompieron dando así a América el primer grito de júbilo y un ejemplo de virtud al universo. Trujillo y muchos pueblos del norte eran libres. Tumbes, Piura Lambayeque, Cajamarca y Huamachuco le siguieron. España ya no era más. Una nueva aurora se avistaba. Las riquezas eran nuestras, sólo nuestras.
Empero, el centro y el sur de la Patria aún permanecían sojuzgadas y reclamaban ayuda. Y la Patria es una sola y no dividida, a la Patria se la ama junta y no separada. Ante ello, el solidario corazón de los norteños hizo posible el compartir del delicioso néctar libertario, por eso, dinero, joyas, soldados y mil riquezas se entregaron a la causa libertaria. Con esta fuerza de titanes y la conciencia de saberse respaldado por los pueblos del norte ya libres un 28 de julio de 1821, “El Santo de la Espada” reclamó al invasor la independencia. Fuera la ignominia, fuera el baldón de siglos y, al amparo del Señor de los Ejércitos y Dios de Moisés, proclamó a los cuatro vientos: ” ¡DESDE ESTE MOMENTO EL PERU ES LIBRE E INDEPENDIENTE POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE! ¡VIVA LA PATRIA! ¡VIVA LA LIBERTAD! ¡VIVA LA INDEPENDENCIA! ” Y el eco de su voz se anidó en los corazones, en los montes y praderas, en los ríos y en los cielos, en nuestro oro y nuestro ichu. ! Somos libres, seámoslo siempre! Repitieron millones de peruanos que nunca dejaron de ser libres, nunca de ser dignos, que amaron y aman esta tierra porque en ella han nacido.
¡A 190 años de vivir en libertad abracémonos como hermanos, porque una es la raíz, una es nuestra historia! Hagamos votos porque esta libertad de la que hoy gozamos perdure para siempre y asumamos el reto de lograr nuestra plena libertad para que el Perú sea realmente nuestro y no de ningún extranjero depredador. De nosotros es la semilla, de nosotros será el fruto. En este 28 de julio en que un nuevo gobernante, Ollanta Humala, asume la honrosa misión de conducir los destinos de la patria hagamos votos porque una nueva aurora se abra en nuestro país, una aurora de paz, crecimiento, desarrollo y justicia social. !Somos libres! !Seámoslo siempre! (http://conlafeylaverdad.blogspot.com/)